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Entrevista a David Barsamian, fundador y director de “Radio Alternativa”

La censura mediática

Fuentes: Znet

Omar Khan: Usted ha dicho de los medios que «gran parte de la censura que hay es por omisión, no por comisión». ¿Puede usted especificar en el caso de la cobertura en los medios informativos estadounidenses de la invasión de Irak?David Barsamian: Nos encontramos ante una relación estructural entre los medios y el poder estatal. […]

Omar Khan: Usted ha dicho de los medios que «gran parte de la censura que hay es por omisión, no por comisión». ¿Puede usted especificar en el caso de la cobertura en los medios informativos estadounidenses de la invasión de Irak?
David Barsamian: Nos encontramos ante una relación estructural entre los medios y el poder estatal. Están fuertemente interconectados. ¿Quiénes son los medios? No solamente en los EEUU, sino también en todo el mundo, son un puñado de corporaciones que determinan lo que la gente ve, escucha y lee. Han sido capaces de moldear la opinión pública, particularmente en los EEUU, a favor de guerras ofensivas e imperialistas. Así es exactamente cómo yo describo la guerra de Irak: inmoral e ilegal. Tan solo daré un ejemplo: el New York Times, este gran periódico de izquierdas, publicó 70 editoriales entre el 11 de septiembre de 2001 y el ataque a Irak el 20 de marzo de 2003. En ninguno de estos editoriales se menciona la Carta de las Naciones Unidas, el Tribunal de Nuremberg ni ningún otro aspecto del derecho internacional. Es evidente que estas personas saben que tales cosas existen: es un ejemplo perfecto de censura por omisión. De esta manera si usted leía el New York Times durante ese período de tiempo, mientras nos estaban preparando para la guerra, no hubiera tenido la impresión de que lo que los EEUU estaban planeando era una flagrante violación del derecho internacional y, para el caso, del derecho interno.

Las retransmisiones desde Irak han sido espantosas, ya se habla de cuánto se ha bajado el listón en el periodismo. Yo no creo que se haya rebajado, creo que ha desaparecido. Ya no es visible. El acatamiento y la sumisión del periodismo han alcanzado niveles alarmantes y la catástrofe que se está produciendo en Irak es consecuencia directa de ello. La falta de información fehaciente tiene enormes consecuencias. Tristemente, son los iraquíes quiénes están pagando por ello con un gran número de víctimas, y los estadounidenses en menor medida.

OK: Usted ha llamado a los medios «correa de transmisión». Con ello usted se desmarca de la idea de que tales omisiones se deban al comportamiento delictivo de los profesionales mediáticos. Por el contrario, la metáfora que usted propone parece sugerir un modo de producción, más que cualquier tipo de conspiración.
DB: Describir la realidad objetiva no implica que se esté presuponiendo ningún complot. La expresión «Teoría conspirativa» se ha convertido en un término despectivo que se aplica a personas que analizan la versión oficial. Una manera de desacreditar a cualquiera que cuestione la interpretación oficial de los hechos es decir que cree que todo es el resultado de una conspiración. En otras palabras, es un gilipollas, un cretino, cree en los OVNIS, los extraterrestres y los platillos volantes. Pero por supuesto que existen sectores del complejo industrial y militar que se benefician de las guerras. Esa no es una teoría conspirativa. Es un hecho conocido. Sabemos quiénes son: Honeywell, General Dynamics, General Electric, Northrop Grumman, Lockheed Martin, Boeing, Raytheon. Estos son los principales contratistas militares que han amasado cientos de millones de dólares en contratos de armamento. Son importantes traficantes de armas. Y no se citan en la montaña rusa, en la noria o en el tío-vivo. Se reúnen en oficinas. Se sientan alrededor de una mesa. Toman café y comen donuts. Está claro, está a la vista de todo el mundo.

Los EEUU fabrican el 50% del armamento que se exporta por el mundo. Los EEUU gastan más dinero en el ejército que los 15 países más grandes juntos. Ese gasto está creciendo exponencialmente. El presupuesto militar se está aproximando al medio billón de dólares. Es evidente que hay ganadores y perdedores. El que tiene acciones en esas corporaciones que he mencionado, se está forrando a base de bien. Para él es un paseo.

OK: ¿Cómo ha influido en ello el aumento de la concentración de los medios?
DB: En El monopolio de los medios de difusión de Ben Bagdikian, publicado en 1983, él decía que había 50 corporaciones que controlaban la mayor parte de los medios. Después se convirtieron en 28, luego en 23 y en 14. Más tarde en 10. Finalmente, en su último libro, se han rebajado a 5. Cinco corporaciones controlan los medios de comunicación. Y por medios no solamente quiero decir la televisión. También se incluyen las películas de Hollywood, la radio, los DVD, las revistas, periódicos, libros, libros audio y discos compactos. Cinco corporaciones.

