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Estrategias de la guerra mediática (Parte 5)

Fuentes: Rebelión

«Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana». Henrik Johan Ibsen   La mujer, salvo en épocas y culturas muy puntuales, ha sido considerada inferior, vilipendiada y maltratada por el hombre, desde que éste se dio cuenta de que tenía una breve participación en el fenomenal proceso […]

«Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana». Henrik Johan Ibsen

 

La mujer, salvo en épocas y culturas muy puntuales, ha sido considerada inferior, vilipendiada y maltratada por el hombre, desde que éste se dio cuenta de que tenía una breve participación en el fenomenal proceso en el que ella abría las piernas y daba a luz a un ser humano.

La mujer que gesta la vida de su especie en su vientre es quien cuida de la reproducción del ser humano, por tanto, resulta ser el enemigo natural de las guerras y el aniquilamiento, propios del capitalismo y las organizaciones políticas que lo anteceden y que implican la riqueza de unos pocos a costa de la pobreza de las mayorías.

En la poesía la mujer está asociada a la belleza y al amor que inspira en el hombre. En la sociedad la mujer está relacionada a la sensualidad, a la sensibilidad y a la intuición. Habría que considerar que estas cualidades y el fuerte impulso amoroso de la mujer está determinado por la naturaleza en aras de la supervivencia de la especie. Pero estas cualidades son pervertidas por el sistema capitalista, enemigo del amor. El único valor social que se le reconoce a la mujer dentro de la sociedad patriarcal es el de la maternidad porque es un hecho innegable. Sin embargo, la mujer es víctima de la mediática que apunta a mantenerla sometida a un sistema que anula su capacidad de lucha por la vida. Los medios la convierten en consumista y en objeto de consumo atribuyéndole a su género un carácter frívolo en revistas y medios audiovisuales en que aparece como tal, restándole la dignidad y el valor que tiene como ser humano. Como ya se mencionó, los medios promueven que las mujeres sean percibidas como frívolos objetos de consumo al tiempo que las hacen consumistas. La exhibición de la mujer en los medios exaltando los senos y los glúteos como si en eso consistiera su sensualidad es vergonzante. Las notas periodísticas sobre las mujeres cuya fama es directamente proporcional a tamaño de las tetas y las nalgas versan sobre chismes e intrigas amorosas que exacerban el morbo. La cantidad de productos de belleza que se venden son incalculables. La mujer como objeto de consumo y como consumista da lugar a una industria de la cual se obtienen grandes capitales.

La lucha de las mujeres ha sido omitida a lo largo de la historia, a pesar de que siempre, desde un posición desventajosa, ha enfrentado al poder y ha presentado una batalla sin tregua no sólo por su emancipación sino por la libertad, la igualdad y el progreso de la humanidad. Muy pocas mujeres han trascendido el muro mediático que las oculta, sin embargo en todas las culturas y sociedades ha habido y hay mujeres combativas y valientes que han luchado a brazo partido por su patria y que han dado su vida en la defensa de sus semejantes.

La industria cosmética y quirúrgica promueven un modelo estético y caracterológico específico al que la mujer debe aspirar para serle atractiva al hombre, lo cual no sólo la induce a un gasto superfluo sino que encima le debilita el yo al reconocer que está muy lejos del ideal físico que le imponen y de que la obligan a ser estúpida para prevalecer. En tanto la reproducción de la especie está a su cargo, la mayoría de las mujeres tienen el mandato genético de atraer a un hombre para procrear y el hombre se promueve proveedor y protector, lo cual es parcialmente falso. En alrededor del 50% de los hogares en México, las mujeres contribuyen económicamente al mantenimiento de éstos, además de trabajar sin remuneración en las labores domésticas no obstante también tiene un valor dentro de la economía nacional. Por otra parte, según el INEGI de los 31 millones de hogares en México, 6 millones son sostenidos económicamente por una mujer. En cuanto a la protección, más de 39 millones de mujeres mayores de 15 años son víctimas de violencia por parte de sus parejas. Según la CEPAL 12 latinoamericanas son asesinadas diariamente por su condición de mujer y esta cifra va en aumento. Así que las mujeres sufren de violencia económica, física y sexual. Es cierto que la condición de la mujer a lo largo de la historia ha mejorado pero todavía dista mucho de la igualdad con el hombre y los medios se encargan de que esto no suceda con la celeridad que debiera.

La mayoría de las mujeres de clases medias son vehementes defensoras de la clase alta, a la cual aspiran, y del sistema capitalista que las subyuga. Desprecian al pobre y rechazan los programas sociales que apoyan a la gente sin recursos, a pesar de que ellas mismas pueden verse beneficiadas. Cuando un país trata de liberarse del sistema capitalista, el imperio ataca a este sector de manera despiadada. Sacan del mercado todos los productos que satisfacen las necesidades de las mujeres como: productos de limpieza, cosméticos, toallas sanitarias, alimentos de bebés, en fin, todo aquello que desate la ira femenina para darle cauce en contra de un sistema de izquierda que tiende a facilitar su emancipación. Así ocurrió cuando derrocaron a Salvador Allende en Chile y ahora en Venezuela, de manera que hemos visto la furia femenina en mujeres que insultaban a Allende y entre otras cosas le llamaban comunista, cuando no. Pero aún en los países que van rumbo al socialismo o a un sistema alternativo, el machismo continúa permeando e impidiendo que la mujer tenga puestos de poder en la administración.

La ignorancia y la falta de ética está incubada en mujeres de clase media a través de las telenovelas en las que las pintan como egoístas, envidiosas, malévolas, chismosas, racistas y clasistas, mientras que la «buena» es pasiva y estúpida. La mayoría de las mujeres de clase media rechazan las protestas, son amantes de la paz de los cementerios y se remiten a procurar el bienestar de sus familias sin que les importe el colectivo. Incluso, pareciera que se sienten orgullosas de ser ignorantes y conservadoras: recientemente en una conversación sobre política, una mujer de este sector comenzó su intervención con la siguiente frase: «Yo desde la ignorancia opino que…» obviamente su opinión fue una verdadera estupidez pero ya lo había justificado. Por lo general, se oponen a la izquierda sin argumentos, sino en base a clichés, a la homosexualidad, al aborto, al ateísmo o a cualquier otra cosa que represente diversidad o tolerancia a quien es diferente. Las conversaciones y los temas que manejan se remiten a la moda, al costo de los productos, a los chismes de la farándula o de gente cercana o a repetir sin el menor cuestionamiento las opiniones de locutores pagados por el sistema para difundir rumores, mentir, crear cortinas de humo o seguir la línea editorial que conviene al capital.

Las mujeres que se distinguen por su inteligencia, su lucha social o su valor moral son omitidas de los medios y la única forma en que sus nombres saltan brevemente a la palestra pública es cuando son asesinadas: un mensaje para todas aquellas que pretendan participar, luchar y contribuir a un mundo mejor.

Las mujeres darían un combate aguerrido por la libertad, por la vida y en contra de la injusticia si no fueran tan influenciadas y bombardeadas tan despiadadamente por los medios. Charles Fourier decía que «el grado de emancipación de la mujer en una sociedad es el barómetro general por el que se mide la emancipación general».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.