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La breve herejía de Merkel y la inquisición neoliberal

Fuentes: Rebelión

He aquí una profesión clara del neoliberalismo actual: «Merkel mete la pata. Berlín alimenta la crisis al exigir que la banca asuma las pérdidas.» (La Vanguardia, 17/11/2010) Esto es lo que podemos leer en un encabezado de la sección de Economía de La Vanguardia. Hay un juicio de valor (Merkel «mete la pata») y hay […]

He aquí una profesión clara del neoliberalismo actual:

«Merkel mete la pata. Berlín alimenta la crisis al exigir que la banca asuma las pérdidas.» (La Vanguardia, 17/11/2010)

Esto es lo que podemos leer en un encabezado de la sección de Economía de La Vanguardia. Hay un juicio de valor (Merkel «mete la pata») y hay una interpretación de la realidad: si se exige a la banca responsabilidades, se «alimenta la crisis».

Conclusión: para salir de la crisis los culpables no deben pagar nada, las víctimas todo. Esta ideología que legitima el latrocinio y el chantaje de banqueros y grandes empresarios, es reproducido fiel y acríticamente por la prensa capitalista, lo que no es raro, pues forma parte del mismo negocio.

Pero en el momento en que leíamos esto, la polémica ya había pasado y Merkel había vuelto al redil. Sigamos el desarrollo de esta breve herejía de la canciller alemana a partir de las informaciones de El País, un periódico más de «izquierda» (añada el lector catorce pares de comillas más).

Deauville, norte de Francia, 18 de octubre de 2010. Una pareja de maduros dirigentes europeos pasea al atardecer por el borde de la playa. Nicolas Sarkozy y Angela Merkel toman así algunas decisiones sobre bancos y deudas en la absurda creencia de que pueden tomar decisiones sobre bancos y deudas.

Los planes de la parejita incluirían varias cuestiones, pero aquí nos centraremos sólo en la importante, si los bancos deben pagar algo de la crisis o no. Este punto sólo empieza a recogerse en El País cuando se producen las primeras reacciones políticas, diez días después de la reunión:

«La batalla se abre en varios frentes. (…) Desde otra perspectiva, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), rechaza que los bancos titulares de deuda pública de un país en suspensión de pagos asuman también una parte de las pérdidas.» (El País, 28/10/2010)

A nadie puede extrañar que al banquero Trichet no le guste que los banqueros paguen algo de la crisis, como sí le gusta inyectarles dinero para sus «rescates» y sus yates.

Y aquí la rápida reacción de nuestro presidente:

«Zapatero rechaza que la banca pague por la crisis de los países» (El País, 30/10/2010)

Ni el propio Orwell habría podido concebir tal subversión del pasado. Recordemos la crisis en tres pasos:

1) Los bancos entran en crisis cuando los ciudadanos, asfixiados con las subidas de tipos de interés, ya no pueden pagar sus hipotecas.

2) Los países, o sea, los ciudadanos, actúan con un altruismo conmovedor: en vez de salvarse a sí mismos deciden salvar a los mismos bancos que los han estado oprimiendo y embargando.

3) Los bancos están saneados y los países endeudados.

Así que en sólo tres años la «crisis financiera» se ha convertido en «la crisis de los países». Y los ciudadanos, sin trabajo, con sueldos recortados, prestaciones reducidas y pensiones congeladas, miramos con cara de imbéciles esta criminal y descomunal estafa. Pero sigamos a la hereje Merkel y la inquisición neoliberal.

En la misma noticia donde Zapatero mostró de qué lado estaba, la canciller alemana se acercaba al populacho,

«Merkel lo dejó claro ayer: «El contribuyente tiene la aspiración legítima de no ser el único que pague por esta crisis y que otros también paguen la factura».» (El País, 30/10/2010)

Unos días más tarde, un artículo de opinión de Josep Ramoneda, quien encuentra la propuesta de Merkel «razonable», intenta entender la cuestión a partir de razonamientos partidistas,

«Es una aspiración razonable que debería unir a liberales y a socialdemócratas. (…) A los liberales no debería gustarles una medida que rompe el principio de que quien pierde, paga. Los socialdemócratas solo deberían aceptar la asistencia pública a los bancos si se acompañaba de contraprestaciones claras. Merkel y Sarkozy proponen lo que reclama la mayoría de la gente: que los bancos también paguen. El director del Banco Central Europeo, el francés Trichet, se opone. Y el presidente Zapatero, el hombre que decía que gobernaba la crisis desde la izquierda, se alinea con él. ¿Otro ataque de pánico ante los mercados o un ejercicio de fe del converso? Más confusión para un electorado socialista que ya no sabe adónde mirar.» (El País, 4/11/2010)

