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Encuentro no, despedida

Fuentes: La Jiribilla

En el más reciente informe sobre el presupuesto militar presentado ante el Congreso norteamericano alarman los datos sobre los 517,8 mil millones de dólares previstos por este concepto para 2010, e inquieta también la solicitud de unos 708 millardos de dólares para 2011 anunciada por el presidente Barack Obama. A propósito del tema, el periodista […]

En el más reciente informe sobre el presupuesto militar presentado ante el Congreso norteamericano alarman los datos sobre los 517,8 mil millones de dólares previstos por este concepto para 2010, e inquieta también la solicitud de unos 708 millardos de dólares para 2011 anunciada por el presidente Barack Obama.

A propósito del tema, el periodista David Brooks expone en un artículo para La Jornada que «Robert Gates, secretario de Defensa, declaró a reporteros que al desarrollar estrategias militares se debe tomar en cuenta que se enfrenta un mundo donde las amenazas más probables y letales emanarán de estados fracasados o fracturados. Gates y los jefes del estado mayor enfatizaron que hay una gama de nuevos desafíos que van más allá de los marcos tradicionales. De hecho, elevaron el universo del ciberespacio como un nuevo terreno de conflicto».

Mientras los analistas tratan de explicar las razones para la aprobación del gasto militar más grande de la historia, según un estudio comparativo hecho por Doug Bandow del Cato Institute de Washington publicado en El Universal, y teniendo en cuenta el contexto de una crisis económica global, que ya está registrando profundas huellas sociales, en el cual esto ocurre, algunos se detienen en tratar de descifrar el significado de la noticia sobre la posibilidad de que el sitio digital Cubaencuentro.com se despidiera de sus seguidores, la cual circuló en Internet, convenientemente poco replicada aunque con las consiguientes versiones sobre posibles causas y azares.

Por un lado, el Presupuesto de Defensa de los EE.UU. parece una gran fuente que no cesa de manar, y por el otro se anuncian cierres imputados a faltas de financiamiento. Con tan cuantiosas sumas de dinero previstas para gastos militares podría pensarse que todos los proyectos posibles destinatarios de estos fondos para la subversión de los órdenes establecidos por otros estados o grupos sociales, sobre todo aquellos que habitan en el «peligroso» mundo digital, gozan de buena salud; pero una vez más se constata que en tiempos de crisis se vuelve recurrente la alegoría del barco que se hunde y quiénes son los primeros en abandonarlo.

El escritor Pablo Díaz Espí, ex director editorial de la versión digital de Encuentro, en una carta dirigida a los lectores, afirmaba que su renuncia se debía a «la falta de visión del proyecto», que «se ha desvirtuado». Qué visión y quién lo desvirtuó nunca se dejó muy claro en el mencionado anuncio; pero según adelantaron los editores, tras su renuncia, el equipo del sitio comenzaría a trabajar para presentar Diario de Cuba que, al decir del propio Espí, nace sin ninguna ayuda institucional y aspira a constituirse en «un espacio de opinión plural que contribuya a enriquecer la cultura y la política cubanas».

El otrora directivo de Cubaencuentro afirma también que «Diario de Cuba garantizará el periodismo honesto y la pluralidad de opiniones, promoviendo, además de la información, el análisis, la opinión y el entretenimiento». Habría que preguntarse cuánto de diferente como propuesta editorial tendrá realmente este sitio y si realmente unos redactores que abandonaron el anterior por falta de financiamiento serán capaces de sostener esta «nueva publicación» a través del, «¡oh terrible término!», trabajo voluntario.

Cubaencuentro surgió en el año 2000 como un modo de poner en la red la revista Encuentro que se editaba en Madrid desde el año 1995 y pertenecía a la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana (AECC), con lo cual sus objetivos y propuestas «culturales» con respecto a Cuba seguían los mismos lineamientos que los de esta asociación base.

