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Desenmascarados los dos principales “investigadores” del 11-S

Falsos expertos, verdaderas mentiras

Fuentes: Red Voltaire

Traducido del francés para Rebelión por Horacio Garetto y revisado por Caty R.

Jean-Charles Brisard y Guillaume Dasquié, los dos periodistas franceses reconocen que la pista saudita fue un invento. Se acabó la teoría según la cual los atentados del 11 de septiembre de 2001 habían sido financiados por los sauditas. Jean-Charles Brisard y Guillaume Dasquié, los dos seudoexpertos que la plantearon, acaban de reconocer que se equivocaron en toda la línea. Lo que queda, sin embargo, es que aquella mentira tuvo amplia repercusión internacional y que sigue sirviendo de fundamento a quienes afirman que Estados Unidos no debería haber atacado a Irak sino a Arabia Saudita. La Red Voltaire retoma el análisis de aquel increíble engaño mediático.

Con el fin de evitar una dura condena judicial, Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié llegaron a un acuerdo con los abogados de la familia Bin Mahfouz para poner punto final a las demandas judiciales en curso. También se comprometieron a emitir un comunicado reconociendo su error y pidiendo excusas en los principales diarios y semanarios de Francia y en otros países en los que también se haya difundido el libro «La verdad prohibida«.

El comunicado que transcribimos traducido se publicó en Francia en el diario Le Figaro, en la página 4 del 31 de octubre de 2006 y en el diario Le Monde del 2 de noviembre de 2006, en la página 5.

El comunicado dice así:

«Nosotros, Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié, somos los autores del libro «La verdad prohibida», que tuvo una importante circulación después de su publicación en el otoño de 2001. En lo que respecta a mí, Jean Charles Brisard, soy también el autor del informe titulado «la financiación del terrorismo», publicado en diciembre de 2002.

Tanto el libro como el informe contienen graves afirmaciones difamatorias sobre los jeques Khalid Bin Mahfoz y Abdulrahman Bin Mahfouz, porque en ellos se afirmaba que estos últimos, tanto a través de sus empresas como de sus familias, de sus obras de caridad y también directamente, apoyaban el terrorismo. A la luz de lo que sabemos hoy, aceptamos y reconocemos que el conjunto de nuestras afirmaciones relativas a ustedes, a sus familias, empresas y obras de beneficencia, son manifiesta y completamente falsas.

Estas declaraciones se basaban en informaciones que, como hoy podemos establecer, fueron en gran parte rechazadas o desmentidas a lo largo de los años que siguieron a la primera publicación de «La verdad prohibida» y que por lo que sabemos nunca han sido confirmadas. Cuando redactamos el libro y el informe no se nos ocurrió la posibilidad de que los informes en los que nos basábamos pudieran desmentirse posteriormente. A pesar de nuestras investigaciones sobre la financiación del terrorismo desde la publicación del libro y el informe, no hemos obtenido ninguna evidencia que respalde nuestras afirmaciones. En consecuencia nos retractamos sin ninguna reserva de todas nuestras declaraciones sobre ustedes y sus familias tanto en el libro como en el informe, y nos comprometemos a no reiterarlas jamás.

Somos conscientes del grave daño que nuestras afirmaciones causaron a sus reputaciones. Asimismo reconocemos la gran amargura que nuestras afirmaciones les han causado a ustedes y a sus familias. Por todo ello les rogamos que acepten nuestras más sinceras excusas».

Jean charles Brisard y Guillaume Dasquié. Octubre de 2006.

Declaración original en francés: http://www.voltairenet.org/es/article143898.html

11-S: Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié reconocer haber inventado la pista saudí.

La teoría según la que los atentados del 11-S podían haber sido financiados por los saudíes recorrió un largo camino. Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié, los supuestos expertos que la apoyaron y divulgaron acaban de reconocer por escrito que han mentido en todo. Queda, sin embargo, lamentablemente, el hecho de que esta superchería tuvo eco en el mundo entero y continúa sirviendo de base a todos aquellos que sostienen que USA no debería haber atacado a Iraq sino a Arabia Saudí.

