El gobierno de los EEUU ha decidido incrementar su estrategia desestabilizadora contra Venezuela con tácticas y estrategias que recuerdan, cada vez más, a lo ocurrido durante la Administración Reagan contra la Nicaragua sandinista: utilización de los medios de prensa, tanto escritos como audiovisuales, para generar en la opinión pública mundial la sensación de que el […]
El gobierno de los EEUU ha decidido incrementar su estrategia desestabilizadora contra Venezuela con tácticas y estrategias que recuerdan, cada vez más, a lo ocurrido durante la Administración Reagan contra la Nicaragua sandinista: utilización de los medios de prensa, tanto escritos como audiovisuales, para generar en la opinión pública mundial la sensación de que el presidente venezolano, Hugo Chávez, es un individuo peligroso, una especie de paria internacional al que no debe dársele credibilidad alguna, ni aunque haya ganado todas las elecciones a las que se ha presentado, y al que hay que retirar lo antes posible del poder. La última maniobra puesta en marcha con éxito, y seguida con entusiasmo por la gran mayoría de medios de formación de masas occidentales, ha sido la compra de armas a países como Rusia, Brasil o España.
Con la Venezuela bolivariana se ha intentado casi todo: incentivar y apoyar un golpe de estado; reconocer al efímero presidente golpista; alentar y apoyar una huelga de la industria del petróleo que pudo provocar una quiebra irresoluble de la economía venezolana; alentar y apoyar a una oligarquía corrupta hasta la náusea que se negó a reconocer el fracaso del referéndum revocatorio -reconocido en la Constitución aprobada tras el acceso de Chávez a la presidencia-; alentar, participar y apoyar el secuestro del integrante de las FARC, Rodrigo Granda, en Caracas violando la soberanía de Venezuela; alentar un posible enfrentamiento directo con Colombia… Todo ello fallido, menos el caso del guerrillero secuestrado.
Ahora, en una estrategia que recuerda a la desestabilización a que fue sometida la Nicaragua gobernada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que también ganó unas elecciones democráticamente en 1984, por la Administración Reagan, se da un paso más, una vuelta de tuerca en la que participan de forma entusiasta los llamados medios de comunicación, los medios de formación de masas occidentales: el supuesto rearme de Venezuela y la «amenaza para la democracia» que ello supone. Pero antes ha habido toda una batería de declaraciones de los principales miembros de la Administración Bush preparando el terreno, desde Condolezaa Rice a Donald Rumsfeld, desde Porter Goss (director de la CIA) a Roger Noriega (secretario adjunto de estado para América Latina). El ascenso de Noriega en la Administración Bush es especialmente llamativo puesto que tuvo una estrecha relación con la contrarrevolución nicaragüense en la década de los 80, ayudó al ultraderechista Jesse Helms en el Comité de Relaciones Exteriores para la elaboración de la famosa Ley Helms-Burton que endurecía en embargo contra Cuba, en 1996, y ha jugado un papel crucial en el derrocamiento del presidente electo de Haití, Jean Bertrand Aristide, en marzo de 2004. Y el pasado 31 de marzo el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher, no tuvo reparo alguno en hacer un llamamiento a los países latinoamericanos sobre el supuesto «papel desestabilizador» que juega la Venezuela bolivariana en América Latina.
Pero son los medios de comunicación quienes se han situado en primera línea en esta estrategia deslegitimadota de la revolución bolivariana. The Washington Post, The Angeles Times, The Wall Street Journal, The Miami Herald, Fox News y otros muchos vienen emitiendo desde primeros de año opiniones contrarias a las medidas sociales puestas en marcha en Venezuela (las famosas misiones), a su presidente, a la política exterior que viene realizando y sobre las hipotéticas relaciones con la guerrilla colombiana. Hay quien ha abogado directamente por intervenir desde el exterior para provocar el cambio de régimen, y se ha acentuado la campaña utilizando la reciente venta de armas que han realizado Rusia, el Estado español y Brasil a Venezuela al considerarla, ni más ni menos, que «una amenaza para la seguridad nacional de los EEUU».
