Menos mal que Pascual Serrano lo ha escrito. Este libro era necesario. Esa voluntad de pacifismo reiteradamente declarada por cada gobierno y en cada editorial de cada medio de comunicación no coincide con la realidad que vivimos. Las guerras proliferan. Y funcionan económicamente de modo muy rentable para ciertos intereses. Después de Vietnam, nada ha […]
Menos mal que Pascual Serrano lo ha escrito. Este libro era necesario.
Esa voluntad de pacifismo reiteradamente declarada por cada gobierno y en cada editorial de cada medio de comunicación no coincide con la realidad que vivimos. Las guerras proliferan. Y funcionan económicamente de modo muy rentable para ciertos intereses.
Después de Vietnam, nada ha vuelto a ser lo mismo. Control, censura y mentiras han dominado los relatos informativos. Se dieron cuenta: después de que ya has hecho algo, es complicado tratar de controlar lo que dirán los medios. Hay que empezar antes, antes incluso de hacerlo. Fabricar razones para la guerra, fabricar odio, fabricar amenazas.
Vivir sin tener en cuenta a la opinión pública es un suicidio político para cualquier príncipe, ya nos lo hizo saber Maquiavelo. Los beneficiarios de la guerra procuran tener el sí del público «antes de», porque «después de» hay menos margen para amañar el guión.
Hay guerras de las que se habla en los medios. Otras de las que no. Hay pueblos, naciones, razas que las noticias estigmatizan. Hay beneficios derivados de las guerras que los medios nunca dan a conocer. Hay muros que las pantallas muestran y otros detrás de los cuales mueren cada día miles de gritos que ningún micrófono acude a grabar.
Es difícil detectar esas artimañas de la arquitectura informativa. Requiere observar distintos medios informativos, leer con atención, comparar, analizar, relacionar e interpretar. Así se desvela las trampas con las que se cultivan los climas de opinión (prejuicios, estigmas, visiones, argumentos) que apoyan el dominio violento de unos grupos humanos sobre otros. Así lo han hecho en otros momentos con resultados sumamente interesantes Noam Chomsky o Ignacio Ramonet. Y así lo hace Pascual Serrano.
Nos ilustra sobre la rentabilidad que tiene para los medios colaborar en el enfrentamiento étnico (Yugoslavia, Croacia, Haití, India…); las estrategias que han seguido distintos medios para fabricar a «los malos» (inmigrantes, musulmanes…), estigmatizar gobiernos (Venezuela, Bolivia…); las argucias de trabajo ideológico previo a la declaración de las guerras para cultivar la creencia de que hay «necesidad de intervenir» (Kuwait, Yugoslavia, Irak…); las retóricas transformistas que llaman defensa a la agresión, misión de paz a la invasión…
El libro no es una opinión, no se pierde en divagaciones, presenta un catálogo de ejemplos, análisis de casos, evidencias documentadas… que han pasado ante nuestros ojos aunque no las hayamos visto.
El lector se estremece: «¿por qué no me he enterado de ésto? Porque la propaganda inunda los medios con lo obvio. Estrategias distractivas. Y nosotros siempre con prisas sin tiempo para analizar. Pascual Serrano nos hace el favor: se detiene un momento y desbroza el espectáculo. Menos mal que lo ha escrito. Hemos contraído una deuda con él por el esfuerzo, su sensibilidad, su ágil denuncia. La forma de pagarla es sencilla: léanlo.
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