Sr. D. Ignacio Camacho: Director del diario «ABC» Madrid.- Señor Director: Es grato dirigirme a usted en la oportunidad de saludarle y hacer uso del correspondiente derecho a réplica para aclarar algunos argumentos relativos a Venezuela contenidos en los artículos El absceso colombiano, de Valentí Puig, y Mozart atenúa la dureza de la infancia venezolana […]
Sr. D. Ignacio Camacho:
Director del diario «ABC»
Madrid.-
Señor Director:
Es grato dirigirme a usted en la oportunidad de saludarle y hacer uso del correspondiente derecho a réplica para aclarar algunos argumentos relativos a Venezuela contenidos en los artículos El absceso colombiano, de Valentí Puig, y Mozart atenúa la dureza de la infancia venezolana en el filme «Maroa» aparecidos en la edición del viernes 15 de julio del diario que usted tiene a bien dirigir, al considerar pertinente que los lectores dispongan de una versión contrastada de las opiniones en ellos expuestas.
En el caso del artículo de Puig, éste repite la versión interesada, a cuenta de exponer sus opiniones sobre la situación sociopolítica de una nación hermana, en la que se relaciona al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con las FARC, cuando es sobradamente conocido que la política exterior del Gobierno venezolano ha propugnado ser claramente contraria a cualquier tipo de injerencismo de un país en otro, respetando principios como la autodeterminación y la voluntad de los pueblos, política de la que no podrían enorgullecerse los gobiernos de algunas otras naciones. La aseveración que realiza el articulista es un ejercicio de irresponsabilidad que no debieran permitirse quienes cumplen funciones de comunicación social, en la medida que sus aseveraciones no se corresponden con las prácticas del Poder Ejecutivo venezolano. Sobre las restantes consideraciones vertidas en el texto, en las que se adscribe al Jefe de Estado venezolano la facultad de propiciar planes de agitación en otras naciones latinoamericanas, le indico que con ellas se minusvalora a las naciones y a los pueblos del continente latinoamericano, presentándolos como sujetos pasivos de un destino decidido por otros, y no como autores de sus pasos y moldeadores de sus caminos a partir de realidades propias.
En cuanto a las opiniones aparentemente informativas vertidas en el segundo de los artículos, en las que el redactor cuestiona las actuaciones que en materia de seguridad realiza el Estado venezolano, le informo que en los últimos años la evolución de las cifras de delitos por violencia común en Venezuela presenta una sensible disminución, por lo que le aconsejo recurra a los archivos de la Hemeroteca Nacional y compruebe esta tendencia, que responde a una clara mejora de las expectativas sociales de los sectores populares, históricamente excluidos del desarrollo y de los beneficios que durante décadas le proporcionó a una minoría la renta petrolera, que debe aclararse era en teoría propiedad de la Nación. Es reseñable además que a pesar de los ingentes logros del Gobierno del Presidente Chávez en materia de promoción de los derechos humanos (a la vida, a la salud, a la educación, a la vivienda, a la cultura, entre otros), los esfuerzos en este sentido no se detendrán, hasta que el Estado salde la gigantesca deuda social que acumuló desde hace medio siglo con la población, mayoritariamente pobre. A los comentarios anteriores se suman en el artículo los de la cineasta Soolveig Hoogesteijn, residenciada desde hace años en nuestro país, quien por lo leído ignora la positiva trascendencia humana y social del proceso revolucionario que vive Venezuela. Hoogesteijn tendría que comparar el trato que en la actualidad otorga el Estado venezolano a todos sus ciudadanos, incluso en situaciones de manifiesta y aguda desestabilización política, con la violación sistemática y permanente de derechos humanos que contra algunos sectores de la población se produjo durante casi medio siglo en Venezuela. De lo contrario, sus opiniones podrían considerarse un reflejo de la percepción socialmente elitesca que ciertas mentalidades tienen de los hechos que han ocurrido y en la actualidad ocurren en el país, y que a su vez resultaría una forma de connivencia moral ante injusticias históricas.
Sin más a que hacer referencia, y con la disposición de cooperación de esta Misión Diplomática en todo lo que sea posible,
Atentamente,
Gladys María Gutiérrez Alvarado
Embajadora de la República Bolivariana de Venezuela
Nota de Rebelión:
El diario ABC sólo publicó parcialmente el contenido de esta carta, la versión aquí incluida es la íntegra