FM Bajo Flores tiene raíces de resistencia al menemismo, de ganas de hacer comunicación, y de que esa comunicación no sea una burbuja «alternativa» sino un reflejo de la diversidad cultural de un barrio que pelea contra la exclusión. La agenda temática: violencia doméstica, gatillo fácil, la droga. Los chicos y su aporte de lucidez, […]
FM Bajo Flores tiene raíces de resistencia al menemismo, de ganas de hacer comunicación, y de que esa comunicación no sea una burbuja «alternativa» sino un reflejo de la diversidad cultural de un barrio que pelea contra la exclusión. La agenda temática: violencia doméstica, gatillo fácil, la droga. Los chicos y su aporte de lucidez, y desconfianza. La autonomía, el fútbol, los talleres, y las estrategias para llegar cada vez más lejos.
Antes de que termine el recorrido del colectivo 23, una mujer se pone de pie y dice con voz impostada: «Llegamos al country». Varios pasajeros ríen con ella. Riestra y Camilo Torres es una intersección interesante. Allí comienzan la Villa 1-11-14 , los barrios Rivadavia, Presidente Illia, Juan XXIII y los más recientes Rivadavia II y Presidente Illia II. Según el último censo oficial, 50 mil personas viven ahí. Sin embargo, sus habitantes saben que son más que el doble. Se trata del centro del Bajo Flores, una zona con un altísimo porcentaje de comunidades peruanas, bolivianas, paraguayas y, por supuesto, argentinos que, juntos, dan una dura pelea cotidiana contra la exclusión.
Agenda: gatillo, mujeres y droga
En esa misma esquina, donde empiezan y terminan los barrios, al lado de una gomería y en frente de un baldío, está la FM Bajo Flores (en el 88.1) cuyo nombre, escrito con aerosol rojo, se anuncia sobre una pared gris. A un costado, sobre la vereda, conversan Ramón Silvero -que coordina un taller de fútbol en la zona- y Eduardo Nájera, referente y fundador de la FM. De cada diez chicos que pasan, siete levantan la mano o saludan con un grito. Otros se acercan a preguntar cuándo es la reunión para planificar las actividades futboleras, y un nene de flamantes ocho años y renegrido guardapolvo se acerca y le dice un secreto a Nájera. A pesar de los esfuerzos, todos escuchan: «Hoy es mi cumpleaños y te quería pedir si el sábado lo puedo venir a festejar a la radio»…
FM Bajo Flores -que el próximo 1º de junio cumplirá diez años- funciona antes que nada como un espacio de encuentro de los vecinos. «La agenda de la radio la impone el barrio», explica Nájera y enumera: «Gatillo fácil -porque la policía acá pega y pega duro-, violencia contra las mujeres, y consumo de drogas peligrosas. Esos chicos de la escuela que se ven por acá están en contacto con drogas duras como el paco; y ahí está la radio tratando de intervenir, de buscar ámbitos de participación para ellos. No nos resignamos».
Muerte en el Riachuelo
Muchas veces, la información llega en vivo y en directo de la voz de las propias víctimas. «Un día estábamos acá -recuerda Nájera- y llegó un vecino que nos dijo: ‘Desde anoche que mi hijo Ezequiel no aparece en casa y algunos nos comentaron que se lo llevó la Policía’. Agarramos el micrófono y empezamos a difundir el caso. Este chico resultó ser Ezequiel Demonty, muerto a golpes por la Policía y después arrojado al Riachuelo».
Durante un mes, la FM Bajo Flores siguió el caso del chico que aún estaba desaparecido. Después organizó marchas pidiendo justicia e impulsó a través de toda la programación una investigación sobre el asesinato. «Lamentablemente en el barrio surgen estas cosas y se transforman en la agenda de la radio, como los talleres textiles clandestinos y el trabajo esclavo,» explica Nájera.
En la programación se reflejan -en boca de los protagonistas que tienen sus propios programas al aire- las contradicciones de los vecinos: «Están los compañeros que laburan 18 horas por día, que cobran 300 mangos y son explotados. Y también en el barrio hay talleres que funcionan como un microemprendimiento y que trabajan a destajo, pero para ellos es absolutamente normal. A nosotros nos cuesta resignarnos y aceptarlo. Pero es una diferencia que existe y nosotros como medio de comunicación, no podemos dejar de darle visibilidad», aclara Nájera.
Volver a empezar
La grilla está compuesta por programas de las comunidades boliviana, paraguaya, peruana y argentina. Nájera recibe de manera permanente casetes con propuestas de nuevos programas. La participación sorprende y las felicitaciones emocionan: «En mi trabajo subimos a todo volumen la radio al mediodía. Traje este saludo para mi hermana que mañana cumple años», dice un señor menudo al tiempo que entrega un papel escrito por él y pregunta: «¿Así estará bien?». Nájera le contesta que está perfecto y que van a pasar el saludo al horario acordado. «Y pónganle cachaca con el saludo» dice el hombre refiriéndose al ritmo tropical, «para que se emocione pero también se alegre».
Además de la producción propia -por ejemplo el informativo diario que dura desde las 9 de la mañana hasta el mediodía- la radio coproduce programas con la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras y la agrupación Volver a Empezar, conformada por un grupo de madres de la Villa 1-11-14 que tienen hijos con discapacidades.
La marca registrada de la emisora tiene que ver, sin duda alguna, con la diversidad cultural. Según Nájera, eso se debe al barrio: «Estamos a cinco minutos del centro. A dos minutos de Parque Chacabuco, Almagro y Boedo. Y acá, en un perímetro de veinte cuadras, convivimos diferentes culturas, diferentes prácticas e historias. Todo eso converge en nuestra radio».
Fútbol y memoria
La FM Bajo Flores es apenas el punto de partida de una serie de actividades que trascienden la programación. El equipo de trabajo apuesta también a la formación y a la contención de los jóvenes del barrio. Silvero, por ejemplo, coordina un taller de fútbol en la canchita que está frente a los estudios de la radio. Participan cien jóvenes, que ya viajaron por Córdoba, Mendoza y Misiones llevando sus goles y más de una rabona.
Tampoco faltan los talleres de radio para niños, adolescentes y adultos. Se trata de tres clases semanales intensivas donde se transmite a unos 80 participantes nociones sobre producción radial, artística, aspectos técnicos y todo lo que les sirva luego para poner en marcha un programa. Los encuentros siempre terminan con una realización concreta: un micro, un separador o una idea. Por ejemplo, uno de los trabajos tuvo como tema central el 30° aniversario del último golpe militar. Cada uno de los grupos investigó y realizó registros sobre cada detenido-desaparecido del barrio. Con toda esa información pusieron en el aire un programa especial el 24 de marzo de 2006 y pintaron un mural a 150 metros de la emisora.
Lo que saben los chicos
En su primera década de vida, el mayor éxito de la FM consiste -según sus directores- en haber podido involucrar a la juventud en el proyecto. «Son chicos que llegaron con 12 años y ahora tienen 22. Por ahí están estudiando Comunicación Social, locución. Se formaron acá, hicieron los talleres y están comprometidos política y socialmente con la radio. Nadie les va a venir a contar nada porque ellos conocen lo que es la pobreza y la necesidad. Conocen lo que es ser discriminado. Y conocen lo que es un proyecto político porque son ellos los que lo construyen día a día», se enorgullece Nájera.
La FM del Bajo Flores realiza una tarea integral en su zona de influencia. Organiza la colonia de verano, salidas formativas y hasta vacaciones en Chapadmalal y Río Tercero, gracias la gestión de estadías gratuitas ante la Secretaría de Turismo de la Nación. «Este es un barrio de luchar todo», enuncia Nájera y relata las batallas que tuvieron que dar los vecinos y la propia radio para que se construyera un colegio secundario (E.M.E.N Nº3) y un Centro de Salud.
Quienes sostienen estas y otras actividad son un grupo de 25 personas que día a día trabajan en la emisora. Otras 150 personas -de 15 a 45 años- transitan semanalmente la FM Bajo Flores para brindar su colaboración. Para organizarse, los integrantes de la radio crearon una Dirección Política y una serie de áreas: técnica, artística, producción, publicidad, donde cada una cuenta con un responsable elegido por el resto de sus compañeros. Nájera asegura que, aunque no votan, se pelean y discuten mucho. «Los más viejos ponemos alguna esperanza en lo que tiene que ver con el proyecto que está llevando adelante el gobierno de Kirchner; mientras que los más jóvenes, que crecieron con las promesas no cumplidas, con las políticas en forma de limosnas para estos barrios, desconfían mucho. De todas formas, la radio nunca tuvo nada que ver con los partidos».