Al parecer cuesta mucho entender, o aceptar, o reconocer, que no hay diferencias sustanciales entre la derecha y la autoproclamada izquierda, ¿o acaso no han gobernado en coalición en la propia Alemania de Merkel? En la misma línea ingenua, otro artículo de Sami Naïr,

«Curiosamente, y es una muestra de la profundidad de la crisis, hemos visto a unos jefes de Estado de izquierda de los países más afectados pedir indulgencia para los bancos y proclamar su apoyo a Trichet, mientras que los principales líderes conservadores pedían la participación del sector privado financiero en el esfuerzo global.» (El País, 6/11/2010)

Pero será cuando los capitalistas muevan nerviosamente su dinero, como rateros enseñando sus navajas, cuando el tema empezará a zanjarse. El primer paso lo dan los medios, demonizando la postura de Alemania:

«Berlín siembra dudas sobre la deuda y el contagio alcanza a España e Italia» (El País, 9/11/2010)

Este titular agorero, expresado como si fuera un hecho o un dato contrastable, no es más que la interpretación de tres representantes de los intereses empresariales: José Luis Martínez (Citi), Daniel Suárez (AFI) y José Carlos Díez (Intermoney):

«Esa incertidumbre es el caldo de cultivo adecuado para que problemas que parecían bajo control se nos vayan de las manos y acaben contagiando a países que ya no estaban en la diana de los mercados» (Citi)

«Van dos semanas en las que han vuelto las dudas sobre los países con problemas (…)» (AFI)

«(…) Alemania se empeña en abrir el melón de las reestructuraciones de deuda, un debate muy perjudicial para la salud fiscal de la eurozona en este momento» (Intermoney)

Resumiendo, se invita al mundo empresarial, y sólo a él, a que exprese sus temores; luego se convierte ese temor subjetivo en un peligro general e incontrovertible («debate muy perjudicial»). Pero aquí el despistado gobierno alemán aún se expresa con contundencia:  «La UE no se creó para enriquecer a inversores financieros», dice el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble.

Dos días después el diario se posiciona a través de su editorial,

«Las especulaciones indicaban en el caso irlandés que Alemania podría poner condiciones tales como una quita sustancial de la deuda. La tranquilidad solo llegará a los mercados cuando las autoridades alemanas tengan a bien declarar que no exigirán condiciones onerosas para el rescate de Irlanda.» (Editorial de El País, 11/11/2010)

Así que los mercados mandan, algo que El País expone sin el menor atisbo de crítica. Finalmente, dos días después se nos informa del «feliz» desenlace con el siguiente titular:

«La UE da un respiro a Irlanda al calmar a los mercados sobre un posible rescate» (El País, 13/11/2010)

Y debajo de este titular, la clave de ese «respiro»,

«Los países europeos del G-20 aclaran que el fondo actual, en vigor hasta 2013, no contempla que los inversores privados de los bonos irlandeses asuman pérdidas»

Por último, creo interesante citar entero el primer párrafo de esta noticia, que no tiene desperdicio:

«El debate abierto por Alemania y Francia para incorporar a los propietarios privados de títulos de deuda pública al mecanismo de rescate de la UE ha echado sal en la herida de Irlanda, cuyas cuentas públicas se tambalean por la debacle del sector financiero. Ante el creciente castigo de los mercados, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, se quejó ayer de la falta de tacto de Berlín y París al lanzar esas propuestas en un momento en el que la prima de riesgo irlandesa (el diferencial con el bono alemán) está disparada. Una inquietud que los cinco países de la UE representados en la cumbre del G-20 trataron de contrarrestar con un comunicado conjunto. Tras las dudas iniciales, el efecto en los mercados fue fulgurante. Los bonos irlandeses vivieron su mayor subida de precio (caída de la rentabilidad exigida) en un día desde el 10 de mayo pasado, justo tras la creación del fondo de rescate europeo.»

Es una muestra perfecta y elocuente de la sumisión política a los empresarios privados, que podemos resumir así:

1) El mero planteamiento de si los bancos privados deben pagar algo es peligroso.

2) Los mercados «castigan» esa actitud.

3) Algunos políticos, en este caso el primer ministro irlandés, se erigen en altavoces de esos intereses privados.

4) Los demás políticos entonan a coro su fe en el capitalismo, incluyendo a Merkel, quien olvida la «aspiración legítima del contribuyente».

5) Los mercados retiran el castigo de manera «fulgurante».

6) Los ciudadanos siguen pagando y los bancos robando.

Como hemos podido ver, no hay salida, el sistema no admite ninguna desviación de la política neoliberal. No importa cuál de las dos facciones políticas del poder esté en el gobierno, ni cuál sea la ideología que anuncian en sus discursos, porque en las dictaduras neoliberales no son ellos quienes mandan.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR