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Críticas a “Las razones de la clase trabajadora” de Gustavo Robles

La clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia

Fuentes: Rebelión

No se analizará en este escrito todo el artículo de Gustavo Robles, publicado en Rebelión del 21.11.12. Solamente se hará hincapié en algunos conceptos erróneos que desarrollaremos a continuación. Gustavo Robles, por ejemplo, dice: «¿Así reparten la riqueza los K?» Los K no son los dueños de la riqueza. Da la impresión de que Robles […]

No se analizará en este escrito todo el artículo de Gustavo Robles, publicado en Rebelión del 21.11.12. Solamente se hará hincapié en algunos conceptos erróneos que desarrollaremos a continuación.

Gustavo Robles, por ejemplo, dice:

«¿Así reparten la riqueza los K?»

Los K no son los dueños de la riqueza. Da la impresión de que Robles comparte -junto con la mayoría de la izquierda y muchos progresistas- [1] la idea de que el gobernante de turno tiene todo el poder.

Los K no tienen todo el poder, no son dueños de la riqueza, y mucho menos pueden disponer de la riqueza a su antojo.

No podemos acá extendernos mucho en citas para demostrar que el marxismo no atribuye ese poder a los gobiernos democrático burgueses, sino a la clase capitalista como tal.

Se puede mencionar la famosa frase de Engels acerca de que la democracia burguesa es la forma más perfecta de dictadura de la burguesía, [2] de lo que se desprende inevitablemente que un gobierno democrático burgués no puede nunca tener el poder suficiente como para gobernar a favor del pueblo y en contra de la clase capitalista.

Es tradicional también en el marxismo que un partido verdaderamente socialista no puede asumir por elecciones a un gobierno democrático burgués, pues estaría gobernando inevitablemente para la burguesía y en contra de los trabajadores, en lo esencial.

Y habría que citar también todo lo dicho por Lenin en El estado y la revolución sobre el estado capitalista y los gobiernos democrático burgueses.

Bastan estas citas recordatorias para que quede claro que nunca un gobierno democrático burgués puede tener el poder suficiente para gobernar a favor de los trabajadores. Nunca tiene todo el poder.

Basta decir, por otro lado, que esto es evidente a simple vista en todos los gobiernos democrático burgueses, Obama, por ejemplo, no tiene todo el poder en EEUU. Ni mucho menos.

Robles habla de la vergonzosa jubilación mínima de $ 1.880. Es indudable que es muy poco, pero es más que los $ 150 fijos durante 10 años del Menem-cavallismo.

«El no menos vergonzoso salario mínimo de $2875»

Es inobjetablemente bajo, pero si ese importe en negro a eso hay que agregarle la asignación universal por hijo. De cualquier manera entre el salario mínimo en negro y/o la asignación universal por hijo los sectores más pobres de la población comen, no comían en el 2001.

«Por supuesto, todo esto se da en el período en que los empresarios, financistas, banqueros y buitres de la Bolsa se llenaron los bolsillos como nunca antes, según palabras de la propia presidenta.»

No hay duda de que estos empresarios se llenaron los bolsillos, pero a diferencia de la década del ’90, no pudieron impedir una distribución del ingreso mucho mayor, y esa es una de las razones de su odio al gobierno.

Habría que preguntarle a Robles si cree que no hay un gran sector del gran capital más concentrado que quiere voltear a este gobierno.

¿No existe este sector?

Este sector es indudable que existe, y no es -como se dice muy apresuradamente muchas veces- solamente Clarín, eufemismo que oculta que detrás de Clarín está ese gran capital concentrado destituyente que abarca a muchas empresas nacionales y, sobre todo, multinacionales.

En última instancia Robles -como gran parte de la izquierda y el progresismo- acusa a este gobierno de ser un gobierno capitalista, lo cual es evidente, y el mismo gobierno no sólo lo reconoce, sino que lo publicita. Y todo gobierno capitalista implica la existencia de todos los males que Robles detalla.

Esto sin entrar a analizar en detalle la exactitud de las cifras que proporciona Robles, su relación con otras variables, etc.

Es evidente que este gobierno, como cualquier otro gobierno democrático burgués, no tiene el poder suficiente para eliminar el trabajo en negro, duplicar o triplicar el salario mínimo y la jubilación mínima, etc., etc.

Pero está por lo menos implícito en el texto de Robles que el gobierno tiene ese poder.

Este gobierno lo que publicita, o por lo menos muestra sin poder evitarlo, es que favorece a todos los sectores de la burguesía, incluidas las PYMES, tratando al mismo tiempo de aumentar la distribución del ingreso. Es lo que llama crecimiento con inclusión social, cosa que sólo concreta, por supuesto, en pequeña medida.

Pero esa pequeña medida es una diferencia abismal en relación la década del ’90.

