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Rebelión.org, historia de una lucha

La honda de David

Fuentes: Rebelión

Septiembre de 1996, un informático y un periodista charlan en la barra de un puesto callejero de un barrio popular de Madrid. Ambos pertenecen a la misma organización política y llevan años trabajando juntos en ese distrito. El informático le insiste al periodista que, técnicamente, es posible sin necesidad de recursos económicos y con muy […]

Septiembre de 1996, un informático y un periodista charlan en la barra de un puesto callejero de un barrio popular de Madrid. Ambos pertenecen a la misma organización política y llevan años trabajando juntos en ese distrito. El informático le insiste al periodista que, técnicamente, es posible sin necesidad de recursos económicos y con muy poca tecnología hacer un medio de comunicación escrito disponible vía ordenador, que puede ser leído desde cualquier parte del mundo mediante internet. Le pregunta si cree que se puede encontrar un grupo de periodistas con capacidad de conseguir informaciones con regularidad para darle contenido.

El periodista, recién llegado de un viaje de Colombia, no entiende que se pueda hacer un periódico, ponerlo en internet y costar cero euros -entonces cero pesetas-, pero le confirma que sí es posible escribirlo, el correo electrónico ya empieza a ser habitual y los colectivos sociales internacionalistas ya lo utilizan sobre todo para denuncias urgentes de derechos humanos. Es el caso de los zapatistas, mandan sus informes a algunas organizaciones que cuentan con recursos informáticos y éstos se llevan a las reuniones, el público en general todavía no dispone mayoritariamente de internet y correo electrónico. Por otro lado, apenas ningún colectivo dispone de página web y mucho menos la actualiza con seriedad.

Ambos comparten la necesidad de crear un medio con funciones de agencia que nutra de informaciones a radios libres, boletines locales y otros medios alternativos y comunitarios. Estos medios manejan muy buena información local pero no tienen capacidad técnica ni humana para cubrir la información internacional.

Se diseñan las mínimas secciones y se plantea una reunión de los que serían los fundadores de algo que aún no se sabía qué iba a ser. Con un ideario político bastante coincidente, dos informáticos, dos periodistas de medios escritos, otro de radio y un cantautor inventan lo que llamaron Rebelión en el sótano de un local político alquilado por el partido comunista desde la clandestinidad franquista. Parece que la historia aún le reservaba alguna aventura a ese viejo local.

Se ponen manos a la obra, los informáticos diseñan una portada y se busca un «servidor», término muy familiar hoy pero no hace siete años, donde alojar Rebelión. Las condiciones necesarias del servidor eran complicadas. Debía de estar en España, entonces no estaba tan normalizado alojar una web en otro país, y no podía ser de una entidad comercial.

Sólo una colectivo tenía muy adelantado el proyecto de crear un servidor, era Iepala, un histórica organización del ámbito cristiano de izquierdas con un valiosa trayectoria en Latinoamérica, y su servidor se iba a llamar Eurosur. Se estaba gestando otro por los amigos de Sodepaz que se llamaría Nodo50, pero se estaba retrasando y nosotros queríamos nacer ya.

Un mes más tarde, octubre de 1996, el periódico Rebelión y el servidor Eurosur se estaban presentando conjuntamente en la fiesta del PCE en Madrid. La dirección de Rebelión era http://www.rebelion.org Fue un acto minoritario de amigos e incondicionales, la organización nos dio un sala a una temprana hora de la mañana más por la amistad que nos unía que porque entendieran qué cosa íbamos a presentar. El público se limitó a cuatro locos que también entonces estaban poniendo en marcha portales de izquierda, pero sirvió para compartir impresiones y experiencias. Era la primera vez que entre el centenar de actividades de la fiesta del PCE se incluía una en el que internet tuviera un papel. Desde entonces, cada año hay una mesa redonda.

Los informáticos no daban abasto a atender nuestros problemas y dudas, todavía hoy los seguimos mareando: el del Maquintosh con archivos no compatibles, el otro con un virus, el servidor que se cae… Pero llegaban cartas de lectores, unos nos animaban, otros nos mandaban textos. Muchas de esas cosas son hoy normales y no despiertan ninguna emoción, pero para nosotros entonces era apasionante tener un colaborador en Australia o en Colombia. Comenzábamos a tejer una red de fuentes, organizaciones, colectivos que se iban incorporando a internet. Sin darnos cuenta habíamos iniciado un camino inédito, nos pedían asesoramiento para sus webs, nos solicitaban contactos… Entonces no había buscadores y la desconfianza en internet era absoluta. ¿Cómo saber que alguien eran quien decía ser?.

