Sr. Director de El Mundo:Quisiera puntualizar una serie de aseveraciones que usted hace en su editorial del sábado 29 de diciembre, bajo el título Tres en Raya.Ante todo le adjunto Declaración íntegra del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, sobre las comparaciones entre Fidel Castro y Pinochet, que posiblemente no haya leído. No son opiniones […]
Sr. Director de El Mundo:
Quisiera puntualizar una serie de aseveraciones que usted hace en su editorial del sábado 29 de diciembre, bajo el título Tres en Raya.
Ante todo le adjunto Declaración íntegra del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, sobre las comparaciones entre Fidel Castro y Pinochet, que posiblemente no haya leído. No son opiniones sin más, sino afirmaciones contundentes y con base, hecho que usted, señor director, no hace en su artículo, plagado de suposiciones, subjetivismos y opiniones infundadas, sin base alguna. Permítame que le diga, amparada en la democracia que usted tanto predica, que más que preocuparse por el destino de Cuba, algo que solo corresponde hacer a los cubanos, debiera ocuparse de la corrupción en su país que ahí sí que tiene materia para editoriales, artículos y suplementos. Fidel Castro no está «en tres en raya» con tiranos porque no es ningún tirano; tirano era el criminal Batista, que tenía condenada a la isla al analfabetismo, a la barbarie, que instauró una cruenta represión y que huyó con un buen puñado de dinero de su pueblo, dinero del que se ayudó para pedir amparo a otro tirano, Francisco Franco, y que murió, curiosamente, en Marbella, cuna de fascistas y de ladrones.
Fidel Castro llegó en el 59 a Cuba y con él una revolución que no tiene parangón, guste o no, una revolución que exporta cultura y ayuda al exterior, a pesar del bestial bloqueo al que se ve sometida por el imperialismo americano, pero que no le impide llevar misiones de ayuda allá donde hay una necesidad provocada por una guerra o una catástrofe natural: Indonesia, Pakistán, Iraq, Latinoamérica…
Que sepa, señor Pedro J, que Fidel Castro retó a la revista Forbes a que demostrara las mentiras que publicó sobre su fortuna personal y no fue capaz. Ya es raro que hoy en día una revista de ese «prestigio», norteamericana para más INRI, sea incapaz de publicar con pelos y señales algo tan fácil… si fuera verdad, claro. Hoy en día, que todo se sabe de nosotros, que controlan hasta los más mínimos movimientos que hacemos, que quieren saber de dónde proceden unos euros que aparecen en nuestras cuentas…¿Cómo es posible que no salieran al paso y publicaran, punto por punto, con exactitud matemática, la inconmensurable fortuna de Fidel Castro? El premio era muy atractivo: Fidel Castro renunciaría a su cargo. Cómo EEUU deja pasar esa oportunidad? Ahí está la fortuna de Pinochet al descubierto, dólar a dólar, coche a coche, mansiones…¿me quiere decir que EEUU permite esta minuciosa revisión con salida a la luz de los fondos del dictador Pinochet y se calla la «fortuna» de su mayor enemigo, del hombre contra el que atentó cientos de veces?
Echo de menos en su artículo una mención a Bush, a no ser esta frase que de ahí tomo: Cuidado, en todo caso, con esos «grandes designios» y esos «ambiciosos empeños» que son siempre la médula espinal de los totalitarismos y una tentación para las democracias, Bush «el antropófago», comiéndose, oculto bajo los pasamontañas de los verdugos, al Saddam que él ahorcaba. Al Bush con 600.000 muertes a sus espaldas; al Bush que mantiene Guantánamo; al Bush de la pena de muerte, de la tortura (hasta media hora tardan en morir las víctimas de su silla eléctrica); al Bush violador de los derechos constitucionales y las libertades civiles ampliando las posibilidades de registros ilegales, supervisión telefónica, juicios militares; al Bush que permite y ampara en su territorio, impunemente, al terrorista Posada Carriles, asesino de inocentes…Para cuándo un juicio a Bush, asesino encubierto bajo la noble tarea de implantar la democracia a todo el orbe de la tierra?
Dice también que el tamaño del «alma» de Sadam, Castro y Pinochet jamás consolará a sus víctimas . Por lo que respeta a Fidel Castro puede ahorrarse el «jamás» y actualizar el verbo. Fidel Castro consuela a su gente. Tiene su cariño y lo tiene porque lo ofrece. Lo ofrece en los momentos críticos, tranquilizando a su pueblo ante el paso de los huracanes que asolan la isla; ahí está con ellos en los momentos de dolor, en los momentos de la miseria más brutal impuesta por el bloqueo; ahí está en las celebraciones, seguido por mareas de hombres, mujeres y niños que lo acompañan; ahí está el silencio elocuente en las casas y en las calles en las primeras horas que se supo de su enfermedad. Algo parecido a lo que pasa aquí con la clase politica cuando se suceden Prestiges, incendios, inundaciones, desgracias…Atestiguar esta afirmación de que los cubanos quieren a Fidel es mucho más fácil de lo que usted cree: si los cubanos no lo quisieran, ya hay muchos años que lo tendrían echado fuera.