Mientras avanza la oferta de Rupert Murdoch para comprar The Wall Street Journal y su matriz Dow Jones & Co., una de las cuestiones más importantes que ha surgido es si el magnate de medios preservará la independencia editorial del periódico y se abstendrá de imponer sus opiniones e intereses comerciales en las páginas de […]
Mientras avanza la oferta de Rupert Murdoch para comprar The Wall Street Journal y su matriz Dow Jones & Co., una de las cuestiones más importantes que ha surgido es si el magnate de medios preservará la independencia editorial del periódico y se abstendrá de imponer sus opiniones e intereses comerciales en las páginas de información.
Desde que se hiciera pública su oferta de US$5.000 millones el mes pasado, algunos miembros de la familia Bancroft, que controla Dow Jones & Co., han expresado su escepticismo sobre la promesa de Murdoch de mantener la independencia del diario. Otro importante accionista, James Ottaway Jr., declaró que el magnate de medios siempre ha expresado «sus prejuicios personales, políticos y de negocios a través de sus publicaciones y cadenas de TV».
La familia cambió de parecer la semana pasada, y pasó de oponerse abiertamente a cualquier negociación a aceptar reunirse el lunes con Murdoch para evaluar su oferta. También empezó a hablar sobre el establecimiento de mecanismos que resguarden la independencia editorial de The Wall Street Journal.
El lunes, Murdoch tuvo su primera reunión con la familia Bancroft para discutir temas relacionados con la independencia periodística de Dow Jones y del periódico. Murdoch catalogó la reunión de cuatro horas de «constructiva». El empresario está optimista sobre las posibilidades de cerrar la operación, según una fuente.
Asimismo, la Asociación Independiente de Empleados Editoriales, un sindicato que representa a 2.000 trabajadores de Dow Jones, señaló que está trabajando con una consultora especializada para «explorar alternativas a la oferta de News Corp. por Dow Jones».
Una revisión detallada de la carrera de casi medio siglo de Murdoch como periodista y hombre de negocios muestra que sus periódicos y otras plataformas han decidido cubrir temas que favorecen los intereses de News Corp., su vasto conglomerado de medios. En el camino, Murdoch ha cruzado una frontera que existe en muchas compañías de medios de Estados Unidos que distingue la parte de negocios de la de noticias, una separación que pretende evitar que los intereses políticos y económicos de los propietarios influyan en la presentación de la información.
En todos los periódicos, los dueños tienen una voz en la dirección editorial. Desde sus inicios, Murdoch intervino directamente en las decisiones de sus compañías, participando activamente de las operaciones diarias y estando en permanente contacto con los reporteros y editores, ofreciendo sugerencias y críticas.
En una entrevista realizada el viernes en su oficina en Nueva York, el magnate de origen australiano habló abiertamente sobre su estilo de gestión. «Cuando a un periódico le empieza a ir mal y va a la ruina, la responsabilidad es mía», dijo. Los accionistas «nunca llaman por teléfono a los editores, me llaman a mí», señaló, agregando que eso lo ha obligado en «dos o tres ocasiones a tomar decisiones muy desagradables pero muy necesarias» para sustituir a varios editores.
Murdoch añadió que si compra The Wall Street Journal, «me gustaría pasearme por allí… Creo que a la gente le gustará si muestro interés por su trabajo». Pero aclaró que «no puedo invertir US$5.000 millones de mis accionistas y no ser capaz de dirigir el negocio».
Murdoch manifestó que no tiene intención de interferir en la cobertura de noticias, incluyendo las que tengan relación con News Corp. «Me quejaría hasta la saciedad si fueran incorrectas», dijo, «(pero) pueden llevar los artículos que estimen convenientes».
Varios editores actuales de News Corp., como Robert Thomson, del The Times de Londres y John Witherow de The Sunday Times, aseguran que Murdoch nunca ha intentado imponer su criterio noticioso ni intervenir en la dirección de los periódicos. A medida que el imperio de Murdoch ha ido creciendo, el magnate, de 76 años, reconoce que cada vez tiene menos tiempo para dedicarles a sus editores.
«La frustración de mi vida ha sido que a medida que la compañía ha crecido y hemos aprovechado oportunidades, he tenido menos tiempo para prestar más atención» a sus diarios, señala.
A lo largo de los años, Murdoch y su equipo han desatado críticas por su participación en las operaciones noticiosas de la compañía.
El mes pasado, sin ir más lejos, el Daily Telegraph, el principal diario de Sydney y parte del imperio de Murdoch, le dedicó más de la mitad de su primera página al plan de News Corp. para reducir las emisiones de carbono. David Penberthy, el director del periódico, asegura estar «orgulloso» de la cobertura del tema.
Al ver una copia de los artículos del Daily Telegraph, Murdoch sonrió y dijo que «no sé nada al respecto. Y no hicimos nada de eso en el [New York] Post, un diario que sigo más de cerca». Consultado sobre si la cobertura de ese día avanzaba los intereses de News Corp. respondió: «Absolutamente. Eso no es correcto. Eso está mal».
La visión de Murdoch y su apetito por el riesgo han creado un imperio global de medios que no se parece a ningún otro. Y todo comenzó con un pequeño periódico australiano que heredó de su padre en 1952. Hoy, su portafolio de activos incluye más de 100 periódicos en Australia, Gran Bretaña, Estados Unidos, las islas Fiji y Papúa Nueva Guinea; Twentieth Century Fox Film, el canal de televisión Fox TV; la editorial HarperCollins Publishers y la página Web MySpace. En su año fiscal más reciente, que terminó el 30 de junio de 2006, News Corp. registró ingresos de US$28.000 millones y una ganancia neta de US$3.380 millones.
Murdoch, hijo de un destacado periodista australiano, aún se considera un periodista. «He estado ligado a los periódicos prácticamente desde que era un bebé, y simplemente adoro los periódicos», observa.
En 1976, compró el New York Post, un tabloide de Manhattan que combinaba la nota roja con la cobertura de temas más serios. La cobertura de noticias se volvió más sensacionalista y las páginas de opinión más conservadoras. «Al principio, cuando asumió el poder, estaba ahí casi todos los días», dice Michael J. Berlin, reportero del Post entre 1966 y 1988. «Iba al cuarto de composición, en mangas de camisa… y trataba de hacer el periódico más interesante». Roger Wood, entonces director del diario, dice que cuando salía de vacaciones, Murdoch «editaba el periódico».
En 1996, el Post publicó un artículo de dos páginas sobre la apertura del estudio en Manhattan de Fox News, con fotografías de Murdoch, el alcalde de la ciudad Rudolph Giuliani, el presidente de Fox News Roger Ailes y otras celebridades. Una nota empezaba: «Políticos, celebridades y periodistas festejando anoche, brindando por el más nuevo y noticioso escaparate en la Sexta Avenida: El canal Fox News».
Murdoch se apresura en responder que no es correcto colocar al New York Post en la misma categoría que The Wall Street Journal. «No son iguales», asegura.
Los periódicos representan apenas un 14% de las ganancias operativas de News Corp, unos US$450 millones en los nueve meses terminados el 31 de marzo, según los balances financieros de la compañía. Buena parte de ese dinero es producido por tabloides como el Sun de Londres, mientras que algunos de sus nombres más conocidos, como el New York Post y el Times de Londres pierden dinero.
Hoy, Murdoch tiene mucho más en su mente que los periódicos. Además de monitorear las operaciones de cine y TV de News Corp. en EE.UU. y sus intereses en la TV satelital en otras regiones del mundo, también se enfrenta a las transformaciones causadas por Internet.