Para lograr mejores niveles salariales, trabajo en blanco 100% etc., habría que avanzar en la lucha de clases contra toda la burguesía, pero este gobierno es partidario confeso de la conciliación de clases.

Y si este gobierno optara por desarrollar la lucha de clases, debería inevitablemente desarrollar un movimiento revolucionario obrero y de todos los trabajadores que no existe en este momento. Pero, repetimos, este gobierno es partidario de la conciliación de clases.

Autorestringido el gobierno en esa conciliación de clases, es evidente que si quiere aumentar la redistribución del ingreso, no lo puede hacer de un día para el otro, y en el mejor de los casos esa redistribución del ingreso tendrá siempre los límites impuestos por esa política de conciliación de clases.

Pero no se puede negar que con todas esas limitaciones este gobierno busca aumentar la redistribución del ingreso, y lo ha logrado en alguna medida.

Y además no se puede dejar de ver la abismal diferencia entre la política social de este gobierno y la de los gobiernos de la década del ’90.

Robles, como gran parte de la izquierda y el progresismo, le pide al gobierno kirchnerista que sea un gobierno socialista revolucionario. Pero no lo pide con esas palabras. Lo pide como si este gobierno, sin dejar de ser un gobierno capitalista, sin dejar de tener la relación de fuerzas que tiene dentro del conjunto de la burguesía, que por cierto no es de supremacía ni mucho menos, pudiera otorgar al conjunto de la población el nivel de salarios, jubilaciones, en fin, el nivel de vida digno por el cual todos luchamos.

Lenin diferenciaba con una dedicación extrema todos los diferentes sectores en que se desarrollaba la lucha interburguesa, y cuál debía ser la actitud del proletariado ante ese panorama.

Hay que tener en cuenta las recomendaciones de Lenin en relación a continuar la lucha contra Kerensky durante el avance de Kornilov. Salvando todas las distancias abismales de situación, lo que tienen de útil esas recomendaciones es que subraya que lo que cambia es la forma en que se continúa la lucha contra Kerensky, a la vez que se hace eje en la lucha contra Kornilov, que era un peligro mucho más inminente y decisivo para ese momento.

En el apartado La clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia (Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, 196º, segunda edición, págs. 475/491.) Lenin dice, entre otros conceptos los siguientes:

«Todo el mundo está de acuerdo» en que es necesario desarrollar la conciencia política de la clase obrera. ¿Pero cómo hacerlo y qué se requiere para ello? La lucha económica sólo «lleva a pensar» a los obreros en la actitud del gobierno hacia la clase obrera, por eso, por más que nos esforcemos en «imprimir a la propia lucha económica un carácter político», jamás podremos, en el marco de tal tarea, desarrollar la conciencia política de los obreros (hasta el grado de conciencia política socialdemócrata), [3] pues dicho marco es demasiado estrecho.

Y más adelante:

«La conciencia política de clase sólo puede llegar al obrero desde el exterior, es decir, desde un campo ubicado fuera de la lucha económica, al margen de la esfera de las relaciones entre obreros y patronos. La única esfera de la que se puede extraer estos conocimientos es la de las relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el gobierno, la esfera de las relaciones de todas las clases entre sí.» (subrayado C.A.L.)

Y en la página 480:

«no es socialdemócrata quien olvida en la práctica que «los comunistas apoyan cualquier movimiento revolucionario», que, por lo tanto, debemos exponer y subrayar nuestros objetivos democráticos generales ante todo el pueblo, sin ocultar ni un solo instante nuestras convicciones socialistas. No es socialdemócrata quien olvida en la práctica que su deber consiste en ser el primero en plantear, acentuar y resolver todos los problemas democráticos generales. (subrayado C.A.L.)

¿No es acaso esta ofensiva destituyente un problema democrático?

¿No hemos estado siempre, desde la izquierda, contra los golpes militares que derrocaban gobiernos democrático-burgueses?

¿No establecimos siempre una clara diferencia entre un gobierno democrático-burgués, y una dictadura militar? ¿Aunque los dos sean distintas formas de la misma dictadura de la burguesía?

¿Se puede negar que hay un intento destituyente innegable, por parte de gran parte del capital concentrado?

¿No es la primera obligación de un socialista verdaderamente revolucionario oponerse de todas las formas posibles al intento destituyente de gran parte del capital concentrado?

Tal vez Robles argumente que no se está viendo que el capital concentrado está defendido justamente por este gobierno.

En ese caso habría que aclarar cómo es que el capital concentrado quiere destituir a este gobierno. La respuesta inevitable es que una gran parte (no todo) del capital concentrado quiere destituir a este gobierno.