La Red Voltaire se propone en esta nota revisar esta increíble mentira mediática.

Se trata de una rara humillación. Los dos «expertos» más citados del mundo en lo que respecta a la financiación de los atentados del 11-S acaban de publicar, a su costo, en los grandes diarios de Francia, sus excusas por haber mentido en todo (1). Esta publicación es consecuencia de un acuerdo judicial celebrado en el marco de un proceso entablado por la familia de Bin Mahfouz por difamación, y con la finalidad de poner un término a la demanda. Debido a la falta de espacio de los diarios, los lectores han tenido que conformarse con un sucinto comunicado, mientras que la declaración prestada ante los tribunales consta de 12 páginas de retractaciones y disculpas sobre 42 errores graves.

Los dos «expertos» son el francés Guillaume Dasquié y el franco-estadounidense Jean Charles Brisard. Juntos formaron un brillante equipo de intoxicación de los diarios del mundo entero y de las instituciones nacionales e internacionales. Se especializaron, el primero en denigrar a Thierry Meyssan y el segundo a Tarik Ramadán, vertiendo una sarta de informaciones falsas en una prensa ávida de chivos expiatorios. La administración Bush impuso la teoría de que los atentados del 11-S fueron perpetrados por kamikaces de Al Qaeda y los señores Dasquié y Brisard inventaron un complemento según el cual los atentados fueron financiados por millonarios saudíes.

La lectura del comunicado de excusas podría hacer pensar en su buena fe, pero la amplitud de sus maniobras y la secuencia de los hechos no hablan a su favor. La cuestión más interesante es tratar de saber quién habrá podido coordinar y planificar una operación de esa envergadura.

Todo comenzó en el año 2000 cuando Jean Charles Brisard, anteriormente secretario del diputado del RPR, Christian Estrosi, luego de Alain Marsaud y biógrafo oficial de Charles Pascua (2), formaba parte de una célula de inteligencia económica de la multinacional Vivendi (antigua Compañía Lionesa de Aguas, rebautizada después Veolia). Este pequeño grupo estaba dirigido por el antiguo juez antiterrorista y luego diputado «pascuano», Alain Marsaud. Sin que se sepa por qué, esta gente investigaba sobre la financiación de ONG musulmanas por parte de millonarios saudíes y sobre los vínculos de estas ONG con los movimientos islamistas. Trabajaban en conexión con agentes del FBI, en particular con John O’Nelly, reencontrado por Alain Marsaud con ocasión de una conferencia en Quantico [Academia del FBI situada en la base de marines de Estados Unidos de Quantico, Virginia ndt.] (3).

En 1999 Brisard redacta un primer informe sobre este tema que circula rápidamente en el seno de la OCDE. Esta organización intergubernamental, hija del plan Marshall, tiene un rol central en la lucha contra el blanqueo de dinero. Entre las organizaciones incriminadas figura un establecimiento francés, la Sociedad Bancaria Árabe (SBA), de la que es accionista Salim Mahfouz. Azorada, la Banca de Francia fotocopia el informe y lo transmite a varios colegas para ponerlos en guardia. Según el informe político confidencial Le Pli, el flamante director General de Vivendi Universal, Jean Marie Messier, remite personalmente una copia del informe al presidente Jacques Chirac.

Al día siguiente de los atentados del 11-S, mientras los restos del World Trade Center todavía estaban calientes, Jean Charles Brisard hace una versión actualizada de su informe de investigación. En 71 páginas, estudia la nebulosa financiera de Osama Bin Laden y demuestra la implicación de altos financieros saudíes en la financiación del terrorismo internacional. Los wahabitas son culpables. Los primeros extractos de este informe se publican en el diario económico La Tribune del 13 de septiembre de 2001 (4). El diario lo presenta como un «informe de investigación oficial franco-estadounidense». La redacción está convencida de que Brisard trabaja conjuntamente para la Direction de la Surveillance du Territoire, DST [Servicio de Inteligencia Francés, ndt.] y el FBI. Teniendo en cuenta las relaciones de Brisard, sonaba razonable. Además Brisard escribía en la Revista de Defensa Nacional (5).

