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Una semana de la información sobre Cuba en El País

La consigna es acoso y derribo

Fuentes: Rebelión

Desde que el dos de agosto empezó a publicarse en España la situación de Cuba tras la intervención quirúrgica de su presidente Fidel Castro, la cobertura del diario El País ha obedecido a una línea claramente definida de acoso y asedio obsesivo. A pesar de que los análisis de opinión del diario suelen ser sólo […]

Desde que el dos de agosto empezó a publicarse en España la situación de Cuba tras la intervención quirúrgica de su presidente Fidel Castro, la cobertura del diario El País ha obedecido a una línea claramente definida de acoso y asedio obsesivo. A pesar de que los análisis de opinión del diario suelen ser sólo tres, siempre se reservó uno para Cuba. Y siempre de firmas críticas contra la revolución. Los editoriales fueron dos, también, como no, en la misma línea. En cuanto a las crónicas de su corresponsal, aunque razonables y aparentemente neutrales, eran compensadas con informaciones y entrevistas también hostiles. Pero veamos día a día, como se diseñaba el plan.

La primera jornada, el dos de agosto, no pudo dar tiempo a reclutar ninguna firma para la cruzada, la misión fue encomendada al editorialista. Comienza, eufórico, repicando las campanas de la transición. «Cuba está ya plenamente sumida en la transición al poscastrismo», decía. «Incapacidad del régimen» o «anacronismo comunista» son algunas de las expresiones utilizadas. Termina con lo que pretende ser una premonición aparentemente no deseada: «Si en algo coinciden hasta el Partido Comunista cubano y la Casa Blanca es en la necesidad de evitar el caos en la isla, así como una posible avalancha migratoria». Una semana después no existe el mínimo atisbo de ello.

La información procedente de su corresponsal Mauricio Vicent relata el relevo temporal del poder, una lógica elucubración sobre la enfermedad, una reflexión sobre la figura de Raúl Castro y el texto/proclama íntegro de Fidel Castro.

Se recogen en dos artículos independientes sendas reacciones, la del ministro de Exteriores español y la clase política española y la de los anticastristas de Miami con su euforia incontenida a pesar de que El País no tenía corresponsal ni colaborador en La Florida.

La reacción oficial en el gobierno cubano, a través del presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón («El presidente del Parlamento cubano afirma que Castro está «muy vivo y muy alerta»»), se reprodujo en la versión de internet pero se omitió en la edición escrita.

Es de destacar un «llamamiento pidiendo el testimonio» de los cubanos, con el titular: «Mándenos su testimonio sobre la actual situación en Cuba». En él se adjunta una dirección de correo electrónico y se señala que «si es usted de Cuba nos gustaría conocer su opinión sobre la situación que vive estos días su país tras la cesión en el poder provocada por la grave enfermedad de Fidel Castro». Resulta sorprendente que a este llamamiento sólo se accede desde la noticia de Alarcón, ya no vuelve aparecer como texto relacionado en ninguna otra noticia de los días posteriores.

El día siguiente, ya comienza la campaña en las páginas de opinión. Un amplio espacio para el catedrático y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami, Joaquín Roy. Bajo el titular Los enigmas de la transición cubana, prácticamente se dedica a repetir los planteamientos del editorial del día anterior, da por hecho una transición con sus deseos de que sea pacífica y controlada, justo a la medida de la línea editorial. Mauricio Vicent tiene poco que añadir ante el secretismo sobre el estado de salud del comandante, apenas algunas reacciones en la calle y algún anticastrista que ya comienzan a airear, como Gutiérrez Menoyo.

El día 4 es el único en el que no aparece ningún artículo de opinión sobre Cuba. La información se resuelve contando el ambiente en La Habana, la decisión de que hay una dirección colectiva y las reacciones de Estados Unidos y la Unión Europea. Seguimos sin encontrar en la edición escrita ningún titular procedente de todo lo que huela a revolución cubana a pesar de que existen declaraciones de Ricardo Alarcón, el coordinador general de los Comités de Defensa de la Revolución, comentarios en el Granma y del presidente venezolano. Algunas fueron recogidas en el texto del corresponsal, pero no se les dio rango de titular por los responsables del diario.

Al día siguiente, el sábado cinco de agosto, el artículo de opinión es para Rafael Rojas, codirector de la revista anticastrista Encuentro, editada en Madrid y financiada por Estados Unidos. En tono claramente anticomunista analiza el escrito de Fidel Castro y desautoriza el modelo de sustitución por el vicepresidente establecido en la legislación cubana.


En las páginas de información, el titular es para la reacción de Bush.

El seis de agosto, un nuevo editorial cuyo titular transmite a Cuba lo que sólo es la sensación que están viviendo los responsables del diario: «Cuba, inquieta». No habrá mucha inquietud cuando el titular de la crónica del corresponsal es la cita textual de un habanero que dice «Tanta tranquilidad extraña». Termina el editorial diciendo: «Aunque el régimen ha multiplicado el ruido para defender la ficción de que lo que sucede es poco menos que nada, lo cierto es que cada día que pasa sin noticias de ninguno de los dos hermanos más se extiende la impresión de que suceden cosas, y no todas previstas por un Fidel». Nos quedamos sin saber qué cosas son esas que suceden.

El artículo de opinión hoy es para Carlos Franqui, un periodista que participó en la revolución y que la abandonó para convertirse en otro anticastrista que publica libros analizando un país del que salió hace treinta años.

Las declaraciones de dos ministros, el de Cultura y el de Salud no tienen derecho a producir un titular, sí en cambio la reacción y comentarios de Aznar que dispone de un texto propio. Para redondear la «pluralidad», una amplia entrevista al senador estadounidense de origen cubano, Mel Martínez, afirmando que «EE UU no colaborará con un Gobierno bajo el mando de Raúl Castro».

