Los medios de comunicación, a veces, son partidarios de la guerra; la secundan, silencian la verdad, fomentan odios religiosos y étnicos. El periodista Pascual Serrano publica Medios violentos, palabras e imágenes para el odio y la guerra (Editorial El Viejo Topo), que está basado en el texto que fue Primer Premio Internacional de Ensayo Pensar […]
¿Detrás de este libro están en todo los Estados Unidos?
No, ni muchos menos. Está el patrón comunicacional dominante y generalizado, en el que se muestra cómo los medios están al servicio de grupos poderosos y de intereses que son los que promueven las guerras y los odios étnicos. En cada sitio es de una manera diferente, por ejemplo en Yugoslavia hay intereses nacionalistas miserables por parte de todos los bandos, en el caso de los Grandes Lagos hay intereses económicos que apuestan por los controles territoriales para apropiarse de los recursos de África y promover la guerra del genocidio de Ruanda.
¿Y en el caso de la lucha contra el terrorismo?
Ahí sí podríamos decir que Estados Unidos quiere mantener un control férreo de la respuesta ciudadana a sus políticas y legitimar sus intervenciones en el extranjero. En el caso de Europa existen intereses de criminalizar a los emigrantes o a grupos díscolos como pueden ser los okupas, ecologistas o grupos antiglobalización, y luego también se criminaliza a gobernantes que no son de su gusto como Bolivia, Venezuela, Cuba o Nicaragua.
¿Cuál ha sido el caso más sangrante que ha conocido?
El caso más elocuente es el de los Grandes Lagos en Ruanda, donde 800.000 personas mueren y donde hay una sentencia del Tribunal Penal Internacional que condena por crímenes contra la humanidad a los responsables de radios y periódicos de esos países. También hay una sentencia que demuestra que los directores de unos periódicos en Chile colaboraron con la dictadura. Siempre se habla de los militares en la dictadura, pero nunca se dice que también la dictadura lleva su cohorte de medios de comunicación y de periodistas que las legitiman. Algo que tampoco se ha hecho en España.
¿En España se investiga poco en los medios de comunicación?
Es cierto, en España no investiga casi nadie. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el 80 por ciento de los contenidos de nuestros medios son informaciones sugeridas, es decir «motos que nos han vendido». Hay una tesis que dice que «noticia no es lo que alguien quiere que se sepa, sino lo que alguien quiere que no se sepa». Creo que el modelo está enfermo.
¿La guerra vende?
Sí, una razón es por la expansión tecnológica, además hay estrellas mediáticas que se relanzan cuando hay guerra y, en tercer lugar, creo que las audiencias son absolutamente indiscutibles.
¿En la guerra la primera víctima es la verdad?
Sí, por supuesto, pero es que yo voy más allá de eso porque esa tesis dice que los medios pierden la independencia y la neutralidad cuando empieza la guerra porque sirven a un bando. Yo lo que digo es que además de que los medios pierdan la imparcialidad, creo que hay medios de comunicación que promueven las guerras mediante la conformación de una opinión pública partidaria de esto. Todas las guerras se pueden hacer consiguiendo el apoyo de la opinión pública. Siempre se requiere un terreno de preparación.
¿En Irán se está preparando el terreno?
Los Estados Unidos han criminalizado en el famoso Eje del mal que lo integran Irán, Corea, Cuba, y todos los que no son de su gusto. En este momento se tiene satanizado a Irán lo suficiente para empezar con sanciones económicas , y que mañana Israel pueda bombardear en la frontera, y si hiciera falta invadir pues entonces se aprieta más el tornillo y se acaba de criminalizar del todo. Por ejemplo, en Afganistán se habló mucho de las mujeres y de su burka, pero hoy nadie se preocupa de cómo están. Una guerra siempre se hace en nombre de algún valor loable como los derechos humanos o para liberar a los ciudadanos de un país, cuando nada es verdad.
¿Qué análisis hace de lo que está ocurriendo en China, justo antes de las Olimpiadas?
El sistema de derechos humanos en China es criticable, pero Estados Unidos no se puede permitir un enfrentamiento militar. Entonces hay que buscar otros mecanismos como sembrar la cizaña dentro. El mecanismo de Tíbet era perfecto, porque se fomenta un nacionalismo que rompe y crea una crisis en el interior de China y otras veces se han aplicado guerras económicas como decir que los juguetes chinos no eran de calidad.
¿El lector se puede volver impasible al ver tanta muerte?
Se vuelve impasible porque es lo que se quiere. Se pretende narcotizar a las audiencias, es decir no se les explica los conflictos, ni el mundo. La información de los lugares en guerra se han convertido en partes: «Hoy ha explotado un kamikaze en Palestina». No quieren explicar los antecedentes, ni los contextos. Pocos españoles que vean las noticias hoy podrán entender qué está pasando en el conflicto palestino-israelí, y ninguno entenderá las propuestas de paz de la resistencia iraquí.
¿Qué imagen se da en los medios del País Vasco?
Lo que se hace de Euskadi es decir cómo la existencia de ETA sirve para criminalizar a cualquier grupo que no guste y se pueda relacionar. Por ejemplo, hubo una manifestación en contra del trazado de una autovía, donde estaban los ecologistas, grupos antiglobalización, Izquierda Unida y donde estaban los independentistas. El periódico ABC publicó «que allí estaban los proetarras». El mecanismo es que cuando un nacionalista del PNV se manifiesta se le llama proetarra, y cuando un ecologista protesta por la trayectoria de una autovía, se le llama proetarra. Eso es indignante. La famosa expresión del entorno de ETA que impuso Baltazar Garzón es una aberración jurídica, porque si uno es un etarra tienen que decirle a quién mató y qué artículo violó del Código Penal.
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«Medios violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra», de Pascual Serrano