Ese informe se cuelga íntegro, rápidamente, en el sitio de Internet Intelligence On Line, cuyo redactor jefe es Guillaume Dasquié, y precisan que «es obra de un experto internacional que había estado trabajando en el asunto, en el marco de una misión para un organismo fiscal» (6).

Se publica por el Parlamento Francés como anexo de un informe de la comisión de información sobre el blanqueo de capitales en Europa (7). Esta decisión la tomó el ponente de la comisión, el diputado Arnaud Montebourg, dirigido por John Negroponte de la Fundación Franco Americana (8).

La intoxicación es general. Numerosos medios lo reproducen apoyándose en un informe que según todas las apariencias había sido refrendado por tantas instituciones. Brisard es invitado de honor del programa de France Televisión «Pièces à conviction» donde se le presenta como colaborador de la DST y reitera sus acusaciones. Le Monde, por su parte, se refiere al informe Brisard como un encargo del FBI (9).

La Red Voltaire publica una investigación de Thierry Meyssan desde un ángulo muy diferente: «Los lazos financieros ocultos entre los Bush y los Bin Laden». Según este análisis, las dos familias, lejos de ser enemigas, comparten asuntos y negocios desde hace mucho tiempo. Pero el artículo reproduce también algunas imputaciones nacidas de este documento (10).

Problema: la familia Bin Mahfouz y la Sociedad Bancaria Árabe reaccionan ante lo que ven como una campaña de calumnias. Intelligence On Line retira el documento de su sitio de Internet y previene a los lectores. El Parlamento francés interrumpe la difusión de su informe y destruye los ejemplares restantes. La Red Voltaire publica una puesta a punto con los primeros detalles de la manipulación (11). Luego [Brisard] publica una versión corregida de su investigación en el semanario mexicano Proceso (12).

Otra intoxicación circula desde hace tres años para acreditar los vínculos entre los banqueros saudíes y el terrorismo internacional: la hermana de Khaled Bin Mahfouz sería una de las esposas de Osama Bin Laden. Esta información proviene de un testimonio, prestado bajo juramento, de James Woolsey, director de la CIA, ante el Senado de USA (13). Esta falacia no se desmentirá hasta mucho más tarde (14).

A pesar de todo Brisard y Dasquié publican una versión del informe para el gran público en forma de libro, titulado «Bin Laden, la verdad prohibida» (15). La víspera de su salida a las librerías Le Monde publica las páginas más interesantes. El diario «atlantista» pretendía que el informe inicial de Brisard había sido redactado «a petición de un servicio de información francés» y que «fue presentado a George Bush por Jacques Chirac en su primera visita a Washington después del 11 de septiembre (16).

La obra tuvo un éxito internacional. Daba credibilidad a la tesis de la responsabilidad saudí y de la impotencia de la burocracia usamericana que no supo escuchar a tiempo las advertencias de un virtuoso oficial del FBI. Con ocasión de su publicación en Estados Unidos, su editorial, Nation Books, indicó que Jean Charles Brisard había sido consejero del senador demócrata por Colorado, Marty Wirth (18). Problema: nunca existió ese senador y Brisard nunca figuró en ningún registro de personas acreditadas para trabajar en el Congreso [de Estados Unidos] (19).

El libro, que evidentemente sirve para preparar la guerra que los neoconservadores quieren declarar a Arabia Saudí, (20) se ve, sin razón, por la oposición a Bush, como una crítica revolucionaria del discurso gubernamental. Fue uno de los asuntos más destacados por el Project Censored [publicación anual estadounidense donde se expone una lista de veinticinco noticias censuradas o poco valoradas por los medios de comunicación, ndt].

en 2003 (21). Es una revolución. El libro de Brisard y Dasquié sirve de base para el informe redactado por las más altas personalidades estadounidenses del Departamento de Relaciones Exteriores para la lucha contra la financiación del terrorismo (22). Son una docena de redactores entre los que hay algunos responsables del Consejo de Seguridad Nacional y un antiguo director de la CIA.

