El acuerdo de cooperación nuclear entre Estados Unidos e India, una complicada jugada geopolítica que implica el ingreso formal del país asiático al selecto club de naciones poseedoras de la bomba atómica, se sacude aun antes de entrar en vigor. El presidente de la gubernamental Comisión de Energía Atómica de India, Anil Kakodkar, advirtió, en […]
El acuerdo de cooperación nuclear entre Estados Unidos e India, una complicada jugada geopolítica que implica el ingreso formal del país asiático al selecto club de naciones poseedoras de la bomba atómica, se sacude aun antes de entrar en vigor.
El presidente de la gubernamental Comisión de Energía Atómica de India, Anil Kakodkar, advirtió, en una entrevista publicada este lunes, que Estados Unidos «cambiaba las reglas de juego» al pretender afinar los términos del tratado, firmado en julio pasado.
La nueva situación complica la ratificación del acuerdo, cuyo fin es restaurar el comercio nuclear civil entre India y Estados Unidos, así como legitimar el arsenal nuclear probado por India en 1998, enmendando el régimen internacional de no proliferación de armas nucleares.
De las diferencias entre Estados Unidos e India se destacan las referidas a identificar y separar las instalaciones civiles de las militares, para permitir que las primeras estén sujetas a la inspección de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Kakodkar, cuya comisión administra tanto el programa nuclear civil como el militar, dijo al diario Indian Express que, para él, el acuerdo del 18 de julio implica que India debe hacerse cargo de determinar cuál es el carácter de cada instalación.
«Los intereses estratégicos de India tendrán que ser decididos por India y no por otros», advirtió.
Pero Estados Unidos quiere tener voz en la decisión de distinguir lo civil de lo militar.
Los negociadores estadounidenses, dirigidos por el secretario de Estado asistente (vicecanciller) Nicholas Burns, dijeron a India que para que la separación sea «creíble» en la lista civil deben constar todas las instalaciones, incluidas a las experimentales y de investigación, que no están directamente relacionadas con armas nucleares.
La diferencia crítica se centra en una categoría especial, la de «reactores rápidos realimentados», que teóricamente producen más combustible nuclear de lo que consumen y son una fuente de plutonio de duración indefinida, tanto para propósitos civiles como militares.
Kakodkar insiste en que el programa de reactores rápidos realimentados debe ser excluido de la lista civil. India tiene una diminuta instalación de ese carácter, y una mediana (con capacidad de producción de electricidad de 500 megawatts) en construcción.
India asegura que pretende utilizar esos generadores en la producción de electricidad, pero Kakodkar sostuvo ahora que estos reactores también son necesarios para el programa armamentista.
«El asunto tiene la potencialidad de romper el acuerdo. A menos que se resuelvan las diferencias, todo el tratado podría colapsar», dijo Achin Vanaik, profesor de relaciones internacionales global en la Universidad de Nueva Delhi y experto en cuestiones nucleares.
«Los dichos de Kakodkar complicó mucho las cosas y estrechó las opciones de negociación del gobierno», agregó Vanaik.
Kakodkar realizó su declaración sin autorización previa de la oficina del primer ministro Manmohan Singh, que está directamente a cargo de las negociaciones nucleares con Estados Unidos.
El funcionario confirmó así lo que se sabe desde hace tiempo: que la Comisión de Energía Atómica de India se sintió extremadamente incómoda con el tratado y que fue obligada a aprobarla a su pesar. Ahora, se enfrenta con Manmohan Singh.
Ésta es la primera vez que un funcionario de la Comisión de Energía Atómica de India dice que los reactores rápidos realimentados son necesarios para el programa armamentista. Antes, afirmaban que sólo se los utilizaría para la producción de electricidad.
La Comisión de Energía Atómica considera que Estados Unidos ha reinterpretado el tratado luego de firmarlo.
Por ejemplo, estaba previsto que la distinción entre instalaciones civiles y militares sería voluntaria y paulatina. Pero, a instancias de Washington, esa tarea no se está haciendo en fases. La declaración de Kakodkar refleja su irritación al respecto.
Si cesa a Kakodkar por actuar sin su autorización, Singh perdería prestigio y quedaría ante el público como un gobernante que cede ante la presión de Estados Unidos. Pero tampoco puede seguir sus recomendaciones, a menos que Washington deje de insistir en colocar los reactores rápidos realimentados en el ámbito civil.
Al gobierno de Estados Unidos no le resultará fácil exonerar de inspecciones a esos reactores y convencer a sus legisladores y expertos en no proliferación nuclear de que vale la pena ratificar el tratado para impedir la propagación del arsenal indio.
Pero los gobiernos de Estados Unidos e India pueden ser capaces de hacer algunas torpes concesiones. El programa de Reactores Rápidos Realimentados podría ser, por ejemplo, objeto de una exoneración limitada de inspecciones por entre 10 y 15 años, durante los cuales India puede acumular suficiente plutonio para uso militar.
«Incluso eso no será fácil», dijo Vanaik. «Tal como están las cosas, parece altamente improbable que el acuerdo sea ratificado antes de la visita del presidente George W. Bush a India, en tres semanas».
Si el tratado no es sellado pronto, la oportunidad se habrá perdido. El acuerdo enfrenta una firme oposición política interna, tanto desde la izquierda como desde la derecha.
La izquierda se opone a cualquier alianza estratégica entre India y Estados Unidos y también al programa indio de armas nucleares. El gobierno de Singh depende de la izquierda para su supervivencia parlamentaria.
La derecha apoya incondicionalmente el programa armamentista, pero alega que el tratado es un intento estadounidense de limitar el arsenal nuclear de India y de comprometer su soberanía.
El tratado también es controvertido en Estados Unidos. Muchos políticos, especialmente los demócratas, lo han criticado. Los reactores rápidos realimentados no son el único asunto sobre el cual hay diferencias agudas.
Kakodkar también demanda la excepción para todas las instalaciones en el Centro Bhabha de Investigación Atómica en Mumbai, que incluye una amplia gama de laboratorios de investigación civil, además de fábricas de plutonio para ojivas.
El sitio también alberga a Cirus, un reactor construido en 1960 con diseño y asistencia material de Canadá y Estados Unidos, con el compromiso de que India lo utilizaría solo con «propósitos pacíficos».
Además, Kakodkar dijo que India debe incluir en la lista militar a unos pocos reactores eléctricos, que podrían necesitarse para alimentar a los reactores rápidos realimentados, pero éstos son, por definición, civiles. Estados Unidos tendría que hacer una excepción con India.
En ese caso, se trataría de una recompensa a la lealtad de Nueva Delhi.
«India estuvo cortejando desesperadamente a Washington», dijo Anil Choudhary, de la Coalición para el Desarme Nuclear y la Paz, de India. «El sábado, India votó por la resolución, patrocinada por Occidente, de que la AIEA reporte a Irán al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para posibles sanciones. Esto estuvo contra el interés público, así como de un amplio consenso político.»