Desde 1983 hasta el día de hoy, 2005, el incremento de la concentración en los medios es comparable al que se ha producido en el poder del estado y de las corporaciones, y también a la tendencia creciente de los EEUU a convertirse en una potencia bélica y agresiva: prueba de ello son la invasiones de Granada, Panamá, la primera Guerra del Golfo, el bombardeo de Yugoslavia, la invasión y subsiguiente ocupación de Afganistán y de Irak…

Además, estoy convencido de que si en Irak las cosas hubieran ido tal y como los neocons predijeron, es decir, si les hubieran recibido con dulces y flores, y la guerra hubiera sido un paseo ¾como decían¾, entonces el siguiente paso habría sido apuntar los cañones en la dirección de Siria e Irán. Pero ahora mismo, debido al nivel de resistencia en Irak, sin olvidar Afganistán tampoco, han tenido que pisar el freno.

OK: Entonces, ¿cuál es la diferencia fundamental entre los servicios informativos comerciales y la publicidad?
DB: La distinción se ha ido volviendo cada vez más borrosa. Hay casos en que se sabe que los reportajes se han preparado en el Pentágono y éste luego los ha pasado a las diferentes cadenas de televisión. Es un caso de propaganda forzada directamente desde el Pentágono para ser difundida como si fueran noticias. Sí, se supone que tiene que haber diferencias, pero esas diferencias están cada vez menos claras. Existe una relación de dependencia entre los periodistas de los medios comerciales y el poder estatal. Aquéllos dependen del gobierno para conseguir noticias e información, para obtener favores y para todo tipo de apaños. Thomas Friedman presumía de que acostumbraba a jugar al golf con el Secretario de Estado James Baker. Brit Hume contaba que él jugaba al tenis con Colin Powell. Por un lado, si usted es periodista en activo y, pongamos por caso, se le ha encargado cubrir la Casa Blanca y se dedica a formular preguntas difíciles, en poco tiempo dejarán de invitarle a las conferencias de prensa. Muy pronto, cuando solicite usted una entrevista con el Vicesecretario de Estado sobre Asuntos de Oriente Medio, no le van a devolver las llamadas. En otras palabras, le pondrán a usted en la lista negra. Y su editor va a empezar a agobiarse porque necesita historias y depende de los que están en el poder para poder dar información. Éste es el tipo de relación incestuosa que hay entre los medios y el poder estatal, ésa es la dinámica que se está dando. Uno se juega su carrera cuando va contra el poder. Recuerdo a Edwin Knoll, que fue editor de la revista Progressive Magazine, fallecido hace unos pocos años. Una vez me contó que cuando él era un reportero en Washington hizo en una ocasión una pregunta muy difícil a Lyndon Johnson. Johnson se lo quitó de encima como pudo y a partir de entonces, la Casa Blanca le hizo el vacío.

OK: Me parece horrible.
DB: Después de aquel incidente lo transfirieron a otro departamento. Es así como controlan el juego. No es una teoría conspirativa sino la manera en que funciona el poder. Vamos a ver, si usted es una persona con poder y yo soy periodista, ¿acaso no querría que yo escribiera cosas buenas sobre usted?…

OK: Por supuesto que sí.
DB: … ¿no le gustaría que cantara sus alabanzas ante una audiencia más amplia a nivel nacional? Por supuesto que sí que querría. Pero también existe una interrelación estructural a tener en cuenta. Los medios electrónicos están, de hecho, autorizados por el gobierno federal, por la Comisión Federal de Telecomunicaciones [FCC, siglas en inglés]. Así pues, existe otra vertiente en que también hay una interrelación. Las ondas hertzianas pertenecen al pueblo de los EEUU, son probablemente (aunque es difícil de calcular) el recurso físico más valioso de los EEUU.

Pero uno no puede apropiarse de las ondas. Uno no puede poner ahí el dedo y tocarlas. Pero las ondas son parte del patrimonio del pueblo estadounidense. Y ¿qué ha hecho el FCC durante todos estos años? Ha estado regalando este recurso tan valioso sin pedir nada a cambio. Ni siquiera pagan por el derecho a hacer propaganda, somos nosotros los que pagamos por el derecho a recibirla. Todo ello pese a que la legislación específicamente dice que las ondas pertenecen al pueblo.

OK: ¿Y qué hay de la reforma de las telecomunicaciones del 96-97?
DB: La reforma de las telecomunicaciones de Clinton de 1996 desató un tsunami de fusiones y opas, produciendo la mayor concentración de medios de la historia. Fue entonces cuando Clear Channel pasó de tener unas pocas docenas de emisoras, desde su base en San Antonio, a las 1.200 estaciones de radio que tiene en la actualidad. Se ha convertido en el monopolio radiofónico dominante. Y esto fue bajo los progresistas Clinton y Gore; recuerdo en concreto que el New York Times publicó unos editoriales, en el momento en que se estaba debatiendo esta ley, en los que se decía que ello traería importantes beneficios al público estadounidense. Que tendríamos más variedad y más diversidad de programas. Que saldríamos ganando.