Un día, el colaborador de Bogotá nos mandó un correo advirtiéndonos que el periódico más importante de Colombia, El Tiempo, publicaba que una guerrilla tenía una página en internet, su dirección era http://www.rebelion.org La otra guerrilla, decía el periódico, había sido expulsada de su servidor de EEUU tras la campaña de denuncia ciudadana. Era la invitación para hacer lo mismo a Rebelión. No importaba que en nuestra revista, acusada de ser la página de la guerrilla de Colombia, se informase entonces de la lucha de Timor contra la ocupación por Indonesia, el bombardeo de correos insultantes y amenazas fue constante. Algunas no eran anónimas, las firmaban sin problema altos mandos del ejército colombiano. Investigamos la autenticidad de las amenazas, no había duda, eran verdaderas. Nuestro delito fue informar de una propuesta de paz de las FARC, algo prohibido entonces en Colombia. Se nos recomendó no viajar a ese país, ocultar la identidad de muchos de nosotros y desconfiar de cualquier intento de colaboración o incorporación a Rebelión. Nos preocupaba mucha la reacción del servidor ante esa campaña, pero Eurosur no aceptó presiones y seguimos juntos.

Aproximadamente dos años después se repitió esta historia, fue la prensa española la que afirmó que Rebelión era la página de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, lo firmaba la corresponsal de El Mundo en Bogotá. De nuevo la mano negra de Colombia volvía a desautorizarnos. Puestos en contacto con la dirección del periódico en Madrid, se publicó nuestra rectificación.

Por entonces se vivía la euforia de las empresas de internet. Mientras algunos encontraban el vellocino de oro en lycos o yahoo, nosotros seguíamos a lo nuestro. Al hilo de esa euforia empezaron a llegarnos ofertas de publicidad, la decisión unánime de rechazarla apenas nos ocupó unos segundos.

Los accesos a Rebelión no cesaban de aumentar. Cada crisis internacional subían nuestras estadísticas y se consolidaban en un número mayor. Ocurrió con la independencia de Timor, con el asalto a la embajada japonesa en Lima, con la guerra de Yugoslavia. Al mismo tiempo, cada vez más firmas reconocidas entre la izquierda nos iban mandando sus colaboraciones. Nunca me cansaré de recordar la generosidad de los cientos de autores que comparten sus textos con nosotros, algunos desconocidos, otros consagrados, nadie pidió nunca derechos de autor. Rebelión era -y es- un proyecto al margen del mercado, un medio que nunca movió una moneda. Ni costaba ni pagaba, ni ganaba ni perdía. Bien es verdad que todos nosotros teníamos otras fuentes de subsistencia que nos permitía seguir en la brecha.

Aunque al principio la idea no era editar informaciones con una frecuencia diaria, vimos que los lectores nos empujaban a ello, eran lectores fieles cuyos accesos se disparaban cuando actualizábamos con frecuencia y que bajaba cuando no lo hacíamos. Era evidente que la ciudadanía estaba pidiendo a gritos otra información diferente de la que proporcionaban los grandes medios. Sin duda, el acierto de Rebelión era la sinergia entre informáticos y periodistas que compartían una misma inquietud por informar sobre lo que los demás callaban.

Sin embargo, el proceso comunicacional en que participábamos estaba incompleto, si bien las distancias no existían y el tiempo prácticamente tampoco por la inmediatez de nuestras informaciones, sólo podíamos llegar a quienes tenían internet. Los medios tradicionales, radios o publicaciones escritas, seguían siendo imprescindibles para romper el corsé de los privilegiados tecnológicos a los que se limitaba el acceso a Rebelión.

También nos preocupaba la viabilidad de Rebelión. Eramos pocos, muy pocos, los que asumíamos el gran peso del periódico. La hipotética ausencia de dos de nosotros hubiera dejado herido de muerte el proyecto, esa ha sido una espada de Damocles que apenas se ha superado hace unos tres años. Sin duda, la búsqueda de recursos económicos podría suponer la consolidación definitiva y la garantía del mantenimiento, pero siempre nos ha dado vértigo el dinero. ¿Qué deberíamos asumir para conseguir ese dinero?, ¿cómo repartirlo?, ¿cómo gestionarlo?. Finalmente hemos preferido renunciar a manejar dinero. Tampoco es una actitud heroica, ni siquiera meritoria, ni Rebelión ni sus miembros lo necesitamos por ahora.

