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Colomiba

Indispensable independencia mediática del Polo Democrático Alternativo

Fuentes: Rebelión

En meses pasados el presidente del único partido opositor en la agobiada Colombia, el Polo Democrático Alternativo (PDA), Carlos Gaviria Díaz, en entrevista de José David Carracedo, al PERIODICO DIAGONAL (Rebelión 20.11.2007), hacia referencia a la necesidad de que este movimiento político erigiera sus propios medios de información y análisis de las angustiosas y peligrosas […]


En meses pasados el presidente del único partido opositor en la agobiada Colombia, el Polo Democrático Alternativo (PDA), Carlos Gaviria Díaz, en entrevista de José David Carracedo, al PERIODICO DIAGONAL (Rebelión 20.11.2007), hacia referencia a la necesidad de que este movimiento político erigiera sus propios medios de información y análisis de las angustiosas y peligrosas circunstancias que vive la sociedad de dicho país este dirigente quien fuera el candidato rival del Presidente Uribe más votado en las pasadas elecciones presidenciales del 2006, de seguro el aspirante a tal cargo y posibilidades reales de éxito con las mayores calidades intelectuales y éticas de los últimos 60 años, reconocía la carencia de este tipo de medios por parte de su partido, además de tener muy presente la lamentable dependencia de su colectividad centro izquierdista, de la ‘caridad’ de los medios privados afectos al gobierno para tener acceso al público en Colombia.

El Polo emerge en esta nación a la vez andina, caribeña y pacífica, dentro de la crisis de los partidos tradicionales de América Latina, como un partido del tipo de frente amplio con la participación de varias vertientes de la izquierda y del centro del espectro político, en reacción a la unificación de los sectores políticos más derechistas de la oligarquía despojada de sus etiquetas libero-conservadoras, entorno a la defensa a cualquier costo del proyecto neocolonizador estadounidense.

Cualquier observador desprevenido de esa nación no puede menos que dar la razón a Gaviria Díaz, si se analizan las actuaciones de los medios de comunicación colombianos en los recientes años de la guerra colombiana, especialmente en estos últimos meses.

La mencionada reflexión surge cuando este partido de oposición, en realidad el único existente merecedor de tal calificación, atraviesa por la incertidumbre de que varios de sus miembros una vez electos por el PDA a cargos públicos como Gobernador o Alcalde, abandonan de hecho la colectividad, dando rienda suelta a sus ambiciones personales y develando el escaso compromiso ideológico con aquel; es en realidad uno de los tradicionales problemas de estos partidos de frente amplio. Las vanidades personales de algunos de los miembros del Polo llegan a la autopostulación de sus candidaturas a la Presidencia de la República por encima de los acontecimientos y de los beneficios de esto para con el país y el partido; allí se hace notable la utilización del partido como trampolín personal de sus carreras políticas y su oportunista afinidad con postulados populares y democráticos, no teniendo en cuenta en absoluto a los comités de base, como rezan sus estatutos.

Los libros y reportajes de los que estos políticos del PDA resultan sospechosos protagonistas cuando a los restantes representantes del partido se les niega o se manipula el acceso al público, son dicientes al respecto de su aprovechamiento y de dispuestos que están a servir al gobierno y sus socios.

Contrasta esto con la escasa relevancia y el empleo de todo tipo de añagazas en los medios privados acerca de las declaraciones o pronunciamientos de dirigentes como el mismo Carlos Gaviria o el inteligente y certero senador Jorge Enrique Robledo; aquellos alaban y dan realce a los miembros del Polo más cercanos a los planteamientos y ejecuciones del Presidente Uribe y lanzan al ostracismo a sus más agudos contradictores dentro de este partido.

Es imposible esperar con un mínimo de realidad que medios como los que se han apoderado de la opinión en Colombia tengan un tratamiento ético respecto de un partido de oposición, cuando dan todos los días y a cada momento muestras palmarias de su compromiso con el gobierno ultraderechista y sus patrocinadores locales e imperiales y han proclamado su apuesta por los valores de la minoría dominante.

