Esto es lo que viene a decir el editorial del 1 de enero del periódico español El Mundo.Empiezan diciendo que no se alegran de que no se haya producido la liberación, que eso está mal, pero lo utilizan sólo como una coartada para lanzar su ofensiva de siempre, contra el mismo de siempre.Atacan a Chávez […]
Esto es lo que viene a decir el editorial del 1 de enero del periódico español El Mundo.
Empiezan diciendo que no se alegran de que no se haya producido la liberación, que eso está mal, pero lo utilizan sólo como una coartada para lanzar su ofensiva de siempre, contra el mismo de siempre.
Atacan a Chávez -qué sorpresa- culpándolo de todo y librando de toda responsabilidad al presidente colombiano, Álvaro Uribe, su mandatario sudamericano favorito. No critican el verdadero espectáculo mediático, el del Jefe de Estado neogranadino, escoltado por todos sus hombres de confianza, lanzando como casi cierta una hipótesis sin comprobar, y vociferando sus palabras ante la prensa. Eso sí que fue hecho «en silencio, con discreción, pensando sólo en la seguridad de las víctimas y no en éxitos propagandísticos». Claro.
No contentos con eso, lanzan la descabellada hipótesis de que los retenidos están en Venezuela, pero las FARC preferían arriesgarse a atravesar todo el territorio colombiano, esquivando los ríos, los peligros de la selva, al ejército de ese país, a los paramilitares y animales salvajes (valga la redundancia). Unos 400 Km de obstáculos a sortear en terreno selvático, hostigados por ejércitos enemigos, y a recorrer en tres días. Con un niño de tres años. A pie.
De ser cierto que los retenidos estuvieran en Venezuela, lo que habría hecho las FARC hubiera sido acercarse a la frontera con Colombia, y entregarlos a la Guardia Nacional venezolana, fingiendo que los traían desde el lado colombiano de la frontera. ¡Así de simple! ¡Así de lógico! Pero la lógica, así como la ética, están muy lejos de la línea editorial de Pedro J. Ramírez y sus asalariados.
El Mundo debería preguntarse por qué los familiares de los retenidos critican tanto y con tanta saña a su consentido presidente intachable, Uribe Vélez. Algo habrá hecho. ¿Cuándo los familiares de algún secuestrado por ETA se puso en la historia de España contra el gobierno español de turno? ¿Cuándo acusaron al gobierno español de oponerse a una liberación de secuestrados por oscuros intereses políticos? Pregúntense el porqué de esa diferencia.
Lean el editorial y opinen por ustedes mismos. Rebosa alegría porque la operación no se llevara a cabo (por ahora), y supura rencor a Chávez por estar tan cerca de conseguir en cuatro meses lo que su ejemplar niño inocente, Uribe, no ha logrado en cinco años.
En una frase: «Está mal alegrarse… pero nos alegramos».