El equipo de Rebelión va aumentando, con mucho miedo a las nueva incorporaciones, pero finalmente con compañeros valiosísimos gracias a los cuales la supervivencia del proyecto ya es indiscutible.

Se contrató el dominio definitivo de http://www.rebelion.org y se han ido poniendo en marcha secciones con gran éxito. Yo no hubiera dado un duro por la sección de «Libros libres», pensé que nadie iba a descargarse e imprimir doscientas o trescientas páginas. Al poner los primeros libros vimos que las descargas estaban siendo del orden de cinco mil mensuales. No se puede saber cuántos los leían, pero en un mes se bajaban de internet más ejemplares de los que nunca se habían impreso. Se trataba siempre de libros enviados por los propios autores, unos ya editados en papel, otros inéditos.

«RebelArte» fue otra gran idea. Decenas de artistas con talento nos enviaban sus trabajos que eran aceptados por nuestros lectores como se comprobó en las estadísticas.

Igualmente, las páginas especializadas sobre autores a los quiero expresar nuestro agredecimiento: Petras, Chomsky, Marta Hanecker o Heinz Dieterich, han tenido una acogida desmedida entre los lectores.

Hoy Rebelión, tiene unas estadísticas de accesos en torno a 150.000 páginas leídas diarias, es decir, cuatro millones y medio al mes, y ochenta mil accesos a la portada cada día. Se trata de cifras aproximadas porque, como es comúnmente sabido, los métodos de medición de audiencias en internet no están normalizados y se encuentran sometidos a múltiples distorsiones y sesgos técnicos. El método de medición de Alexa, un programa informático diseñado para medir audiencias, sitúa a Rebelión como la página de información alternativa en español más leída del mundo con lectores procedentes de más de cincuenta países.

El número de textos que se incorporan diariamente es de medio centenar y sería incontable los medios de comunicación con los que tenemos relaciones y cooperación conjunta.

Rebelión ha tenido que afrontar duros momentos en los que el mundo ha necesitado más que nunca una información diferente. Aunque con limitaciones, hemos intentado dar respuesta a esa necesidad y el agradecimiento de los lectores nos ha supuesto nuestra mayor satisfacción. Estoy pensando en momentos como el golpe de Estado en Venezuela en abril del 2002 con un control mediático espeluznante contra los que defendían su legítimos gobierno; los juicios en Cuba, donde el pensamiento único se impuso y no había lugar para que el pueblo cubano se pronunciase. Los recientes acontecimientos en Bolivia ignorados hasta el último momento por los medios europeos, o las movilizaciones antiglobalización, siempre distorsionadas por los grandes medios de comunicación. Y por supuesto, las políticas de agresión de EEUU y sus acólitos en Iraq, Yugoslavia o Afganistán. En todos esos acontecimientos hemos contado con amigos valientes y laboriosos que nos enviaban la verdad de los hechos o los análisis lúcidos que Rebelión se limitaba a compartir con sus lectores.

No quiero olvidar el trabajo ingrato de la legión de traductores a los que siempre acosamos con nuestras prisas. A todos los que reproducen nuestros textos les pedimos con insistencia el reconocimiento para los que tantas horas dedican desinteresadamente a la traducción.

Hoy, con una decena de miembros repartidos en varios países en lo que podríamos llamar consejo de redacción -entre ellos aquel periodista y aquel informático que planeaban Rebelión hace siete años- la coordinación es el gran reto. ¿Cómo distribuir las informaciones?, ¿cómo seleccionarlas?, ¿cómo dirimir las diferencias?, ¿cómo decidir la creación de nuevas secciones o especiales informativos?.

Se ha de saber que Rebelión no tiene sede, ni capital, ni tecnología propia, ni ubicación física. Rebelión son un equipo de personas con un ordenador en su casa o un portátil. Y nada más.