En esa dirección apuntan los resultados de una investigación de José Antonio García Miranda publicada en 2002 en un dossier de La Jiribilla titulado «Encuentros, desencuentros» en la cual se aseveraba que «Un análisis de los contenidos de los dieciséis números de Encuentro (algunos de ellos dobles), revela que el 52,4% de su espacio, el 45,9% de los textos, y prácticamente todos sus trabajos de fondo, son absolutamente políticos… Esta politización resulta aún más descarnada en la versión digital de la revista Encuentro en la Red… Si se despojara a Encuentro de su barniz cultural, quedaría al desnudo una agenda política completamente coincidente con la del gobierno norteamericano y la ultraderecha de origen cubano».

García Miranda recordaba también que una revista llamada Encounter (Encuentro) aparecida entre 1953 y 1967 fue financiada por la Fundación Farfield con dinero que recibió de la CIA. Aquella «primera temporada» ocupó, según Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural, «una posición clave en la historia intelectual de la posguerra».

Varias décadas después el ecuménico nombre intentó posicionarse nuevamente en la palestra; pero su financiamiento despertó también la suspicacia de unos y las sospechas de otros. Pronto comenzaron a aparecer las primeras revelaciones acerca de quiénes verdaderamente financiaban estos «encuentros». En el citado artículo, Miranda explica: «Años después, aparece otra revista Encuentro, esta vez en español y de mucha menos calidad que su antecesora, que recibe también fondos procedentes del gobierno de EE.UU., a través de la National Endowment for Democracy y la Fundación Ford, junto a contribuciones del Instituto de Cooperación Iberoamericana de España, y el Instituto Open Society, de EE.UU. Inicialmente, Encuentro había recibido fondos del Centro Internacional Olof Palme y del Partido Socialdemócrata, de Suecia.»

Según refiere el periodista español Pascual Serrano en su texto «Sin dinero no»: «la revista Encuentro lleva recibiendo fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) al menos desde el año 2000. Solo en 2008 recibió 500 mil euros de esta institución perteneciente al gobierno de España. A esta cifra hay que añadir el dinero recibido de la Dirección General del Libro del Ministerio de Cultura español; gobiernos regionales españoles (Junta de Andalucía, Comunidad Autónoma de Cantabria, gobierno de Aragón); una institución europea (Iniciativa Europea para la Democracia y los Derechos Humanos, Comisión Europea); banca pública española (Fundación ICO, Fundación Caja Madrid); instituciones ligadas al gobierno estadounidense (National Endowment for Democracy ―1.033.135 dólares entre 2000 y 2007―, The Ford Foundation ―400 mil en 2008―, The Open Society Institute, Cuba Study Group) y organizaciones ligadas a la internacional socialdemócrata (Centro Internacional Olof Palme de Suecia y Fundación Pablo Iglesias de España).»

Afirma Pascual Serrano que «Encuentro se creó en España de la mano del periódico El País en el año 1995. Muchas de las informaciones de la revista son rebotadas posteriormente en el diario del grupo Prisa (ver 30 y 31 de julio 2003). Ambos medios coordinaron un manifiesto contra Cuba en abril del año 2003.» Muchas otras coberturas pueden dar fe de la estrategia editorial del Grupo Prisa respecto a la Isla. Valdría preguntarse: ¿casualidad o comunidad de intereses?

Con tanto dinero y apoyo de por medio, nadie logra una explicación convincente para entender los verdaderos porqués sobre los despidos que en octubre del pasado año comenzaron a sucederse. Fue mayor la sorpresa cuando el 4 de diciembre de 2009 apareció en la web de la revista el comunicado a los lectores donde se informaba que el equipo completo de la publicación abandonaba el proyecto, precisamente por falta de… ¡¿dinero?!

El texto señalaba que desde el 7 de octubre el equipo de redacción y el de la revista impresa habían dejado de cobrar y estaban trabajando -ya desde entonces- de forma voluntaria, y junto a ellos muchos de sus colaboradores también continuaban «entregando sus textos sin recibir honorarios a cambio».

Y afirmaba: «un proyecto como este solo puede continuar exitosamente desde otro modelo de gestión», por lo cual, «ante esta situación, nos vemos obligados a interrumpir definitivamente nuestro trabajo en este portal». En otras palabras: la desbandada.

