La contraportada del ABC del día 7 de enero es enternecedora. La protagoniza la joven y guapa hija el presidente de Senegal, porque correrá como piloto de un Nissan en el rally Dakar, en su país. «Embajadora de buena voluntad de Naciones Unidas, asesora especial de su padre en la dirección del país africano, esta […]
La contraportada del ABC del día 7 de enero es enternecedora. La protagoniza la joven y guapa hija el presidente de Senegal, porque correrá como piloto de un Nissan en el rally Dakar, en su país. «Embajadora de buena voluntad de Naciones Unidas, asesora especial de su padre en la dirección del país africano, esta chica con piel mulata y pelo castaño, con gafas de estudiante de la Sorbona, se ha embarcado en la experiencia que sueña todo senegalés: disputar el Dakar, santo y seña del rally más famoso de la estratosfera». Precisamente, los senegales, asolados por la hambruna, con una esperanza de vida de 50 años y con su goteo de muertos que intentan llegar desesperadamente a Canarias, están soñando con correr en el rally Dakar. La guapa Syndiely, hija del presidente Abdoulaye Wade, dice el ABC que tiene como «obsesión decir a papá: He terminado un Dakar, cosa que no has hecho tú». Lógico, ocupado como estará el papá, deteniendo y encarcelando a opositores y periodistas, tal y como denuncia el informe anual de Amnistía Internacional de 2006.
La crónica de Tomás González-Martin rezuma una empalagosa complacencia con una niña de papá que no duda en posar en un Nissan de competición con un uniforme repleto de publicidad antes de recorrer el país sorteando niños hambrientos y famélicos, quizás ni haga falta sortearlos y pueda pasar por encima sin mayor complicaciones. Al fin y al cabo es lo que hace su padre mediante un gobierno basado en el culto a su personalidad, que mantiene en el analfabetismo al 70 por ciento de las mujeres y sólo escolariza hasta el tercer grado al 3 de la población, con 560.000 huérfanos abandonados debido al SIDA y las guerras, mientras acumula una deuda externa de 4.000 millones de dólares.
Pero nada de eso merece unas letras en el texto del diario ABC. Para el periodista, «los tuareg rezán a Alá para que el rally no se marche de Dubai ante las amenazas terroristas de Malí. La carrera supone el cinco por ciento del PIB de algún país y con las cosas de comer no se juega». Ahora resulta que eso tipos ricos que van a toda velocidad con sus millones y sus coches insultando la miseria de Senegal son sus salvadores económicos y que quienes se indignan y piden su desaparición son terroristas.
Y el periodista de ABC termina enamorado de la sonriente hija del presidente: «Me confirman que Synd está graduada en gerencia e ingeniería financiera por La Sorbona. Hija, las gafas delatan. No son de piloto, sino de empollona». A ella, por supuesto, la dejamos entrar en Europa, los guardacostas, las pateras, los cayucos y los tiburones son para sus súbditos.