Bruce Springsteen tenía aquella canción hace diez o quince años, «57 canales y no hay nada en la tele». Ahora, si se volviera a grabar, tendría que añadir un cero al final. Ahora hay 570 canales y sigue sin haber nada. Hay poquísima información de valor al alcance de los consumidores de las televisiones comerciales…

OK: Gracias a Dios que existen la PBS [televisión pública] y la NPR [radio pública].
DB: Éstas se crearon como alternativas verdaderas a los medios comerciales, pero ellas mismas se han vuelto en gran medida comerciales. Tienen lo que ahora se llama «subscripción especial». ¿Qué significa eso? Lo que significa es publicidad. Se han desplazado hacia la derecha con su programación. La PBS, por ejemplo, a la que yo llamo Servicio Petrolero de Difusión, recibe una parte muy importante de sus ingresos de Exxon Mobil y Chevron-Texaco. Mientras tanto, la NPR se ha convertido en una sombra de sí misma. Quiero decir (y no quiero tampoco pasarme, pues nunca fue nada espectacular), que en sus primeros tiempos, todavía tenía cojones [en español en el original], todavía tenía algún espíritu de rebeldía. Pero ha sido en gran medida domesticada. Usted escucha los comentarios, las discusiones sobre Irak… y no son tan diferentes de los que se hacen en los medios comerciales. Es diferente en el aspecto clave de la sofisticación y del civismo. Son muy sofisticados. Son muy educados. Hablan con frases completas. No se interrumpe a los demás. Nadie grita a los demás. Éstas son las características del «juego duro» y de los shows de gritones en la televisión comercial. Y en ese sentido tiene su atractivo, especialmente para la clase dirigente, a la que gusta este estilo. A los que han ido a las universidades de la liga Ivy, sabe usted, y les gusta ver sus noticias mientras sorben una copita de oporto, y escuchar algún que otro «discurso racional». Yo suelo escuchar la Radio Pública Nacional, y el espectro de opinión va de la A a la D, mientras que en la comercial va de la A a la B. No es mucha la diferencia: ambos escogen del mismo surtido selecto de expertos y gurus provenientes de las camarillas en Washington y Nueva York: el American Enterprise Institute, el Instituto Catón, la Heritage Foundation, el Centro de Estudios Estratégicos de Georgetown y el Council on Foreign Relations en Nueva York.

Hay una mujer en concreto a la que escucho en la NPR. Es la presentadora matinal de la «Edición dominical» y se llama Lianne Hanson. No hace sino traer a personajes como Walter Russell Meade, del Council on Foreign Relations, o Kenneth Pollack del Instituto Brookings en Washington D. C. Estos invitados llegan y hacen comentarios escandalosos que se emiten sin que exista oportunidad de réplica. Están saliendo cada dos por tres y son parte de este grupo selecto, una lista de nombres que circula por ahí. Mientras que personas como Michael Parenti, Noam Chomsky, Howard Zinn y muchos otros que se muestran críticos, no tiene espacio en las ondas porque dicen las cosas equivocadas. No están diciendo lo que es aceptable, sino que se salen del estrecho margen de la opinión legítima.

Cualquier persona con una educación básica puede darse cuenta de ello. ¿Qué nombres aparecen en los programas de televisión y radio o en Newsweek, Time, el New York Times, San Francisco Chronicle, Washington Post y otros periódicos o revistas? ¿Con qué periodicidad? ¿Qué dicen los expertos que salen en las tertulias de los domingos por la mañana? ¿Quién sale en «Meet the Press» o en «Face the Nation»? No es difícil saberlo.

OK: Todo esto de los expertos me recuerda a una de las razones a las que se achacaban todos los problemas que ha tenido el ejército estadounidense en sus intervenciones en el extranjero: la «mala inteligencia». Esta razón se menciona tanto entre las izquierdas como entre la derecha, aún conociendo perfectamente el papel represivo que la CIA y el FBI han jugado a lo largo del siglo pasado.

DB: A lo que hay que añadir la profunda falta de respeto al derecho internacional que ello implica. Con una CIA más inteligente podemos llevar a cabo guerras agresivas e ilegales con más eficacia.


OK: Basta con contrastar lo que se está diciendo tanto en los medios públicos como en los comerciales, con lo que usted ha estado retransmitiendo todas la semanas desde hace casi 20 años.

DB: Radio Alternativa se fundó, en gran parte, con la misión en mente de hacer programas de interés público, para ofrecer un micrófono a grupos que, de no ser así, se quedarían sin poder divulgar sus ideas. Yo asumí este objetivo porque los medios públicos lo habían abandonado. Nosotros no queremos dinero de las multinacionales y fundaciones, y esto nos permite perseguir ese objetivo. Lo que necesitamos es formar coaliciones con grupos que han sido marginados aquí y en el Tercer Mundo. En estos momentos, en la radio y a través de otros proyectos, estoy intentando traer más voces desde el Tercer Mundo. Dos de los libros en los que estoy trabajando ahora, por ejemplo, cuentan con la colaboración de Arundhati Roy y Tariq Ali. Creo que es importante que lleguemos a otros grupos que también están luchando por un mundo más justo.

OK: En nombre de Dahr Jamail, Abu Talat y nuestro webmaster Jeff Pflueger gracias por compartir su tiempo con nosotros.