Lo que niega Robles es la lucha interburguesa. Y junto con esta negativa también niega que haya sectores de la burguesía menos peligrosos, en la coyuntura, para los trabajadores, que otros sectores del capital concentrado. No ver esas diferencias, y no ayudar a ver esas diferencias al conjunto del proletariado, es imperdonable para cualquier socialista revolucionario.

Por el contrario, Robles dice:

«Después, por supuesto, podemos hablar de la composición de los convocantes, de los cuales nadie podrá decir -más allá de las simpatías u odios que despierten- que no tienen influencia en las masas obreras.».  

O sea la unidad de acción con cualquiera, aunque responda justamente a intereses radicalmente opuestos a la clase obrera. La clase obrera no tiene que tener conciencia de con quién se moviliza, etc.

Aparentemente acá hay una influencia de Nahuel Moreno, quién mantenía la concepción equivocada y reduccionista de que todo lo que sea movilización es revolucionario, y que hay que movilizar, movilizar, movilizar, en unidad de acción con cualquiera que se movilice.

Dicho sea de paso, los convocantes, hasta donde yo sé, no dirigen ningún sindicato obrero, son sindicatos de trabajadores asalariados no obreros, no industriales (camioneros, judiciales, bancarios, etc.), por lo cual no veo cómo se puede hablar de influencia indudable de esos dirigentes sobre las masas obreras. (subrayado C.A.L.)

«Es obvio que las aspiraciones o posicionamientos políticos de quienes encabezaron la jornada de protesta son de lo más disímiles, muchos son impresentables e incluso la mayoría van detrás de opciones patronales.» (subrayado C.A.L.)

O sea, no importa que la mayoría de las motivaciones del «paro» sean patronales. Un paro obrero con motivaciones patronales. ¿No sería más coherente decir que una relativamente pequeña porción de trabajadores asalariados fue utilizado para defender intereses patronales? ¿No es evidente que más que un paro era un lock-out?

Todo esto está relacionado con negar en los hechos la lucha interburguesa, y negar también la política abiertamente destituyente de una gran parte del capital concentrado, y lo que es peor llevar adelante una política que impida, en lugar de ayudar, al proletariado a tomar conciencia de esto.

«… lo fundamental de esta jornada de protesta que ha tenido alto acatamiento, es que ha puesto a la clase obrera otra vez en el centro de la escena.» ¿Cómo puede poner a la clase obrera en el centro de la escena si sólo participaron algunos pocos sindicatos no-obreros?

Quiero limitarme, hasta donde esto sea posible, a las palabras de Gustavo Robles. Pero es obligatorio señalar por lo menos que este llamado paro fue un acto más de la campaña destituyente del capital concentrado.

Es evidente que el paro no surgió desde las bases. Es innegable que la clase obrera no participó. Fueron pocos gremios. No tenían prácticamente consignas genuinas. Es una consigna genuina estar en contra del impuesto a las ganancias aplicado al salario, pero no es cierto que hubo un movimiento poderoso surgido de las bases que tenía como eje central, por encima de todas las demás reivindicaciones, esta reivindicación. Sería más realista decir que fue la única consigna real que pudieron enarbolar.

Decir como Micheli que la movilización era por hambre, es a todas luces una ficción. No es que no haya pobres que tengan hambre, pero está lejos de ser el problema generalizado que era en el 2001, y no es cierto que haya un poderoso movimiento de base motorizado por el hambre. Es evidente que Micheli buscaba sacar de la galera alguna consigna real, dado que la orfandad de consignas reales dejaba muy a la vista que en realidad se trató de la utilización de trabajadores para la campaña destituyente.

No se trata de defender a este gobierno, tampoco de renunciar un milímetro a la independencia de clase, tampoco se trata de postergar cualquier lucha concreta por salarios, contra despidos, trabajo en negro, tercerización, etc, por temor a «desestabilizar» a este gobierno, ni nada parecido.

Se trata de que una de las tareas obligatorias de los socialistas revolucionarios es oponerse a todo intento destituyente del capital concentrado.

Y sobre todo a ayudar al proletariado a tener la mayor claridad sobre la lucha interburguesa, el rol de cada uno de los sectores de clase, etc., en la lucha de clases actual, y ubicar sus luchas y la forma de sus luchas con la mayor claridad posible en ese marco.

 

Notas

[1] La derecha destituyente dice lo mismo, con la diferencia que sabe que no es cierto, en el caso de la derecha destituyente no hay ingenuidad ni miopía política, como parece haberlo en gran parte de la izquierda y el progresismo. En la derecha destituyente hay intereses creados, los intereses de gran parte del capital internacional concentrado.

[2] Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, en Obras escogidas de Marx y Engels, Tomo II, Editorial Fundamentos, 1975, págs. 339 y ss.

[3] Obviamente, en ese momento se llamaba socialdemócrata al socialismo revolucionario, a lo que hoy se denomina, por ejemplo, bolchevismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.