A todos se les llena la boca condenando esa «lacra social» y claman contra la humillación que supone lo que eufemísticamente denominan «el oficio más viejo del mundo», pero a la hora de la verdad se forran con las prostitutas. Los periódicos españoles -El País, El Mundo, El Periódico de Catalunya…- llevan muchos años ganando […]
A todos se les llena la boca condenando esa «lacra social» y claman contra la humillación que supone lo que eufemísticamente denominan «el oficio más viejo del mundo», pero a la hora de la verdad se forran con las prostitutas. Los periódicos españoles -El País, El Mundo, El Periódico de Catalunya…- llevan muchos años ganando cientos de millones con los anuncios de prostitución y parecen dispuestos a seguir haciéndolo.
«Madre. Hija demostrable, nos da morbo compartir la cama contigo, disfruta con nosotras». O «Abuela cachonda», «Aniñados deportistas», «18 años colegiala, te recibo sin braguitas (…) recibo sola, hago francés natural tragando, griego, beso negro, 69». ¿Le parece fuerte leer esto en un periódico? Pues se publican anuncios como estos cada día. Estos han sido cogidos de las cuatro principales cabeceras en su edición de este martes. Pero hay más.
Con notable gracia, escribía no hace mucho Antonio Burgos que, menos L’Osservatore Romano, todos los periódicos tienen su barrio chino:
«Llamo barrio chino a la sección de anuncios breves donde se ofrecen casas de masajes, mulatas de pechos grandes, viudas ardientes y amigas que reciben en lencería, por no hablar del parte meteorológico de la lluvia dorada o de la filología del francés y el griego.»
Es obligado coincidir con Don Antonio en que «casi toda la prensa está apoyá en el quicio de la mancebía».
Hay una desvergonzada doble moral de los grandes diarios españoles en esto de los rentabilísimos anuncios de las casas de masajes y telefónicas industrias subsidiarias:
«Viene en la página cinco, o donde lo pongan, el estricto editorial sobre la moral y las buenas costumbres, con el habitual «adónde vamos a llegar» de cierre argumental, y 20 o 30 páginas más adelante te encuentras la sección de anuncios X, con las fotos de las señoras ofreciendo su mercancía y con la descripción de las suites para recibir parejas».
Algo se ha hablado sobre este tema, pero nada ha cambiado. Mucho se rasgan las vestiduras muchos puritanos por el sexo en televisión o las prostitutas en las calles, pero consienten que sus periódicos estén llenos de un morboso y lucrativo negocio. Los anuncios por palabras que copan nuestros medios tienen pocas palabras, más bien ofertas explícitas para conseguir sexo.
La prostitución constituye en la actualidad una forma de esclavitud tal como lo reconoce Naciones Unidas y es un gravísimo atentado a la dignidad de la mujer. Además, desde la Unión Europea se recuerda que la prioridad debe situarse en la lucha contra el tráfico de mujeres y niñas y su explotación sexual.
Pero en las ediciones de los cuatro principales periódicos de nuestro país las cifras cantan. El País llevaba este martes 702 anuncios por palabras de contenido sexual por 672 de El Mundo. Por su parte, ABC 225 y 91 La Razón. Y este martes ha sido sólo un día más.
El caso de El País
El redactor José Sanz publicó hace unos días en Rebelión una nota al respecto. En ella se preguntaba sobre el tema a Soledad Gallego-Díaz, periodista de El País que ha sonado con fuerza en múltiples ocasiones la dirección del periódico:
Soledad Gallego-Díaz: «A mí me parece fatal que los publiquen. ¿Puedo conseguir que los quiten? No».
Pregunta: «¿Si a usted le parece fatal, ¿no puede hacer algo, quién podría hacer algo?»
SG-D: «Los lectores pueden hacer algo, pueden dejar de comprar el periódico (…) Puedes escribir al periódico, organizar envíos masivos de cartas protestando por eso, obviamente yo trabajo allí y difícilmente yo puedo organizar eso [risas] pero no tengo ningún inconveniente en que se haga desde fuera».