Habría que preguntarse cómo hubiera sorteado estos vaivenes el gestor principal del proyecto, el cineasta, escritor y periodista Jesús Díaz quien defendía lo que rezaba en el editorial del primer número de la revista impresa: «ENCUENTRO DE LA CULTURA CUBANA no representa ni está vinculada en modo alguno a ningún partido u organización política de Cuba o del exilio». Ya se ha podido constatar quiénes han estado detrás de cada cheque o intereses editoriales. No obstante, el «crédulo» Jesús seguía afirmando que la publicación «solo aplicará el criterio de calidad en la selección de sus colaboraciones» y que «A partir de estas premisas (…) estará abierta a puntos de vista contradictorios e incluso opuestos, dará acogida y aun estimulará las polémicas». Lo que nunca imaginó JD es que las contradicciones estuvieran en el propio seno de quienes estaban predestinados a sostener su añorado Encuentro. El chiste de turno en los pasillos de Internet es: «Dios los cría y Anabell los desjunta».

No hay duda de que desde aquellas reuniones y textos fundacionales trataron de encubrir bajo una apariencia loable los objetivos de Encuentro. Insistían en hacernos creer que se proponían reunir en una misma publicación autores cubanos de dentro y fuera de la Isla, pero ya se sabe que de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el Dinero. Ni siquiera algunos de sus colaboradores o los autores reaccionarios del «exilio» comulgaban con esta revista; algunos se olían el gato, aunque no estuviera encerrado.

Dentro de un artículo lleno de acusaciones a la publicación en el cual pretendía desmontar los motivos de su nacimiento, la escritora Zoé Valdés reclamaba y aseveraba a un tiempo: «El móvil más peligroso, y el tercero ―igual me equivoco en el orden― ha sido el del dinero. Recibieron ayudas y subvenciones inimaginables, como no ha recibido ninguna revista en el exilio, que se perdieron en la noche de los tiempos. ¿A dónde fueron a parar esas ayudas?».

A propósito de la estampida anunciada, el antiguo codirector de Cubaencuentro, Antonio José Ponte, explica que renunciaba a sus responsabilidades porque la presidenta, Annabelle Rodríguez, «antepone su interés personal al interés general del proyecto». En una carta distribuida a los miembros del Consejo Editorial, Ponte cuestiona que se despidiera a la totalidad de los empleados de la revista y el diario, excepto a la presidenta de la Asociación, y se mantuviera la oficina en funcionamiento, «con todos los gastos que ello supone». O sea, que el dinero no fuera repartido a partes iguales como en las películas del oeste, sino que solo una persona se lo embolsillara.

En un blog habitual en Internet se publicó un comentario sobre la noticia del cierre que afirmaba lapidariamente que ante una situación similar la cucarachita «Martina, más realista, se preguntaba naturalmente ‘¿Qué me compraré?’ aceptando que el dinero establece las fronteras del mundo y de las cosas». En conclusión: No money, no work. Si no hay dinero, no hay encuentro.

Entre quienes abandonaron el barco, ahora que hace aguas, estuvieron también el poeta y periodista Raúl Rivero, el profesor de la Universidad de Kentucky Enrico Mario Santí y el ex director de la revista Unión, el escritor Jorge Luis Arcos. Este último afirmó además en una carta que «después de los últimos y amargos sucesos» tiene la «suficiente información como para no querer participar» en la «resurrección» de Encuentro «bajo la actual presidencia». Hasta para ellos que ya tienen cierta experiencia en eso de abandonar posiciones también es válido el viejo grito de: ante el desastre, sálvese quien pueda.

De cualquier manera, lo cierto es que las noticias acerca de que la salud del sitio venía quebrantándose, rondaba hacía rato. En febrero de 2008 el activo blogger Jorge A. Pomar avisaba: «el cadáver de Encuentro hiede» en un artículo titulado premonitoriamente ¡Encuentro ha muerto!… ¿Viva Encuentro?» y que terminaba con las satíricas estrofas:

¿’Encuentro’ ya falleció?
¿Y de qué habrá muerto ‘Encuentro’?
Ha muerto de desencuentro.
Del desencuentro murió.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2010/n458_02/458_00.html