El método de trabajo en Rebelión se fundamenta en lo que denominamos responsables de sección, estos son los encargados del mantenimiento regular y diario de su sección y de atender los textos que se envían para ella. La colaboración mutua entre los diferentes responsables de sección se fundamenta en cooperar solidariamente en nutrir con contenidos a las secciones de las que no se es responsable en la medida de las posibilidad de cada uno y, al mismo tiempo, aceptar los comentarios y propuestas del resto de compañeros dirigidos a la sección que uno dirige. Las dudas sobre la publicación o no de un texto, incluso la solicitud de retirada, se plantea a todos a modo de referéndum para pronunciamiento voluntario y con carácter vinculante. La creación de un especial informativo o una nueva sección requiere referéndum. Existe un chat privado donde se pueden debatir cuestiones de urgencia en tiempo real.

Anualmente se está intentando formalizar una reunión del mayor número posible de responsables.

En cuanto a la reproducción de los textos de Rebelión, nuestros trabajos siempre citan la fuente, en los que aparece Rebelión existe la autorización absoluta para su reproducción. Los procedentes de otros medios solemos tener su autorización, si bien hay que consultar a la fuente original quienes los deseen reproducir. Por nuestra parte, siempre estamos dispuestos a la mediación. Rebelión, en principio, no facilita los correos electrónicos de sus colaboradores, si alguien solicita contactar con ellos, les reenviaremos nosotros mismos esas peticiones a sus correos personales.

Sin duda Rebelión adolece de muchas deficiencias, tampoco existe un modelo perfecto de comunicación alternativa en internet. Tienen razón quienes afirman que se trata de una publicación poco participativa para los lectores, apenas les queda la arbitrariedad del responsable de sección para editar su texto o las cartas a Rebelión. Creemos que existen otras páginas más apropiadas para la participación, Indymedia por ejemplo. También tienen razón quienes se quejan de la poca cobertura dada a determinados países, a todos ellos les invitamos a que nos manden informaciones de esos lugares olvidados. Nuestra capacidad, lógicamente, es limitada. Algunos responsables de sección reciben hasta doscientos correos diarios que deben valorar para su sección o distribuir para el resto. Tampoco atendemos como quisiéramos a quienes nos piden informaciones, ayuda o contactos. Para algunos podría parecer un talante tan soberbio como el de los grandes medios. Les pedimos que no nos comparen, ellos tienen recursos técnicos, económicos y humanos; nosotros, repito, sólo somos una decena de locos con un ordenador.

Por supuesto que hay temas controvertidos sobre los que recibimos críticas desde todas las opciones: Euskadi, Cuba, el zapatismo, la política de Lula en Brasil, los piqueteros en Argentina. Intentamos dar cabida a todas las voces que honesta y sinceramente intentan aportar algo de lucidez y verdad en nombre de los pueblos y de los silenciados por los grandes medios. Probablemente unas veces lo consigamos y otras no. Para los que solo son la voz del poder, del dinero y del neoliberalismo, no hay lugar en Rebelión, ellos ya tiene la CNN.

Rebelión también tiene retos organizativos y técnicos inmediatos. Destacar unas noticias sobre otras por su diferente trascendencia, agilizar la participación de las firmas colaboradoras o enviar por correo electrónico mediante suscripción la portada diaria. Es urgente mejorar el sistema de búsqueda en Rebelión y el archivo, así como el sistema de estadísticas de accesos. Todo ello se pretende poner en marcha próximamente.

Quisiera recordar algunas de nuestras palabras en el Encuentro en Defensa de la Humanidad celebrado en México el pasado mes de octubre. La polarización entre explotadores y explotados, entre criminales y resistentes es la misma que hay entre grandes medios de comunicación por un lado y medios alternativos y comunitarios por otro. Frecuentemente se habla de «penetrar» en los grandes medios de comunicación. Creo que eso es imposible, no hay que penetrar, hay que sustituir a los grandes medios. Se trata de un combate desigual pero en el que se están dando grandes pasos. Los medios comunitarios han demostrado ser toda una alternativa consolidada frente a los grandes emporios de comunicación en crisis como el golpe de Estado en Venezuela o la rebelión en Bolivia. Es verdad que ellos disponen de más dinero, más tecnología, técnicas refinadas y desarrolladas de manipulación. No tienen problemas para conseguir ayudas de los bancos, porque los dueños de los medios son los bancos. Tampoco dificultades para ingresar recursos mediante la publicidad porque las principales empresas anunciantes (telefonía, automovilísticas, financieras) son accionistas. Pero hay una batalla que han perdido, la de la credibilidad. Ya sólo les creen los suyos, la ciudadanía mundial sabe que mienten y saben para quien trabajan. Cada vez que surge una crisis mundial como los atentados en Nueva York y Washington, el comienzo de una nueva invasión norteamericana o el levantamiento de un pueblo, se disparan las audiencias o los accesos a los medios alternativos, lo vemos en Rebelión. ¿Por qué ocurre eso si se trata de acontecimientos ampliamente cubiertos por los grandes periódicos, televisiones y agencias?. Sencillamente, porque no les creen. Porque quieren saber qué dicen los pueblos, los intelectuales críticas, las organizaciones sociales, todos a los que nunca escuchan los grandes medios. Sus elaboradas e impecables imágenes, su brillante papel cuché ya no seduce.

