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Katrina y los columnistas serviles

Fuentes: Rebelión

Desde la izquierda, el análisis de los sucedido en Estados Unidos con el Katrina es bastante sencillo, un modelo económico que apuesta por la mínima expresión del estado asistencial ha quedado en evidencia. Si además se trata de un gobierno que priorizó su política belicista para enriquecer a una cleptocracia gubernamental situada en los consejos […]

Desde la izquierda, el análisis de los sucedido en Estados Unidos con el Katrina es bastante sencillo, un modelo económico que apuesta por la mínima expresión del estado asistencial ha quedado en evidencia. Si además se trata de un gobierno que priorizó su política belicista para enriquecer a una cleptocracia gubernamental situada en los consejos de administración de las principales firmas petroleras y de armamento, la situación aún nos parece más elocuente. Para más inri, a pocos kilómetros, el sistema opuesto, el socialismo cubano da ejemplo todos los años del modo en que un estado social afronta la protección de sus ciudadanos ante un desastre natural.

¿Pero qué escriben los neoliberales? Los que consideran a Estados Unidos como modelo y quienes, tienen como encargo mediático neutralizar las ínfulas de esa izquierda anticapitalista -que no antiamericana- que se crece de un modo alarmante con el caos de Nueva Orleáns.

Algunos por ahora se echan de menos, probablemente están esperando que escampe el temporal, nunca mejor dicho. Es el caso de Vargas Llosa o Alberto Montaner. Otros, van a los suyo, como Francis Fukuyama, que escribió durante la semana del huracán sobre Iraq como si en su país no estuviese sucediendo nada.

La derecha montaraz, tan locuaz ella, no puede evitar hacer el ridículo. Veamos este fragmento de un editorial de Libertad Digital el 30 de agosto: «Pero si Katrina no puede enseñarnos nada sobre el incremento de las temperaturas y su relación con los huracanes, sí que puede darnos una lección mucho más valiosa sobre el efecto de la riqueza en los desastres naturales. No se tiene noticias aún sobre víctimas mortales pero, en el caso de que desgraciadamente las haya, es seguro que no serán demasiadas. La prosperidad de los ciudadanos estadounidenses ha facilitado que se produzca una evacuación masiva en muy poco tiempo. Las carreteras, los automóviles o los servicios de emergencia serían de mucha peor calidad. Se producirían las catástrofes en términos de vidas humanas que solemos ver en Centroamérica. Y es que la prosperidad salva vidas».

Entre los que tienen como encargo ejercer de sacos terreros para frenar la ola de crítica contra el modelo neoliberal norteamericano encontramos por ejemplo a Hermann Tertsch en El País del seis de septiembre. Termina su columna diciendo que «Sin duda, los responsables de proteger a la población por sus cargos y autoridad, cuando hacen dejación de su poder de intervención a favor de las víctimas de una tragedia, se hunden en la ignominia. Han vuelto a hacerlo. No menos, sin embargo, aquellos que sólo ven en la tragedia una ocasión bienvenida para incorporar a la lista de víctimas a quienes siempre desearon un drama semejante para mayor gloria propia». Ya se sabe, tan malísimos son los gobernantes que se gastan los recursos de prevención de una comunidad en invadir un país como quienes los criticamos.

Para indignado, José García Domínguez en Libertad Digital. El título ya lo deja claro: «¡Viva la muerte!» con el antetítulo «La izquierda y el Katrina». Original esto de imputar a la izquierda una frase emblemática del fascismo español. Afirma que «la causa profunda de la fobia a América y a su modelo de sociedad liberal, de nuevo reavivada aquí con la excusa del Katrina, habría que buscarla en otra parte; en el mando a distancia de la tele, sin ir más lejos». La aparición de los muertos en la tele tiene la culpa de nuestro antiamericanismo. También escribe sobre el «odio patológico a los valores del constitucionalismo liberal que representa América, ése que a duras penas consiguen disimular ahora mismo tantas plañideras creadoras de opinión».

Se trata de articulistas que consideran que el tema sobre el que hay que opinar no es sobre cómo se desarrollan los acontecimientos relacionados con el Katrina, sino neutralizar a quienes, desde el punto de vista de la lógica argumental y política, tomamos nota de lo sucedido para analizar el modelo político y social vigente.

Jiménez Losantos, en El Mundo del 5 septiembre, barre para casa: «Lo peor que yo puedo decir de él es que ha estado a la altura de los demócratas de Nueva Orleans, es decir, por debajo del fango. Y que ha actuado con la misma celeridad y generosidad que Zapatero y Barreda en Guadalajara». Si no tengo argumentos para defender a mis amigos, voy al menos a decir que mis enemigos son igual, parece maquinar.

Y para terminar, veamos a Rosa Montero en El País del seis de septiembre. Tras una introducción crítica con Bush, recurre a la candidez intimista como estilo narrativo. Afirma: «He aquí la verdadera pesadilla: Nueva Orleans demuestra que el marco convencional de nuestras vidas, todo aquello que damos por sentado y por seguro, no es más que un espejismo tembloroso. (…). Y que en un abrir y cerrar de ojos pueden colapsarse siglos de desarrollo cultural, de construcción social, de educación civil.». Será ella quien da por sentado y seguro el sistema neoliberal de Bush. Por otro lado, en Estados Unidos no se ha colapsado ningún desarrollo cultural, construcción social y educación civil, simplemente hemos podido apreciar lo que había allí de desarrollo cultural, entramado social y educación civil. Nada. Continúa echando la culpa a los genes de la raza humana: «Emergen la brutalidad primordial, el ciego y fiero imperio del más fuerte, el instinto animal de la depredación. Violencia, violaciones, asesinatos. El ser humano en lo peor que es». Se le olvida que en Cuba, por ejemplo, donde viven humanos de la misma especie, cuando aparecen los huracanes se desarrollan redes de cooperación vecinales, estructuras locales de ayuda mutua, recursos que se comparten en la comunidad. No hay imperio del más fuerte, ni depredación. Pero que no cunda el desasosiego ni la desesperanza en el capitalismo, continúa Montero: «Dentro de poco volverá a estar en pie Nueva Orleans, e incluso harán películas sobre el tema. Dentro de poco se habrá vuelto a remendar el vaporoso espejismo de la realidad. Tan empeñados en sobrevivir, tan capaces de resurgir de las cenizas». Que se lo digan a los miles de muertos y a sus familias.

Sin duda patéticos, la verdad es que se ganan bien su sueldo de columnistas, hay que reconocerlo.