A cada día que pasa se hace ostensible el ejercicio del periodismo en Colombia dentro de los grandes medios como una importante extensión de la guerra en este país, abrumadoramente del lado de los poderosos. Es así mismo evidente que cuando un partido sin órganos de difusión de su pensamiento debe apelar a la falsimedia para ser escuchada por la masa de lectores, oyentes y televidentes, lo hace en una condición de absoluta indefensión, al ser utilizada como supuesta prueba de la pluralidad de opiniones expresadas y por tanto de la existencia de una democracia.

Paradigma de lo anterior fue el ocultamiento de la derrota del Presidente Uribe en la Cumbre de Río y en la reunión de ministros de relaciones exteriores de la OEA. Las redacciones de Canales como RCN y Caracol, Radios como RCN, Caracol (los nombres dejan ver el cerrado monopolio mediático en radio y televisión), o el único periódico nacional El Tiempo, no pocas veces en poco ocultada alianza, se dieron a la tarea con todos los elementos trapaceros a disposición, de negar el serio revés sufrido por aquel y sus sombríos patrocinadores gringos, llegando incluso a la mentira descarada, aún sabedores de que serían descubiertos, como fue el caso de la supuesta foto de un ministro ecuatoriano en un campamento subversivo.

Contra toda ética y sin ser siquiera repreguntados por los paniaguados insignes del periodismo local, los funcionarios gobiernistas hablaron sin argumentos y con mucho cinismo en contra de todos los hechos ocurridos y del texto de la resolución, en la cual el estado colombiano en cabeza de su presidente reconoce que violó la soberanía de otro estado, este soberano, tubo que ofrecer disculpas rechazando expresamente el postulado gringo-colombiano de la guerra preventiva, manifestado en el ataque del 1 de marzo con sus consecuencias en vidas; el asilamiento del gobierno uribista fue total (salvo EE.UU). Hubo en Latino América y el Caribe una censura unánime a la conducta de Uribe y su séquito. El terrateniente colombiano tuvo que ofrecer disculpas y reconocer que había violado las normas internacionales regulatorias de las relaciones entre estados. La falsimedia colombiana maniobró con el supremo fin de esconder el aislamiento y el escarnio. El periodismo colombiano en su peor momento.

El Polo no puede ser indiferente ante esta grave situación. Ante un panorama donde los pocos monopolios de la comunicación tienen en sus nóminas a los directores que estos mismos entes de este país en guerra exhiben sin pudor variadas tretas periodísticas, ¿Tienen los renombrados dirigentes del Polo dudas sobre el carácter de operación psicológica de los aviesos procederes del periodismo al cual deben suplicar difusión de sus actos e ideología? ¿Para los líderes del Polo los medios tienen como fin algo distinto a desorientar y desmoralizar a la población?

Lo continuo y organizados de las maniobras periodísticas constituyen paradigmáticos actos de ejercicio de poder dictatorial en colusión con todo aquello relacionado con los grandes aparatos informativos, ejecutando al parecer un plan minucioso recordatorio de los peores años de la dictadura fujimorista en el Perú en los años noventa, donde se llegó a que sectores enteros del periodismo peruano fueran copados por el sistema de espionaje fujimorista (SIN), a la vez que periodistas pasaron a conformar los cuadros de este ente, con el fin de controlar toda la información y las interpretaciones de la misma, erigiendo una realidad virtual por supuesto contraria a los intereses de la mayoría de la población y el pro de la dictadura de Fujimori y Montesinos (Autocracias Paralelas y Actuación de los Medios: El Perú de Fujimori y La Colombia de Uribe. Rebelión 12.03.08)

Bajo estos supuestos ¿Puede un partido como el Polo afanoso de difundir su pensamiento social contrario al del neoliberalimo armado uribista, guardar credibilidad alguna en la ética periodística de esos medios que toman parte en la línea del frente de la labor de arrojar cientos de bulos diarios a quienes deberían defender?