Muy intrigado por el hecho de que Guillaume Dasquié, como redactor jefe de Intelligence On Line primero difundiera el informe de Brisard, luego lo negase y después, personalmente, redactase una versión para el gran público, Thierry Meyssan se pone en contacto con su oficina para entrevistarse con él (23). Pero no obtiene una respuesta clara, sino una una propuesta de contratación que rechaza.

En marzo de 2002 Thierry Meyssan publica «La increíble impostura» (24), un análisis de los atentados del 11-S y de sus consecuencias, tanto en política interior como exterior usamericana. En ese libro Meyssan refuta la teoría gubernamental de un complot islámico mundial financiado por los saudíes, lo que le supone tener que enfrentarse a una violenta campaña de prensa agitada por la conexión francesa de la gente del Manhattan Institute (25) y de la Fundación de Defensa de la Democracia (26).

Guillaume Dasquié no tardó en publicar una obra de réplica a Meyssan titulada «La increíble mentira» (27) en colaboración con el periodista del Point, Jean Guisnel. Los dos se cuidan mucho de analizar las consecuencias del 11-S en la política interior y exterior usamericanas. Más bien se centran en uno de los capítulos del libro, muy comentado en Francia, el de la impugnación de Meyssan de que un avión se había estrellado contra el Pentágono. Problema: desafían las leyes de la física newtoniana y aseguran sin reírse que un avión se estrelló en «picada horizontal». Lo esencial de este panfleto es una hipótesis sobre la identidad de los colaboradores de la Red Voltaire pretendiendo sugerir que este grupo había virado a la extrema derecha (28).

La prensa internacional está satisfecha. Dasquié y Guisnel habían «probado» que los periodistas hicieron bien su trabajo sobre el 11-S y que los análisis de Meyssan se pueden descartar. No vale la pena leerlos. Problema: este libro fue condenado judicialmente (29).

Por su parte, Jean Charles Brisard no se queda ahí. Se convierte en investigador, en Estados Unidos, para un prestigioso bufete de abogados, el estudio Motley Rice LLC, que defiende a 5.600 familiares de víctimas de los atentados del 11-S y que reclama indemnizaciones e intereses por daños y perjuicios a la familia real saudí (30). En este marco Brisard envía los documentos al juez Renaud Van Ruymbecke (próximo al juez Alain Marsaud). Yeslam Bin Laden y su hermanastro Osama tenían una cuenta en común por los años 1990 a 1997 en la Unión de Bancos Suizos (31). De esa cuenta se habrían transferido 300 millones de dólares a Pakistán, en el año 2000, para financiar los atentados. Las autoridades judiciales de París abrieron una investigación. Problema: después de indagar las nuevas sociedades, Suiza constata que la acusación no tiene ninguna base y rechaza el exhorto (32). Según AFP las declaraciones de Brisard reposarían sobre informaciones provenientes de los servicios usamericanos (33). Como lo demás, esto es falso.

Problema: Brisard instaló una consultoría en Lausanna (Suiza). Recibió el encargo del Ministerio Público de la Confederación Suiza de elaborar un informe. Pero en esa época Suiza ignoraba que Brisard era un informante del juez Van Ruymbecke y que trabajaba para un gabinete de abogados usamericanos. Ahora bien, algunos de los elementos del dossier suizo, cubiertos por el secreto de sumario, salieron a la luz en el despacho del abogado usamericano Motley Rice LLC, como si un experto hubiese organizado una filtración…

En diciembre de 2002 [Brisard] hace circular una nueva versión de su informe presentándolo, esta vez, como un encargo del presidente colombiano del Consejo de Seguridad de la ONU (35). Problema: el embajador Alfonso Valdivieso lo desmiente y larga sonoras pestes contra este fabulador.

El 22 de octubre de 2003 la Comisión Bancaria del Senado de Estados Unidos realiza una audición a Jean Charles Brisard, en la que éste exhibe su falso currículum y reitera sus mentiras. Asegura que su amigo, el ministro francés Charles Pasqua ya había dado la voz de alarma sobre el gobierno saudí en noviembre de 1994 (36).

