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Homenaje a los periodistas que intentan informar

Estrategia para no ser un mono ciego, sordo y mudo

Fuentes: Comité de Solidaridad con la Causa Arabe

Si en las guerras se planifica el cómo influir en las opiniones públicas y hacerlas refractarias al uso de la fuerza e ignorantes de las razones que impulsan a sus promotores con señuelos trabajados en departamentos de mercadotecnia, en la posguerra ocurre eso y más. En este caso, los promotores de la guerra contra Iraq […]

Si en las guerras se planifica el cómo influir en las opiniones públicas y hacerlas refractarias al uso de la fuerza e ignorantes de las razones que impulsan a sus promotores con señuelos trabajados en departamentos de mercadotecnia, en la posguerra ocurre eso y más.

En este caso, los promotores de la guerra contra Iraq ya habían hecho ensayos en la invasión de Granada, Panamá o el estropicio de Somalia. Había todo un tratado de cómo intervenir y trasladar a las opiniones públicas segmentadamente las intervenciones en los territorios balcánicos. Y, además, contaban con el factor del ‘cansancio’ popular.

Las personas occidentales maleducados en el lenguaje del acontecimiento, del suceso, en la vertiginosidad de los periódicos o de los telediarios ríos que aplastan los titulares de un día para otro, prestamos poca atención y huimos de los análisis, de la perspectiva y la reflexión del porqué de las causas que son el soporte de los eventos o hechos que si no son leídos conjuntamente y con su cronología aparecen como una pleyade de brutalidades sin sentido y acaban imponiéndose eslóganes de ‘paz’ ante todo y como sea, sin mirar que lo que se está apoyando es un estatus quo impuesto por la tiranía del más fuerte, caso de Palestina o, simplemente, el hastío y el aburrimiento. ¡Que lo resuelvan -y ya no se plantea el cómo, ni el porqué, ni quiénes, ni para qué- ellos!

Fran Sevilla, redactor de Radio Nacional, tras acabar su secuestro o aprisionamiento por parte de una facción en Iraq, mostraba que el seguir la noticia en este caso el enfrentamiento de las milicias de Al Sadr contra el ejército de ocupación estadounidense, era peligroso, pero que era imprescindible si queríamos tener una lectura diferente a los comunicados del departamento de propaganda de Washington. El no estar presente, equivalía a hacer las crónicas desde los hoteles de la línea verde a base de las filtraciones de ese u otros departamentos de propaganda, como bien ha descrito, Robert Fisk desde The Independent.

Todo esto viene a cuento para resaltar que, ante la carencia del ocupado de poder transmitir sus ideas y preocupaciones, perseguidos y encarcelados los disidentes de la ocupación, los ojos, oídos y boca de lo que está ocurriendo allí, en Faluya, Kirkuk y en todo Iraq depende de que personas, como los periodistas, en su día también los brigadistas internacionalistas, transmitan sus crónicas.

Esto también vale, quizá, para los periodistas empotrados. Ellos son un reflejo de la realidad precaria de una profesión y los intentos por parte del atacante de humanizar su agresión. En todo caso, no vale ningún corresponsal especial ‘paracaidista’ que le den sucesivamente a cubrir el campeonato de balonmano, el rumor de una crónica rosa o a los pobres palestinos de las chabolas de Sabra y Chatila sin saber nada de cada una de las cosas más que la charla con otro ‘colega’ en el tramo aéreo del acontecimiento.

Por todo esto, entre la planificación del cansancio mediático, la facilidad ‘informativa’ de las crónicas fabricadas en videoconferencias desde los estudios del Pentágono es muy meritoria la labor de aquellas personas que intentan comprender, que buscan fuentes alejadas de los apologetas y traban contacto con los ciudadanos de la calle. De ahí, el realizar crónicas políticamente incorrectas provienen los asesinatos de periodistas y las presiones para cerrar Al Jazzera. Por supuesto, los medios de comunicación son empresas de comunicación y responden a los intereses de sus patrocinadores. Pero caben rendijas en el sistema y las crónicas abren otros espejos que afectan a la realidad del rey desnudo del imperialismo.

Y, por eso, el ataque y secuestro de esas personas va en perjuicio de la resistencia iraquí. A pesar de que exista el peligro de la existencia de espías y de personas de doble faz. Mucho nos tememos que esas acciones respondan a intereses espureos a los intereses del pueblo iraquí y estén más cercanos a una estrategia de tapar oídos, ojos y boca del resto de los ciudadanos de este mundo.

Si ahora nos congratulamos de la imposición de la Medalla al Mérito al Trabajo a Julio Anguita, José Couso, Julio Fuentes, Ricardo Ortega, Jordi Pujol, Juantxu Rodríguez y Luís Valtueña, debemos mostrar nuestro apoyo, solidaridad e insistir en su libertad de Taiysir Alony, Florence Aubenas y Giuliana Sgrena.