Recomiendo:
0

Escándalo

Fuentes: www.javierortiz.net

Como canta Raphael: «Es un escándalo». Veo en internet a estas horas de la madrugada (escribo pronto: salgo de viaje) las peleas entre elpais.com y elmundo.es, en las que cada cual asegura a su parroquia que es el más visto. Me entraría la risa si no tuviera los mecanismos del humor un tanto averiados por […]

Como canta Raphael: «Es un escándalo». Veo en internet a estas horas de la madrugada (escribo pronto: salgo de viaje) las peleas entre elpais.com y elmundo.es, en las que cada cual asegura a su parroquia que es el más visto. Me entraría la risa si no tuviera los mecanismos del humor un tanto averiados por las explicaciones de algunos humoristas que tratan de convencer a la sociedad biempensante de que ellos sólo son bufones del rey, pero, en el fondo, tan monárquicos como el que más.

Lo de las ediciones digitales es de auténtica coña. ¡Qué manera de retorcer las cifras! Como me toque la lotería, fundo una empresa de auscultaciones y hago que saque un comunicado afirmando que javierortiz.net tiene más visitas que la CNN y YouTube juntos. Y a ver quién sabe si Reivaj/Zitro es más fiable que Nielsen/NetRatings.
El País asegura que su éxito, ése que su rival niega, se debe «en gran parte, al fomento de la participación del lector». O sea, que su gran mérito consistiría «en gran parte» en haber logrado que otros trabajen gratis para su causa. Genial. Si dijera: «Nuestro éxito se debe a que informamos más y mejor que todos los demás», mentiría, pero por lo menos sería una mentira con pretensiones de excelencia profesional. Nada, no: de lo que presume es de lo bien que se aprovecha de terceros.
Obsérvese que, además, se trata de una rivalidad meramente cuantitativa: «Me miran más». Nada de «me miran mejor», ni de «se fían más de mí». Estamos en el reino del célebre lema: «Un billón de moscas no puede equivocarse. ¡Come mierda!».
Es posible que se trate estrictamente de eso.
No sé cómo soy capaz de seguir escandalizándome.
Hubo una mañana, en la época en la que coincidí con Ernesto Ekaizer en la tertulia radiofónica de Onda Cero, en la que ambos tuvimos una agarrada, porque se me puso muy borde, como si él fuera Jesús Polanco y yo Pedro J. Ramírez. Sólo que él ejerció de Polanco y yo me negué a ejercer de Ramírez. En directo se lo dije varias veces: «Si quieres meterte conmigo, cita lo que he dicho o he escrito yo. Si quieres meterte con Pedro J., dirígete a él». En una pausa publicitaria, le aconsejé: «No sé por qué te pones así. Hoy tú trabajas para un patrón, pero lo mismo mañana te toca trabajar para otro. Deberías tomar más distancia.» Creo que tuvo en cuenta mi admonición, pero para hacer lo contrario.
El espectáculo que nos acaba de proporcionar casi toda la cuadra de Prisa arrastrándose ante el brazo incorrupto de Polanco, cada cual empeñado en demostrar que es más pelota que el de al lado, me ha producido vergüenza ajena. Me recordó el título de una sección que tuvo durante algunos meses Jorge Martínez Reverte en un semanal. La llamó «Me pagan por esto». En principio no tendría por qué estar mal. Todo depende de lo que sea «esto».
Os invito a un ejercicio curioso: repasad, dentro del universo de empleados y colaboradores de Prisa, quiénes no han considerado de buen gusto subirse al coro. Porque los ha habido.
Es un ejercicio que no me inquieta, en la medida en que puedo invitar también a quien quiera a que repase la hemeroteca de El Mundo buscando las alabanzas que yo haya publicado cantando las excelencias de su (mi) patrón.
Hubo un día en que escribí, en plan irónico y parodiando una estupidez patrioteril de Rafael Vera: «Contra el patrón, como contra la Patria: ¡con razón o sin ella!».
No es ni ético ni estético hablar bien del que te paga, aunque creas que lo merece. ¿Cómo podrá saberse si lo haces porque lo piensas o porque no eres sino otro lameculos más, de los que llenan ya todas las redacciones y todas las empresas?
Vuelvo a lo de Raphael: todo esto es un escándalo. Pero lo más escandaloso es que estamos perdiendo la capacidad de escandalizarnos.