Instalado de ahí en adelante en Lausanna (Suiza), Jean Charles Brisard se consagra al estudio de una documentación que había obtenido por su trabajo para el bufete de abogados Motley Rice LLC: un millón y medio de páginas incautadas en los locales de una ONG saudí en Bosnia, la «Benevolence Internacional Foundation» (37). Mientras tanto también participa en una campaña contra el intelectual suizo Tarik Ramadán.

En enero de 2005 Brisard publica un nuevo libro: «Zarkaoui, el nuevo rostro de Al Qaida» (38). Esta vez se trata es de dar verosimilitud y consistencia a un personaje lanzado a escena por Estados Unidos para desprestigiar a la resistencia iraquí (39). De golpe y porrazo el juez español Juan del Olmo convoca a Brisard como experto para que colabore en su investigación sobre los atentados de Madrid. Redacta un informe según el cual la operación estuvo dirigida por Zarkaoui para castigar a España por haber enviado tropas a Iraq (40). Problema: La Comisión de Investigación Parlamentaria española desmintió sus afirmaciones. Poco importa, dos años después Brisard establecerá con la misma «seguridad» y el mismo desparpajo, un lazo entre los presuntos autores de los atentados de Madrid y los de Londres (41).

Siempre sobre el mismo asunto Guillaume Dasquié, convertido en favorito de las emisiones de televisión e investigador del Instituto de relaciones internacionales y estratégicas (IRIS), publica Al Qaeda vencerá (42). Las páginas más interesantes aparecen en la revista Amnistia, enquêtes interdites [Amnistía para las investigaciones prohibidas, ndt.] que se especializó en presentar mezcladas a la Red Voltaire y a todas las resistencias árabes sin distinción, como avatares del fascismo (43). Dasquié amplía sus objetivos y violentamente pone en cuestión a la principal organización caritativa saudí, la IIRO, estableciendo un lazo entre los hombres de Osama Bin Laden y un contrato de armamento franco-saudita (44). Este último punto llama la atención del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos que ve una ocasión para argumentar que el rechazo francés a intervenir en Iraq se debe a esos lazos ocultos con los intereses saudíes (45). Problema: Los investigadores estadounidenses erraron el tiro.

Guillaume Dasquié tiene sentido de la camaradería: inserta en su libro el relato de su entrevista con el juez antiterrorista Jean Luis Bruguiere (46), que le dijo «Brisard, usted acabará con una bala en la cabeza, hay personas a las que les interesa mucho. Usted sabe que los asuntos de los que se ocupa son muy peligrosos, ya ha habido muertos por esto». Esto le permite a Brisard volver al primer plano de la actualidad y dirigirse a las autoridades para pedir protección (47). Nadie cae en la cuenta de que Jean Louis Bruguière es amigo y sucesor del juez Alain Marsaud que ayudó privadamente a Brisard a redactar su famosísimo informe.

La historia no termina aquí. Las elucubraciones de Brisard y Dasquié se retoman en la versión revisada de un conocido libro de Michael Griffin sobre los talibanes (48). El rumor se hincha. Esta vez nos informan de que los saudíes habrían encargado a Al Qaeda el asesinato del presidente egipcio, Hosni Moubarak. Michael Griffin es un colaborador de la conocida ONG Transparency International, promovida por la NED y la CIA para imponer las normas de la cultura empresarial anglosajona al mundo entero. Problema: Michael Griffin reconoce sus errores y retira el libro de la venta.

Las imputaciones de Brisard y Dasquié se popularizan en los países anglosajones, sobre todo por la catedrática universitaria neoconservadora Rachel Ehrenfeld, que se especializó desde hace tiempo en la denuncia de las financiaciones ocultas de los movimientos de liberación nacional. En 2003 publicó una síntesis de sus teorías y las de Brisard, titulada: «Subvencionar el mal: cómo se financia el terrorismo y cómo pararlo» (49). Problema: el libro es condenado judicialmente (50).