Si bien el tema del financiamiento es uno de los ítems más complicados de resolver, aseguran que es uno de los temas sobre los que más aprendieron. Obtienen una buena cantidad de publicidades, incluidas pautas oficiales: «Al principio se debatió si debíamos tomar esa publicidad, pero cuando hubo que comprar el primer casete dijimos: Bueno muchachos, si no hacemos esto estamos muertos».
Además, la FM cuenta con una forma legal, Asociación Civil Rodolfo Walsh, que le permite la gestión de recursos ante distintas Agencias de Cooperación Internacional. Todos esos recursos alcanzan para pagar un sueldo fijo a los operadores técnicos. Luego, dependiendo de la situación económica del momento, el resto del colectivo se lleva unos pesos para sobrevivir.
Lo alternativo = la burbuja
Nájera evita definir a la FM del Bajo Flores como una emisora alternativa: «Para nosotros lo alternativo es de elite y, entonces, no es popular. Ahí aparecen algunas diferencias con otras radios que se llaman así. Nos parece que están adentro de una burbuja, con poca pata en la realidad. Lo popular tiene que ver con una práctica política diaria y en eso estamos».
La radio -dicen sus miembros- se propone respetar la diversidad cultural y estar donde haya un conflicto barrial, siempre defendiendo los derechos humanos.
Integra una red de instituciones barriales junto al E.M.E.N Nª3, el Centro de Salud Nº 20, la C.O.P.A (Cooperativa de Producción y Aprendizaje), la Capilla Itatí y el Comedor Niños Felices. Juntos conforman una red de instituciones barriales que gestionan recursos ante el Estado y las agencias de cooperación Internacional. También llevan adelante el proyecto Adolescentes de Bajo Flores en el que se lanzan, por ejemplo, campañas de prevención del HIV.
La FM forma parte además de la mesa Ejecutiva del Foro Argentino de Radios Comunitarias y también integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias y la Asociación Latinoamericana de Enseñanza Radiofónica.
¿Cómo resistir al menemismo?
FM Bajo Flores nació a partir un grupo de militantes peronistas de base, desencantados con la gestión de Carlos Menem en la presidencia de la Nación. Tras sucesivas divisiones, decidieron abrir una olla popular que al poco tiempo se transformó en una organización comunitaria llamada Monseñor Enrique Angelelli. Dentro de esa estructura, Nájera y sus compañeros estaban inquietos. Querían hacer algo más y en 1992 se lanzaron a la comunicación popular. Fundaron, entonces, La Voz del Bajo Flores, una revista muy sencilla y humilde que se planteaba una distribución masiva dentro del barrio: «Era la época de las privatizaciones, que las fábricas que se cerraban, que la gente desocupada crecía día a día…», describe Nájera. La idea de la publicación, entonces, era denunciar todo lo que pasaba pero también reflejar que en el barrio había grupos que se estaban organizando.
La revista salió durante un año y luego se transformó en una radio abierta. De a poco, el grupo se iba acercando al objetivo final. Montaron bocinas en los techos de las instituciones barriales para pasar casetes, leer noticias del diario y en especial difundir las actividades que realizaban las distintas organizaciones. La Gran Propaladora, como la llamaron sus inventores, llegó a funcionar en el Comedor Angelelli, en el Niños Felices, en la Parroquia y el Centro de Salud. Nájera asegura que si uno mira el mapa, esos lugares cubrían un sector bastante importante de la Villa 1-11-14. La experiencia duró medio año de transmisiones abiertas todos los sábados y, si bien tuvo buenos resultados, aún les faltaba llegar profundamente a más gente.
Con esta práctica como antecedente y con un transmisor de apenas 10 vatios, la Bajo Flores empezó a transmitir el 1º de junio de 1996, fundada por la Parroquia Santa María del Pueblo, el comedor Angelelli y un grupo de vecinos. Hoy tienen un transmisor de 500 y llegan a todo el Bajo Flores y aunque no lo midieron formalmente, reciben llamados de Villa Soldatti, Lugano, Ciudad Oculta, Villa Inta, Villa Calasita y hasta de Pompeya y Boedo.
Ahora van por más: quieren tener su propia página web, un nuevo centro de formación y levantar una biblioteca especializada en comunicación popular, empecinados como están en no quedar apresados por ninguna burbuja.