La cultura neoliberal está tan extendida en nuestro país que la mayoría de las personas que la promocionan ni siquiera se dan cuenta de que están contribuyendo a una ideología que ha hecho y continúa haciendo mucho daño a gran parte de la ciudadanía, y muy en especial a las clases populares. Se creen que […]
La cultura neoliberal está tan extendida en nuestro país que la mayoría de las personas que la promocionan ni siquiera se dan cuenta de que están contribuyendo a una ideología que ha hecho y continúa haciendo mucho daño a gran parte de la ciudadanía, y muy en especial a las clases populares. Se creen que es una obviedad lo que dicen o escriben sin darse cuenta, por desconocimiento de los hechos, o por mera reproducción de la sabiduría convencional, que lo que están diciendo es erróneo y/o falso y responde más al terreno de la propaganda que al rigor científico.
Un ejemplo de ello es el artículo de Carles Castro en La Vanguardia, «Individualismo compasivo» (16.09.11), en el que se intenta conocer la sensibilidad social de la población en Catalunya. Y lo hace analizando las respuestas a las preguntas que se hace a la población sobre temas económicos y sociales. Casi cada una de las preguntas reproduce un supuesto liberal. Por ejemplo, a la población en Catalunya se le pregunta: «¿Qué es más importante, el crecimiento económico o el reparto de la riqueza?», asumiendo que hay un conflicto entre eficiencia económica -crecimiento económico- y equidad -el reparto de la riqueza-. Este supuesto alcanza casi la categoría de dogma en la cultura económica neoliberal y se reproduce utilizando varios tipos de narrativas. Otra forma de expresarla es cuando se subraya que «antes de distribuir hay que crecer». Economistas, políticos y periodistas constantemente lo dicen. Y no tengo dudas de que se lo creen. La fuerza de la ideología es enorme, aunque ni siquiera se dan cuenta de que lo que están diciendo es mera propaganda neoliberal. Y ello a pesar de que la evidencia existente, fácilmente accesible, que cuestiona tal postura. Veamos los datos.
En primer lugar, hay que aclarar que el crecimiento económico no es ni el único ni el mejor indicador de eficiencia económica. Así, países pobres suelen crecer más rápidamente que países ricos, pues tienen mucho más espacio para crecer que aquellos que ya han alcanzado cierto nivel de desarrollo. Otros indicadores mejores de eficiencia económica son el desempleo, la calidad del empleo, el porcentaje de la población empleada, el nivel de los salarios y de la protección social, el grado de competitividad de sus empresas, entre otros. Pues bien, en cada uno de estos indicadores, los países nórdicos, de tradición socialdemócrata (es decir, que han estado gobernados por partidos socialdemócratas aliados con otros partidos de izquierda por la mayoría del tiempo desde la II Guerra Mundial ) y que tienen menores desigualdades en la distribución de la riqueza, han tenido indicadores mucho mejores en cada uno de ellos que los países del sur de Europa, que tienen grandes desigualdades en la distribución de la riqueza.
La otra observación que debiera hacerse es que si en lugar de riqueza (que incluye propiedad de activos que generan renta) hablamos de renta en sí, nos encontramos que una de las causas de la crisis actual, con escaso crecimiento económico es (como señalaba el conocido economista considerado como el que predijo la crisis, el Sr. Nouriel Roubini, de la New York University , en una entrevista en el Wall Street Journal, 15.09.11), la mayor causa de la crisis ha sido el enorme crecimiento de las desigualdades, con un descenso muy marcado de las rentas del trabajo (que han creado un enorme problema de escasez de la demanda) a costa de un excesivo incremento del capital (que, al obtener escasa rentabilidad en sus inversiones en la economía productiva, resultado de la escasa demanda, han estado invirtiendo en actividades especulativas, creando al crisis financiera). En realidad, esto ha estado ocurriendo también en España, donde los recortes del gasto público y reducción de los salarios están retrasando todavía más la recuperación de la demanda y del crecimiento económico.
De estas observaciones se deduce que sería aconsejable que el Sr. Carles Castro ampliara el círculo de lecturas, y no estuviera estancado en el pensamiento neoliberal que nos ahoga. Por cierto, es interesante leer en el artículo de Carles Castro , que incluso presentando al ciudadano en Catalunya una falsa dicotomía, hay más catalanes (un 48%) que prefieren un mejor reparto de las riquezas que un mayor crecimiento de la economía (34%). En realidad, tal como están las cosas, para crecer econonómicamente España, incluyendo Catalunya, deberá recuperar la demanda económica, redistribuyendo la riqueza y las rentas para así estimular el crecimiento económico.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra.
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