Rachel Ehrenfeld colabora con la organización «Benador Associates», que se dedica a proveer columnas libres de opinión y acceso a debates en los medios audiovisuales. Está compuesta por unos cincuenta «expertos» que durante los años de Bush han lanzado sobre el mundo las más espectaculares intoxicaciones mediáticas (Michael Ledeen, Laurie Mylroie, Richard Perle, Walid Phares, Daniel Pipes, Natan Sharansky, Amir Taheri etcétera). Entre ellos, por supuesto, James Woolsey, el antiguo jefe de la CIA que inventó el parentesco entre Osama Bin Laden y el millonario saudí Bin Mahfouz.

Raquel Ehrenfeld evolucionó de sacerdotisa de «la guerra contra la droga» cuando mandaba Bush padre al rol de experta en la «guerra contra el terrorismo» con Bush hijo. Se hizo famosa cuando inventó las teorías de que Fidel Castro era un traficante de drogas (51) y que Yasser Arafat desviaba el dinero de la OLP en su provecho personal para vivir una vida de lujo como un nabab (52). Problema: Esta afirmación se desmiente rotundamente a la muerte del presidente de la Autoridad Palestina (53).

Cuándo acabó la guerra fría Rachel Ehrenfeld aseguraba en la Fundación Héritage que la URSS supervisaba a la vez el terrorismo internacional y el tráfico mundial de drogas (54). Hoy es el juez francés Jean Louis Bruguière quien afirma en el club Bilderberg que todo es culpa de los musulmanes.

Jean Charles Brisard (en adelante presentado como antiguo oficial de inteligencia francés) y Rachel Ehrenfeld colaboran en diversos organismos, escriben en Terror Finance Blog y participan en L’Inteligence Summit. El primero lanza las acusaciones que incluyen al teólogo musulmán Tarik Ramadan en el restringido círculo de los dirigentes del terrorismo internacional y la segunda las relanza en los medios estadounidenses (55). Problema: todo es falso aunque estas afirmaciones no impidieron que Ramadán fuese nombrado en una comisión nacional de mediación por el gobierno británico.

Después de años de mentiras y falsedades ha hecho falta toda la tenacidad de la familia Bin Mahfouz, acusada personalmente, igual que muchas otras personalidades saudíes para que Brisard y Dasquié, amenazados de quiebra por los juicios en marcha contra ellos en Inglaterra y Estados Unidos, hayan tenido de que reconocer públicamente que inventaron la pista saudí, aunque hasta el último momento buscaron por todos los medios eludir sus responsabilidades. Jean Charles Brisard llegó incluso a solicitar la inmunidad de los testigos parlamentarios por la audición del Congreso (56).

Sin embargo los innumerables autores y periodistas que citaron, comentaron y sacaron conclusiones de los trabajos invalidados, todavía no han rectificado sus obras.

NOTAS:

[1] «Excusas públicas de Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié a Khalid bin Mahfouz y Abdulrahman bin Mahfouz», Jean Charles Brisard et Guillaume Dasquié, Le Figaro, 31 octubre 2006.

[2] Charles Pasqua. Une force peu tranquille, de Jean Charles Brisard y Géraud Durand, éd. Granger, 1994. Señalamos al hilo, aunque no hay ningún informe que lo relacione con esta historia, que Thierry Meyssan es autor de una biografía no autorizada sobre la misma persona: L’Énigme Pasqua, Golias, 2000.

[3] «Eliminado por su enemigo más fiel» Éric Pelletier, L’Express, 12 de septiembre de 2002.

[4] «Las complicadas redes de Bin Laden«, La Tribune, 13 septiembre 2001.

[5] «Servicios de inteligencia e intereses comerciales estadounidenses», Jean Charles Brisard, Revue de la Défense nationale, julio 2000.

[6] «Osama Bin Laden: ¡Sobre todo, un saudí!», Editorial de Intelligence On Line n°413, 20 septiembre 2001.

[7] Le blanchiment des capitaux en Europe, Tome 4: Londres, Gilbraltar et les dépendances de la Couronne, Assemblée nationale, 2001.

[8] «Un ministro francés adulado en Estados Unidos», Voltairenet, 7 octubre 2005.

[9] «La red financiera de Osama Bin laden se extiende desde el Golfo hasta Europa», Babette Stern, Le Monde, 25 septiembre 2001.

