Si algo han demostrado las pasadas elecciones generales y europeas, es la consolidación del bipartidismo y el asentamiento del sistema capitalista. Lo primero es vendido como un hecho social muy positivo, que demuestra cuán madura es nuestra sociedad. De lo segundo, ni nombrarlo. Se sobreentiende como algo natural. Quien ose mentarlo, será considerado, desde ese […]
Si algo han demostrado las pasadas elecciones generales y europeas, es la consolidación del bipartidismo y el asentamiento del sistema capitalista. Lo primero es vendido como un hecho social muy positivo, que demuestra cuán madura es nuestra sociedad. De lo segundo, ni nombrarlo. Se sobreentiende como algo natural. Quien ose mentarlo, será considerado, desde ese mismo momento, una persona peligrosa.
Sin embargo, ambas consolidaciones tienen matices. Porque, si bien es cierto que el bipartidismo instalado es perfecto, cada vez van a tener más difícil ocultar una realidad: que ambas opciones, la derecha clásica y tradicional, y la socialdemocracia moderna y progre, se parecen tanto, pero tanto, que van a tener que utilizar todo su talento para aparecer ante la opinión pública como ideologías diferentes, sustentadoras de lo que ellos llaman democracia.
Para ello será imprescindible que la maquinaria de sus respectivos medios de comunicación (Falsimedia) esté engrasada y reluciente. Aunque visto lo visto, pareciera que el flanco socialdemócrata está mejor preparado, ya que sólo pensar lo que hubiera dicho su Grupo PRISA si el Gobierno de la derecha hubiese expulsado salvajemente de una iglesia a emigrantes sin papeles (como sucedió en Barcelona), o hubiese afirmado con toda rotundidad el fin de los Astilleros públicos (como lo ha hecho el actual ministro de Economía), o hubiesen hablado de la imposibilidad de bajar el IVA en los libros (como tuvo que rectificar la ministra), o hubiesen confirmado el déficit cero en las cuentas del Estado (con la trampa que puede ser a final del ciclo de cuatro años y no en períodos anuales como hasta ahora), o hubiesen mandado tropas a Haití y Afganistán (diciendo que lo que resuelva el Parlamento sólo tiene carácter consultivo), o hubiesen afirmado lo imposible que resulta que baje el precio de las viviendas (como habían prometido), o hubiesen subido las tarifas eléctricas (porque Kioto, según ellos, lo exige), o hubiesen…, tendríamos a la Cadena SER y a El País, junto a sus sindicatos CCOO y UGT, convocándonos a las calles contra un Gobierno reaccionario, belicista, retrógrado y mentiroso.
Decimos que los medios afines a la socialdemocracia son eficaces, no descartando que en realidad pueda ocurrir lo contrario, esto es, que el PSOE sea una empresa más del todopoderoso Grupo PRISA. Eso explicaría la influencia que tiene el grupo del señor Polanco a la hora de marcar agendas, nombrar ministros, decidir actualidades, indicar qué es moderno y qué no, qué se lleva y qué no; incluso para aseverar en editoriales y cándidas tertulias radiofónicas que «le hacen el juego a la derecha quienes ataquen a Polanco y al PSOE por la izquierda», que ellos ya han sentenciado que a su izquierda no hay nada, que para eso son ellos los jueces, los dueños del teatro.
Esta coraza perfecta, fabricada para proteger al progrerío, faculta a sus secuaces a hacer, decir y, en otras épocas, hasta ejecutar, sin que a alguno de sus hacedores se les mueva un pelo de progres que son, de gente guay de la única «izquierda» posible en un Estado moderno europeo que huye de totalitarismos y bla, bla, bla. Discurso éste que sin duda les permite seguir engordando sus cuentas bancarias, ser los dueños de la cultura de este país, buscar en América Latina negocios con cartas marcadas, rentabilizar en Bolsa sus opas y sus poderosas influencias… Puede que llegado a este punto hagan un hermoso discurso justificativo de sus conciencias, apelando a la caída del muro de Berlín y, con él, de las utopías, de la superación de las rebeldías y de las revoluciones… Y si aún así queda alguien que se atreva a poner en la misma esfera a ellos y a los conservadores de siempre, que ose desenmascarar la trampa de parecer diferentes a los reaccionarios de toda la vida, es que son terroristas, y a buen seguro que llaman a los hijos de Corcuera y de Barrionuevo para que tomen drásticas medidas. Cosas peores hicieron.
Mientras, la monarquía, el capitalismo especulativo, la unidad indivisible de la patria, el sacrosanto Mercado regulador de la vida, el destrozo del medio ambiente, la consolidación del imperialismo español para que las empresas puedan seguir esquilmando más allá de las fronteras, la lógica de una democracia de votar cada cuatro años y punto, la indivisibilidad de la patria…, en suma, los valores de siempre, seguirán en buenas manos. En manos de un bipartidismo casi perfecto. En manos de una farsa que apesta.
P.D.: Ojo, sólo el hecho de leer este editorial puede colocarlo a usted en la lista negra de Polanco. Incluso puede usted ser considerado desde este momento como una persona de derechas, que para eso el Grupo es el dueño de las palabras y de las etiquetas .