El tema en absoluto es para tomárselo a broma. En el artículo se ataca con dureza la respuesta dada:
«La periodista sonrió, y la mayoría del público se rió, pareciendo encontrar lógico que, puesto que ella trabajaba allí, claro, cómo iba a organizar algo. ¿Qué ha pasado en este país? ¿Tan baratos eran los principios, las convicciones, los ideales? (…)
¿Sería tan extraño, tan cansado, tan costoso, quizá tan arriesgado, que un grupo de trabajadoras y trabajadores de El País reclamara a su periódico la supresión de anuncios de clasificados en el caso de que, como a Soledad Gallego-Díaz, le pareciera fatal su publicación?».
Una lacra en todos los periódicos
El problema que trasciente no es, obviamente, la hipocresía de ciertos discursos morales cuando un gran volumen de dinero entra en las arcas de los medios gracias a estos anuncios. El problema es el vacío legal que dejan: detrás de esos números de teléfono existen, en demasiados casos, ejemplos de prostitución no voluntaria (la Policía estimó hace un año que el 85% de las personas que ejercen la prostitución no lo hacen de forma voluntaria). Y existen, también, casos en los que errores o «bromas» de mal gusto han llevado a gente a llamar para que se publique el número de teléfono de alguna persona conocida.
El tema también se trató hace tiempo en otro portal de Internet. La noticia, fechada un par de años atrás, recogía cómo Marjorie Scardino, una alta directiva del Grupo Pearson (editor, entre otros, de Financial Times y The Economist) y anteriormente accionista del Grupo Recoletos (Marca, Expansión), se asombraba de que España sea el único país europeo donde la prensa de calidad publique anuncios de prostitución y obtenga de ello pingües beneficios y manifiesta haber protestado por ello, tal y como recogía la revista Época en diciembre de 2000.
Basta echar un vistazo a la prensa de cualquier día para ver la cantidad de anuncios por palabras que se destinan a contenidos sexuales y cuántos a otro tipo de ofertas (inmobiliaria, motor o similares). La gran mayoría de los anuncios «clasificados» realmente se podrían clasificar en una sola categoría.
Estos servicios, que usualmente se etiquetan como «contactos», o aún más eufemísticamente ‘scort services'(servicios de acompañamiento), suelen ser presentados de formas aparentemente inofensivas. En ABC y El Mundo se opta por «Línea erótica», «Masajes», «Relaciones personales» o «Relax», opción esta última tomada también por El País. En La Razón se va también hacia «Línea erótica» o «Salud».
Mujeres forzadas a vender su cuerpo
Pero, a pesar de que engañosamente alguien pueda pensar que son particulares que únicamente busca (u ofrece) sexo, nada más lejos de la realidad: tal y como recoge la Real Academia de la Lengua, a la «actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero» se la conoce como prostitución. Estos textos están sacados de nuestros periódicos de este martes:
«Pies lujuriosos, transformismo, lavativas, coprofilia».
«Precio. Oferta. Jovencita, rubia, pequeñita».
«Travesti. Aberraciones, sumisión (…) faldita corta, cómeme».
«Coñitos calientes».
«Lluvia dorada. Coprofilia»
«Lolitas calientes para que te montes el trío que siempre has soñado chupándotela una por cada lado (…) Se te pondrá dura cuando llegues y participar con francés a pelo hasta el final jugando con tu leche».
«Soy tu chica viciosa. Cariñosa, me encanta que levantes mi faldita, me comas y me folles por detrás. No termino hasta chuparme tu leche».
Muchos de estos anuncios, como se puede leer, tienen contenidos altamente sexuales a disposición de cualquiera que abra un periódico. Uno de esos serios que se jactan de ser guardianes de la moral. Y nadie se libra de esta lacra, ya que la prostitución también hay famosos en venta:
«Exfutbolista. Impresionante cuerpazo, superdotado».
«Woman, servicios exclusivos. Modelos de pasarela y televisión. Portadas de revistas Nacional e Internacional. Famosas 1.000 euros».
La situación fuera de nuestras fronteras
En la prensa extranjera la situación es bien diferente. Uno de los casos más sonados fue el de The International Herald Tribune, que decidió en 2003 no publicar más anuncios de este tipo cuando comenzaron a aparecer informaciones acerca de una red de prostitución que utiliza este tipo de anuncios. La razón aducida por el presidente del diario era que este tipo de publicidad no encaja «con los estándares y valores de la compañía».