[10] «Los lazos económicos ocultos entre los Bush y los Bin Laden», Notes d’information du Réseau Voltaire n°237, octubre 2001.

[11] «Quién quiere perjudicar al SBA? («Small Business Administration» Agencia Federal para el desarrollo de la pequeña empresa, ndt.), comunicado que se difundió a mediados de noviembre, reproducido en Notes d’information du Réseau Voltaire n°241, 16 diciembre 2001.

[12] «Los lazos financieros ocultos entre las familias Bush y Bin Laden», documento traducido por Anne-Marie Mergier, Proceso, 21 octubre 2001.

[13] Testimony before Senate Judiciary Committee Subcommittee, James R. Woolsey, 3 septiembre 1998.

[14] Woolsey declara que recuerda que no había pronunciado bien un nombre árabe y no releyó la transcripción de su declaración («El investigador más importante en el pleito de las víctimas del 11-S se enfrenta a la difamación», Ken Silverstein, Los Angeles Times, 26 febrero 2003). Después se retracta el 15 de diciembre de 2000 en su testimonio ante el Tribunal Superior de Justicia de Queen Bench Division a pesar de que había acudido para apoyar al Wall Street Journal, acusado de difamación.

[15] Ben Laden, La Vérité interdite, Jean Charles Brisard et Guillaume Dasquié, Denoël, 2001.

[16] «Cuando Washington negociaba con los talibanes», Le Monde, 13 noviembre 2001.

[17] Forbidden Truth: U.S. -Taliban Secret Oil Diplomacy and the Failed Hunt for Bin Laden, Jean Charles Brisard y Guillaume Dasquié, Nation Books, 2002.

[18] Extraido del expediente de prensa : «Jean Charles Brisard es un antiguo jefe de inteligencia corporativa de Vivendi Universal. Ha declarado en radios y televisiones de todo el mundo. Brisard es el investigador más importante de las relaciones financieras entre instituciones bancarias islámicas y organizaciones terroristas mundiales. Antiguo consejero del senador Marty Wirth, estudió derecho internacional en París y diplomacia en la universidad de Georgetown. Actualmente forma parte de una compañía de investigación financiera. Reside en París y estará disponible para las entrevistas en Estados Unidos en agosto de 2002».

[19] «El investigador del 11-S pide protección al Senado», Ethan Wallison, Roll Call, 15 julio 2004.

[20] A propósito del plan Mettre les Seoud dehors, ver La «Guerra de las civilizaciones», Thierry Meyssan, Voltairenet, 4 junio 2004.

[21] The Top 25 Censored Media Stories of 2001-2002, Project Censored, 2003.

[22] Terrorist Financing, Council on Foreign Relations, 2002.

[23] Entrevista, 14 de diciembre de 2001 a las 10h.

[24] L’Effroyable imposture, Thierry Meyssan, Carnot, 2002.

[25] «El Instituto Manhattan, laboratorio del neoconservadurismo», Paul Labarique, Voltairenet, 15 septiembre 2004.

[26] «Las falsedades de la Fundación para la Defensa de la Democracia», Voltairenet, 2 febrero 2005.

[27] L’Effroyable mensonge. Thèse et foutaises sur les attentats du 11 septembre, Guillaume Dasquié y Jean Guisnel, La Découverte, 2002.

[28] Todas esas imputaciones son fantasías excepto la designación del comandante Pierre-Henri Bunel, pero eso ya era público.

[29] Juzgado de Primera Instancia de Paris, nº XVII, 15 diciembre 2003. Este juicio no es definitivo, al haber apelado los demandados.

[30] «Miembros de la familia real saudí demandados por presunta complicidad en el 11 de septiembre» y «el abogado de las familias de las víctimas del 11-S investiga a la princesa saudí», Francis Temman, AFP, 16 de agosto y 25 de noviembre 2002.

[31] «Uno de los hermanastros de Bin Laden declara sobre sus cuentas bancarias «, Associated press, 28 de septiembre de 2004.

[32] «Francia acosa al hermanastro de Bin Laden en Suiza «, Libération, 28 de marzo de 2002.