La manipulación informativa, la desinformación y la mentira forman parte de la razón de ser de la política exterior de los EEUU. Un recorrido por la historia sólo en América Latina nos lleva a la Guatemala de 1954, gobernada por Jacobo Arbenz, derrocado por un golpe militar, que también sufrió una campaña similar por haber comprado a Checoslovaquia equipos militares y agrícolas para la reforma agraria que implementaba. Pero es con la Nicaragua sandinista cuando esta estrategia se puso en funcionamiento de forma sostenida en el tiempo, con éxito, todo hay que decirlo, y cuyo recordatorio debe estar muy presente ante la repetición, casi como una fotocopia, en la situación actual de la campaña de desprestigio contra Venezuela.
Un documento publicado por la Universidad George Washington, recientemente desclasificado por el Archivo de la Seguridad Nacional, pone de manifiesto cómo se enviaba al Director de Comunicaciones de la Casa Blanca una estrategia de intervención en los mismos medios de comunicación que ahora son utilizados en la estrategia contra Venezuela (The Wall Street Journal, The Washington Post, The New York Times, Newsweek, NBC, CNN, CBS, etc) contra la Nicaragua sandinista, operación denominada en el documento «Propaganda Blanca», basada en dar cobertura a las opiniones de líderes de la contra como Alfonso Robelo, Arturo Cruz y Adolfo Calero, e instrucciones para calificar como «combatientes de la libertad» a los contrarrevolucionarios nicaragüenses, en su gran mayoría somocistas (1).
En ese documento se menciona a Otto Reich como el principal diseñador de esta estrategia de producir diversas clases de propaganda e información que fuese en la línea de la política exterior de los EEUU, especialmente contra Nicaragua. Estos mensajes se diseñaban para convencer a la opinión pública mundial de que considerasen a los contras como «luchadores de la libertad contra la tiranía sandinista» y criticar al gobierno sandinista como «violador de los derechos humanos», «vulnerador de la libertad de prensa» y de tener vinculaciones «con el terrorismo internacional». Exactamente igual que se hace hoy con Venezuela.
A finales del pasado mes de marzo, los medios de comunicación estadounidenses considerados más importantes e influyentes se hicieron eco de las declaraciones de Rumsfeld en Brasilia sobre la compra por Venezuela de armas (fusiles y helicópteros a Rusia), algo que no era nuevo puesto que ya se había venido criticando desde el mes de noviembre del año pasado, pero a partir de ahí se abrió la veda llegando a su cenit con los acuerdos recientemente firmados entre el Estado español y Venezuela sobre la compra de fragatas y otro equipamiento militar. Pero hay que tener en cuenta que esta campaña se lanza en paralelo a la convocatoria del Primer Encuentro Fuerza Armada-Pueblo con el que Venezuela quiere realizar los primeros pasos para un cambio en la política de defensa en la que haya una mayor participación e implicación popular.
La nueva doctrina venezolana de defensa consiste en una mayor imbricación entre Ejército y pueblo para enfrentar a un enemigo superior, tecnológica y numéricamente, puesto que Venezuela es un país de enorme riqueza petrolera y con una posición geopolítica envidiable, y se incluye en uno de los diez objetivos estratégicos anunciados por Chávez en la que ya es una nueva etapa de la revolución bolivariana que está poniendo en marcha. El propio Chávez, en su programa «Aló, Presidente», del pasado 3 de abril afirmó que «el pensamiento militar venezolano ha iniciado el debate de ideas libres para la conformación de nuevas estrategias cívico-militares, en pro de la defensa de la soberanía nacional».
Para no dejar ningún cabo suelto, también se ha producido, cómo no, la denuncia sobre la supuesta «violación de la libertad de expresión» en Venezuela. El diario The Washington Post publicó el día 31 de marzo un artículo titulado «La censura de Chávez, cuando el irrespeto le pueda llevar a la cárcel» en el que se habla de persecución a los periodistas y de censura -en un país donde se hace apología del golpismo y de la intervención extranjera para derrocar al gobierno cada día, llegando a publicar hasta 13.000 (trece mil) anuncios animando a la huelga general durante la huelga petrolera- cuando no se ha cerrado ni uno sólo de ellos, y de que Chávez ha puesto en peligro «la democracia más próspera y estable de Latinoamérica» -cuando casi el 80% de la población está sumida en la pobreza, de la que está saliendo ahora gracias a la política económica desarrollada por el gobierno bolivariano-. Es sólo un botón que valga de muestra de lo que está aconteciendo y frente a lo que la solidaridad antiimperialista tiene que salir al paso para evitar una situación como la de Nicaragua.
(1) Public Diplomacy and Cover Propaganda: The Otto Reich File http://www.gwu.edu/~nsarchiv