Los medios colombianos colocan a cada momento a la oposición en desventaja, como cuando son aquellos quienes escogen los temas a debatir, el tiempo de las entrevistas, y la oportunidad de las mismas; cotidianamente se presencia con tristeza como estos acorralan con sus posturas intransigentes progobiernistas predefinidas a personas críticas de la situación colombiana y su oligarquía siempre en emergencia.

Por tanto el anuncio de una publicación del PDA es un gran paso en aras de la emancipación de un movimiento con intensiones de convertirse en eje de un movimiento de masas, como pretende; seguramente el avance dentro de la adhesión a sus filas sería de enormes proporciones de haber instituido un órgano de información y análisis desde unos años atrás.

Medios críticos y con un sentido en sus periodistas de labor intencionada en favor de los más se transforman en realidad cuando se abandonan las repeticiones y copias de los modelos farandulezcos de los informativos prooligárquicos, dándole prevalencia a los análisis y la profundidad amena; la realidad es tan sorprendente que jamás será aburrida como amañadamente lo aseguran los adalides de lo banal. La iniciativa en las propuestas de cambios sustanciales en la comunicación va de la mano de lo planteado para la sociedad; intentar y fallar dejará mejores resultados que copiar y no hacer nada. Desenmascarar el consumismo como el reverso absurdo de la pobreza es así mismo algo indispensable en medios deseosos en servir en el grave momento actual. En esta tónica los temas tabú y las declaraciones del gran capital tomadas como dogmas deben ser abordados sin prejuicios pacatos ni oportunismo electorero; quienes tienen hoy espacio y tiempo privilegiado en la parafernalia mediática al servicio de la guerra y la perpetuación de la miseria, los tiesos y pedantes economistas y abogados deben dar paso a intelectuales de estas y otras ramas de conocimiento como historiadores, sociólogos, médicos, arquitectos, mujeres y hombres del campesinado y la calle, conscientes de que los seres humanos somos un fin y no un medio y que el saber es uno sólo y su fractura en compartimientos separados conduce a la parálisis del conocimiento humano. El mensaje de un medio pretencioso de ser órgano popular debe dar cabida a los más, que sin demagogia, frecuentemente tienen mejores cosas por expresar que aquellos autoproclamados figuras del periodismo por meros apellidos; llega a la mente los torrentes de maliciosas muestras de ineptitud de la familia Santos en El Tiempo. Al final un medio como el que puede impulsar el Polo Democrático Alternativo, puede dirigirse a explicar el mundo de este tiempo, no solo lo que ocurre en Colombia, pues si fuera así caería en el parroquialismo del adversario, de forma pedagógica y entretenida. El propósito debe ser no el persuadir, sino el convencer.

Esto conduciría a entregar la oportunidad que los temas tratados sean verdaderamente los más preocupantes para las inmensas mayorías y no los impuestos por los estrategas de la guerra de Cuarta Generación, a la vez de permitir el establecimiento de fuertes lazos de las bases del movimiento con sus voceros, y a que aquellas posean mejores elementos de juicio del accionar de estos, no como ocurre hoy con algunos que utilizan descaradamente a sus electores o toman decisiones sin consultar a las bases; se alejaría la real posibilidad de que muchos miembros del PDA fueran descritos como relata Frances Fitzgerald que los campesinos vietnamitas en los años cincuenta veían a quienes (salvo el Vietminh), se proclamaban como sus representantes:

Los políticos son como los pichones de pájaro, nacen sin plumas; van a las elecciones y nosotros les damos las plumas, un voto una pluma; se van llenando de ellas y cuando tienen suficientes para volar se elevan y nunca los volvemos a ver.

Un medio de comunicación vocero de las bases del Polo podría romper el cerco de información y análisis en el cual viven su día a día lo colombianos con las desastrosas consecuencias presentes.