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Chávez en los medios españoles

Enemigo número 1

Fuentes: El Viejo topo

Más allá de la anécdota real, los medios de comunicación españoles han estado dedicando a Venezuela, y más  específicamente a su presidente Hugo Chávez, una atención desmesurada. Lo había observado ya Pascual Serrano hace unas semanas, antes del referéndum de la reforma constitucional: la atención prestada a Chávez (obsesión, diría yo) sobrepasa en mucho a […]

Más allá de la anécdota real, los medios de comunicación españoles han estado dedicando a Venezuela, y más  específicamente a su presidente Hugo Chávez, una atención desmesurada. Lo había observado ya Pascual Serrano hace unas semanas, antes del referéndum de la reforma constitucional: la atención prestada a Chávez (obsesión, diría yo) sobrepasa en mucho a la concedida a cualquier otro político de cualquier país, salvo quizá a Bush por razones obvias. Por ejemplo: el día siguiente del referéndum, El País dedicaba la portada y las cuatro primeras páginas interiores a Venezuela, mientras que las elecciones rusas, con trampas incluidas, merecían sólo una página.

Esta obsesionitis da qué pensar. Es general: la sufre desde la prensa socioliberal (El País, El Periódico…) hasta la conservadora (ABC, El Mundo, La Vanguardia…), siempre descalificando a Chávez.

En la radio, el asunto es incluso más llamativo: Carlos Herrera (Onda Cero) suele referirse a Chávez como el «orangután», mientras el inefable Jiménez Losantos lo califica sistemáticamente, entre otras lindezas, de «gorila rojo». Insultos que han alcanzado su cénit en alguna televisión, como en Tele 5, donde Giménez Arnau distinguió, si no recuerdo mal, al presidente venezolano con los epítetos de «borracho y ladrón».

Pero, sobre todo, resulta notable que tanta atención se centre exclusivamente en las incontinencias verbales a las que es tan aficionado Chávez, o en algunas estridencias escenográficas (ya saben, rancheras y cosas por el estilo), mientras se ignoran – d e l i b e ra d a m e n t e, claro- las ra zones que hacen que incluso en el momento en el que el presidente ve rechazada su propuesta, el 63% de los ve n ezolanos sigan concediéndole su apoyo según las encuestas. Digo yo que algo verán de bueno en este hombre para seguir apoyándolo.

Por supuesto, Chávez, como cualquier otro político del planeta, ha cometido errores. En este mismo número Juan Carlos Monedero da cuenta de algunos. Aunque no tan graves, desde luego, como los cometidos por Bush, Aznar o Blair, que han costado decenas de miles de vidas. Pero errores, al fin y al cabo. Es lógico que los medios den cuenta de ellos. Lo que ya no resulta tan lógico, es que se nos oculte cuando acierta. ¿O es que todo lo hace mal?

Puede decirse, con razón, que la práctica totalidad de los medios de comunicación españoles están en permanente campaña contra Chávez. ¿Por qué?

Sólo hay un motivo que puede explicar tanta inquina: que Venezuela representa hoy la única alternativa real al neoliberalismo rampante de Occidente. Con sus aciertos y sus errores. Si Venezuela consigue evolucionar pacíficamente hacia un nuevo modelo de sociedad distinto a la capitalista realmente existente, puede ser un modelo a imitar a nivel planetario.Y eso, al parecer, hay que evitarlo por todos los medios.

Salvando todas las distancias, con Salvador Allende pasó algo parecido: Chile podía convertirse en un modelo, y ya sabemos cómo acabó aquel intento. Claro que en aquella época ni los periodistas ni los intelectuales españoles habían claudicado de la forma vergonzosa en que lo han hecho, abandonando toda actitud crítica hacia el sistema y defendiendo a capa y espada a las transnacionales «españolas» que están explotando concienzudamente los recursos latinoamericanos. Por eso, Allende ha quedado en el recuerdo como un héroe, mientras que para la mayoría de los españoles, sabiamente manipulados por los media, Chávez no es más que un «loco», un «charlatán populista», alguien que está llevando al abismo a su país, a pesar de que los venezolanos, tozudos ellos, le siguen votando.

Resumiendo: ladran, luego cabalgamos.