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Comunidad mapuche contra Benetton

Il latifondo

Fuentes: Rebelión

La prensa de estos días se ha hecho eco del conflicto existente entre las comunidades mapuches y la compañía Benetton, que ocupa al sur de Argentina tierras equivalentes a toda la Comunidad Autónoma de Madrid. Frente a este descomunal latifundio que ha expulsado a miles de familias originarias de la región, las comunidades mapuches llevan […]

La prensa de estos días se ha hecho eco del conflicto existente entre las comunidades mapuches y la compañía Benetton, que ocupa al sur de Argentina tierras equivalentes a toda la Comunidad Autónoma de Madrid. Frente a este descomunal latifundio que ha expulsado a miles de familias originarias de la región, las comunidades mapuches llevan tiempo presentando resistencia mediante reocupaciones de parcelas y forzando batallas legales. En esta ocasión, otra vez, los mapuches argentinos presentan una denuncia penal por usurpación de territorio.

Frente a la maquinaria que los gabinetes jurídicos de Benetton (y su caja negra) van a desplegar hay pocas posibilidades de justicia. Como en el año 2004 cuando en una situación similar el juez dictaminó a favor del empresario italiano la reclamación de una familia mapuche por unas tierras donde se habían instalado y puesto a producir dos años antes. En aquella ocasión, con sabiduría y premonición el Premio Nóbel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel explicaba en una carta dirigida a los amos de Benetton que «siempre existen los rebeldes que no claudican», y que «continuarán reclamando sus derechos sobre la tierra por ser los dueños legítimos, de generación en generación, aunque no tengan los papeles que un sistema injusto les reclama».

En realidad la injusticia de este sistema está descrita en tratados internacionales como una violación o vulneración de uno de los derechos humanos esenciales, la alimentación. Los jueces, fiscales o gobernadores de turno obrarán por corrupción, Benetton actuará para mantener sus privilegios de «conquistador», pero el Estado Argentino, en su inhibición desoye las recomendaciones aprobadas en el artículo 11.2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que estable que los Estados se encuentran obligados a adoptar las medidas necesarias para la realización del derecho a la alimentación, mencionando explícitamente el acceso al recurso tierra.

Sin tierra para sembrar es difícil asegurar a las comunidades rurales sus posibilidades reales de supervivencia. Para comunidades indígenas como los mapuches la tierra se  escribe con mayúsculas, Tierra, como Madre en la que se integran junto al resto de la naturaleza. La Tierra es un dios, que produce, que bendice, que engendra.

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Gustavo Duch Guillot Director de VETERINARIOS SIN FRONTERAS

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www.veterinariossinfronteras.org