Las posibilidades de los medios alternativos son infinitas. Desde Rebelión se pudo conectar en directo con las manifestaciones de apoyo a la revolución bolivariana y a la intervención de Hugo Chávez, vetada en los medios. La noche de la huida del presidente boliviano, desde Rebelión se podían seguir en directo los acontecimientos a través de las valientes radios comunitarias que no dejaban de emitir. El debate de los juicios en Cuba fue un ejemplo de calidad intelectual rompiendo en bloqueo informativo. No estoy diciendo con todo esto que los humildes miembros del equipo de Rebelión seamos magníficos, insinúo que se pueden hacer muchas cosas para enfrentar el yugo mediático de las grandes corporaciones y gobiernos déspotas. El éxito de accesos de Rebelión, millones de páginas leídas mensualmente, no es tanto un mérito, como la sensación y confirmación generalizada de los ciudadanos del mundo de que la información que les dan los grandes medios no es la verdadera.

Si media docena de tipos, sin dinero, sin recursos, con solamente su ordenador personal son capaces de ser un referente en la contrainformación en castellano es porque a toda esa banda de vasallos y mercenarios de los grandes emporios económicos, que se enriquecen engañando, mintiendo y ocultando desde sus medios de comunicación están absolutamente desacreditados.

Las facultades de periodismo y los popes de la comunicación siguen enviando ese mensaje de imparcialidad, independencia y objetividad del periodismo. Eso no se lo cree ya nadie, la información es una guerra, una guerra entre modelos sociales.

Entre apologetas de un mundo desigual, injusto, mandando por depravados y auténticos terroristas que imponen a sangre y fuego un modelo económico que condena a muerte a miles de personas en todo el mundo y los que apostamos por estar al servicio de los grupos, movimientos, intelectuales y luchadores que todos los días se juegan la vida por defender otro modelo de mundo posible. Los primeros informan de los oscar, el fútbol, las ruedas de prensa de los grandes conglomerados empresariales o las declaraciones de los grandes partidos políticos. Nosotros, y otros muchos, hemos decidido informar de los crímenes que cometen los paramilitares en Colombia, de cómo son perseguidas las minorías étnicas ahora en el Kosovo otanizado, de como se miente en la campaña de acoso a Cuba, de las cifras de pobreza de EEUU que todos ocultan, de cómo están conspirando para provocar un golpe de estado en Venezuela o de cómo se están levantando los indígenas en Bolivia o en Ecuador.

Pero el combate es duro, debemos trabajar y mejorar los medios alternativos. Es verdad que nuestros recursos son muy limitados, pero también los apoyos son ilimitados. Movimientos sociales que nos suministran informaciones y datos sobre sus luchas, brillantes intelectuales que no dudan en ceder su trabajos, buenos periodistas que se ponen al servicio de nuestras causas.

También, en este mundo cada vez más pequeño con luchas compartidas, la coordinación es fundamental. Todos estamos en una misma causa, no buscamos ni protagonismos ni glorias, sólo aportar nuestro trabajo para que la verdad de salga a la luz. Creo que esa voluntad está generalizada, los diferentes esfuerzos y sus frutos se comparten y se socializan, esas cosas de los derechos intelectuales y los copyright no van con nosotros. Y mientras tanto, muchos miles de lectores que nos dicen todos los días, adelante, no estáis solos. Esa sí es la auténtica Rebelión.