Tal como publicó El Semanal el domingo 7 de Diciembre de 2003, la prostitución en España «es un negocio de 2 billones de pesetas (unos 1.200 millones de euros). Por aquel entonces unas 300.000 prostitutas trabajaban en las calles o en alguno de los entonces 1.000 prostíbulos que se tenían contabilizados. La situación hoy es aún más dramática».
El País y El Mundo son los periódicos más importantes de España y también los que más anuncios de este tipo tienen. Tal y como recogía el semanario Alba, el negocio deja pingües beneficios en las arcas de los periódicos:
«Los porcentajes y el número de anuncios diarios de prostitución fluctúan, pero algunos datos son especialmente significativos. Por ejemplo, un día laborable cualquiera, en estos cuatro medios impresos nacionales, se puede contabilizar una media de doscientos a quinientos anuncios de contactos, aumentando en más de cien los fines de semana.
El precio medio por palabra está en torno a un euro o euro y medio, y el módulo, con o sin foto, entre setenta y cien euros. Si una página de clasificados de El País contiene una media de 1.600 palabras y un total de 20 módulos en cada hoja, sus beneficios por página y día de estos anuncios es de 3.700 euros.
Por las tres páginas y media de anuncios de contactos la suma asciende hasta un total de 13.000 euros, que al mes se traducen en más de 400.000 euros. A final de año, El País obtiene unos beneficios en torno a cinco millones de euros, que son cerca de ochocientos millones de las antiguas pesetas».
Atentado contra la condición femenina
También se ha tratado el asunto en Mujeres en Red:
«La Ley Tura habla de libertad y autonomía de las mujeres, pero ¿qué tipo de autonomía pueden tener el 90% de las mujeres que según datos oficiales ejercen la prostitución bajo presión de las redes de proxenetas? (…)
Pero retomemos el papel de los medios de comunicación en este debate (…) no es desdeñable el balance económico que emana de los departamentos de publicidad de los periódicos… ¿Se han fijado ustedes en la cantidad de anuncios sobre prostitución que publican los periódicos? ¿Han calculado las cantidades que están representando en beneficio neto para estos medios? No hay distinción ideológica sobre el color del dinero. Y además, ¿Cómo estar en contra de esta propuesta de ley que dedica un artículo específico a blindar la exclusividad de la publicidad de los ‘servicios sexuales’? a los periódicos?
Esta lacra ha encontrado un hábitat perfecto en la red. Durante los últimos diez años, los usuarios de Craigslist (que, además de su versión central tiene una versión para Madrid) han tenido al alcance de un ‘click’ encontrar apartamento, un trabajo o amistades, pero en los últimos tiempos el sexo se ha abierto camino en este tablón de anuncios virtuales.
La criatura crece en la red
El ‘dating’, como los estadounidenses denominan a tener una cita, implica tiempo, una búsqueda y un plan, por lo que, en grandes ciudades como Nueva York, es bastante popular usar Internet para encontrar lo que algunos llaman «gratificación instantánea».
Con cerca de cinco millones de visitas mensuales, el área de contactos personales de Craigslist se ha convertido en un referente para aquellos que buscan contactos sexuales esporádicos.
Pero esta popularidad se ha convertido en un arma de doble filo y en los últimos meses las fuerzas de seguridad de diversos estados han detenido a varias mujeres por ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero a través de esta web.
Mensajes que proponían «masajes explosivos» o «servicios eróticos» a cambio de un donativo -que puede llegar a los 250 dólares-, levantaron las sospechas de la policía de un país, los EEUU, donde la prostitución está prohibida y se castiga con dureza.
Diferentes tipos de prostitución
Uno de los anuncios más llamativos procede de Florida, donde varios varones ofrecen compartir apartamento «por un dólar al mes, ayuda en las tareas del hogar y relaciones sexuales dos veces por semana».
A pesar de que ofrecer alojamiento a cambio de sexo es un terreno novedoso, el sargento Sullivan, de la policía de Miami, aseguró al periódico Miami Herald que es «una forma de prostitución porque están seduciendo a mujeres jóvenes a cambio de dinero».
El anonimato es una las características del portal más apreciadas por sus usuarios, ya que pueden ofrecer todo tipo de contactos ocultos tras una dirección de correo electrónico, lo que hace casi imposible su persecución.