[33] «Fin de la investigación francesa sobre las cuentas de Yeslam Binladin», AFP, 14 de septiembre de 2006.

[34] «Querella judicial del hermanastro de Bin Laden por las filtraciones de Berna «, Jean Noël Cuenod, La Tribune de Genève, 11 diciembre 2004.

[35] «Financiación del terrorismo: arraigan las sospechas de financiación saudí al terrorismo», Jean Charles Brisard Consulting, diciembre 2002.

[36] Written Testimony of Jean Charles Brisard, International Expert on Terrorism Financing, Lead Investigator 911 Lawsuit, CEO JCB Consulting International, Committee on Banking, Housing and Urban Affairs, United States Senate, 22 octubre 2003.

[37] «Los financiadores de Al Qaeda acosados desde Lausanna», Sylvain Besson, Le Temps, 2 agosto 2003.

[38] Zarkaoui, le nouveau visage d’Al-Qaida, Jean Charles Brisard y Damien Martinez, Fayard, 2005.

[39] «Abou Moussab Al Zarkaoui, superhéroe del Mal», Vladimir Alexe, Voltairenet, 19 julio 2005.

[40] «Un informe del equipo legal del 11-S liga la red de Al Zarkaoui con detenidos del 11-M», J.A. Rodriguez, El País, 7 septiembre 2005.

[41] «Profile: British authorities find fingerprints from bomb material; search homes in north of London», NBC News, 12 julio 2005.

[42] Al Qa’ida vaincra, Guillaume Dasquié, Privé, 2005.

[43] Amnistia.net, 8 julio 2005.

[44] «Al Qaeda vencerá, diario de la última investigación sobre Bin Laden», AFP, 16 abril 2005.

[45] «El Congreso estadounidense se interesa por un libro francés sobre Al Qaeda», AFP, 20 mayo 2005.

[46] «Jean Louis Bruguière, un juez excepcional», Paul Labarique, Voltairenet, 29 abril 2004.

[47] «Un investigador pide ayuda a Bruguière por amenazas», AFP, 9 mayo 2005.

[48] Reaping the Whirlwind: The Taliban Movement in Afghanista, Michael Griffin, Pluto Press, edición revisada y ampliada, 2003.

[49] Funding Evil; How Terrorism is Financed and How to Stop It, Rachel Ehrenfeld, Bonus Book, 2003.

[50] Tribunal Supremo de Inglaterra, 3 mayo 2005.

[51] «Conexiones entre el narcotráfico y el terrorismo», Rachel Ehrenfeld y Michael Kahan, «Las Américas: Castro descubierto ¡descubierto! Compañero de narcotraficantes», Rachel Ehrenfeld, The Wall Street Journal, 10 febrero 1986 y 23 junio 1989.

[52] «Yasser Arafat, un pobre muy rico», Rachel Ehrenfeld, Jerusalem Post, 22 noviembre 1994.

[53] En la ausencia de Estado Palestino, una parte de los fondos de la OLP se administraba desde cuentas bancarias nominativas del presidente Arafat, pero no hay ningún indicio de que utilizase el dinero para su uso personal.

[54] Narco-Terrorism: The Kremlin Connection, Heritage Foundation Lecture n°89, 1986. Citado en The Terrorism Industry. The Experts and Institutions that Shape our View of Terror, Edward Herman y Gerry O’Sullivan, Pantheon Books, 1989.

[55] «Una demanda sobre supuestos lazos con el terrorismo internacional» y «Hani, un hermano provocador y molesto», Le Monde, 23 diciembre 2003. «Peace Professor Singled Out Jews of France», Elie Lake y «Why Revoke Tarik Ramadan’s U.S.Visa?», Daniel Pipes, The New York Sun, 7 enero y 27 agosto 2004. «Why Tarik Ramadan lost; Washington was right to deny visa», Rachel Ehrenfeld y Alyssa A. Lappen, The Washington Times, 11 octubre 2006.

[56] Ethan Wallison op. cit.

Artículo original en francés: http://www.voltairenet.org/article143901.html

Horacio Garetto es traductor de Rebelión. Caty R. Pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de mencionar al autor, el traductor y la fuente.