Los lectores de El País siguen sin encontrar una información titulada con las reacciones o declaraciones de algún funcionario o responsable cubano, a pesar de que ha habido numerosas declaraciones y entrevistas concedidas a otros medios.

Llegamos al lunes siete de agosto. Siempre hay un lugar en los tres artículos de opinión para una firma anticastrista. Hoy le toca a la vicepresidenta de Diálogo Interamericano en Washington y profesora en la Universidad Internacional de la Florida en Miami, Marifeli Pérez-Stable, para repetir lo que lleva cuatro días diciendo el diario.

Por si no fuera suficiente, el periódico recupera un nuevo autor para criticar a Fidel Castro, no importa que hubiese muerto hace dieciséis años. Si sirve como analista de Cuba alguien que se fue hace treinta años del país, también puede servir quien se fue hace dieciséis de este mundo. Se trata de Reinaldo Arenas con el engañoso título de «Elogio a Fidel Castro», y donde desgrana con cinismo todas sus acusaciones contra el presidente cubano. Como lo de publicar a fallecidos de hace más de tres lustros hay que justificarlo un poco, El País lo presenta como «artículo inédito de un escritor perseguido». No sé hasta qué punto no ha sido publicado ese texto, pero su existencia era suficientemente conocida y anunciado su archivo en la Universidad de Princeton, en la sección de No Ficción del archivo de Reinaldo Arenas, caja 18, documento 1, copia sin fecha. No han encontrado ningún documento exclusivo.

El caso Cuba se redondea con un amplio reportaje titulado «El exilio cubano debate el futuro «, y subtitulado «17 organizaciones anticastristas firman en Miami un documento para consensuar el proceso de cambio político en la isla», donde se repasan las posiciones y el ambiente en el sur de la Florida.

Ese día toda la prensa reproduce las declaraciones y el documento de la Iglesia Católica Cubana donde los obispos piden «orar por el restablecimiento de Fidel Castro» y se pronuncian firmemente en contra de cualquier «intervención extranjera» en el país. El País lo tituló: «Los obispos, preocupados por la delicada situación del país».

Llegamos al ocho de agosto. El anticastrista que toca hoy escribir es el catedrático español de Ciencia Política Antonio Elorza, habitual fustigador de la revolución cubana en el diario. El titular de su texto es «La última revolución», donde critica a la izquierda que apoya a Cuba. Es entonces cuando el lector, si sólo lo es de El País, puede pensar que existen apoyos.

Se repite el modelo de los días anteriores y añaden la entrevista de turno al cubano crítico con la revolución. En esta ocasión al menos vive en Cuba. Se trata del Eloy Gutiérrez Menoyo. Evidentemente, ya no le queda nada nuevo que decir contra el gobierno cubano que no se haya dicho ya en El País.

Hay algunas reacciones más ese día. La de los grupos anticastristas de Madrid con un amplio reportaje y otra amplia información sobre los comentarios de Bush que vuelve a decir lo mismo.

Por fin aparece un artículo haciendo referencia a la defensa de la revolución. Han hecho falta que lo suscribieran cuatrocientos intelectuales de todo el mundo y ocho premios Nobel. Se titula «Varios premios Nobel piden respeto a la soberanía cubana» -se les olvidaron los cuatrocientos-. En el interior ni siquiera se citan los nombres de todos los nobeles, sólo de seis.

Y llegamos al día de ayer, nueve de agosto, se cumple una semana del anuncio de la enfermedad de Fidel Castro. Ya no encuentran firmas anticastristas para los artículos de opinión y deben recurrir al subdirector de relaciones internacionales del diario, Miguel Angel Bastenier. Bajo el título Doble transición: de Castro a Uribe, establece un paralelismo muy peculiar entre Cuba y Colombia: «En La Habana la sucesión está siendo palaciega, con un presidente delegado, el segundo Castro, invisible, mudo y en paradero desconocido. Y en una demostración de cómo el régimen confunde información con exhibición (…) La transición colombiana, muy diferente, es intensamente política y se desarrolla a la vista del público». No se entiende dónde ve la transición en Colombia, pocos días después de la toma de posesión del presidente que repite cargo.

De nuevo, el habitual reportaje desde Miami y una detallada información sobre la muerte por enfermedad en Cuba del anticastrita Gustavo Arcos. Por cierto, podía también Bastenier comparar de qué mueren los opositores en Cuba y de qué mueren en Colombia.

Como se ha podido comprobar en este repaso, prácticamente todos los días se ha reservado uno de los tres amplios artículos de opinión para Cuba. Ni uno ha sido de un autor que defendiera la revolución. No hubo titulares ni artículos de opinión para ministros, ni miembros del Partido Comunista, ni para responsables de las organizaciones sociales cubanas que apoyan el socialismo cubano, ni para ningún escritor ni artista de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), ni representantes diplomáticos de Cuba en España ni en ningún otro país, ni tampoco para algún portavoz de los cientos de organizaciones de solidaridad con Cuba que hay en España o en el resto del mundo.

Se dedicaron tres reportajes al anticastrismo de Miami, mas dos textos de opinión desde esa ciudad. Se recogieron en tres informaciones con titular propio las posiciones y declaraciones de Bush, además de otra entrevista a un senador estadounidense.

El llamamiento del día dos para que los cubanos envíen su testimonio al diario desaparece el resto de los días, de hecho en un periodo estudiado de ocho horas del día nueve sólo entraron treinta personas según el contador del propio diario. Tampoco se editan las reacciones que se recibieron.

Eso sí, el futuro de Cuba dicen que corresponde a los cubanos y la pluralidad informativa está aquí.

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