Hoy la mayoría de los jóvenes no entienden el periodismo y la información sin internet. Yo pertenezco a una generación que ha vivido un experiencia excepcional, era un periodista alternativo antes de la aparición de internet y he ido viviendo en mi propia carne y en mi forma de enfrentar mi periodismo comprometido el desarrollo […]
Hoy la mayoría de los jóvenes no entienden el periodismo y la información sin internet. Yo pertenezco a una generación que ha vivido un experiencia excepcional, era un periodista alternativo antes de la aparición de internet y he ido viviendo en mi propia carne y en mi forma de enfrentar mi periodismo comprometido el desarrollo de la red, sus diferentes tecnologías, su evolución en la sociedad… Quizás por todo ello quiero dejar constancia y rendir homenaje en estos tie mpos de gloria de la red, al periodismo alternativo que ya existía antes de la implosión de internet: boletines escritos de muy difícil elaboración pero todavía más difícil distribución, radios libres combatiendo en los límites de la capacidad de emisión de sus antenas… Para que se hagan una idea, en aquellos tiempos, cuando yo tenía alguna idea o alguna información para algún texto o artículo iniciaba un via crucis entre las publicaciones alternativas de papel para ver en cual había sitio para mi trabajo. Cuando alguna la aceptaba, que no era siempre, es cuando lo escribía y su publicación suponía llegar a tres mil personas que era la tirada media de una de esas revistas.
Hoy es absolutamente diferente. En primer lugar no se trata de conseguir ninguna información especial o en exclusiva, ya toda la información está en la red. Ahora la originalidad consiste en el tipo de elaboración, relación de ideas, aglutinación de informaciones, conclusión argumental. Cosas así. Hoy nada se queda sin escribir por no tener donde publicarlo. Contarás con más o menos lugares, de más importancia o menos, pero la publicación está asegurada. Y en muchos casos el logro de aquellos tres mil lectores de mi publicación en papel también está asegurada para la mayoría de los periodistas con un mínimo de calidad.
Pero si nos quedásemos en este análisis triunfalista sería muy superficial, la reflexión sobre internet y periodismo debe ir más allá. En primer lugar porque el objetivo no es que una persona pueda publicar sino algo mucho más ambicioso, en segundo lugar porque además de luces hay sombras que debemos identificar, en tercer lugar porque están apareciendo elementos novedosos que debemos diseccionar como son las redes sociales. Y, por último, porque debemos intentar prever los escenarios futuros.
Como creo que para analizar las situaciones siempre se necesita estudiar los antecedentes, me tomaré la licencia de recordar los inicios de la página web que ayudé a fundar allá por 1996 y que creo fue pionera en algo que ahora ya nos parece una obviedad cuando no una antigualla. Rebelion.org nace de la sinergia técnica de dos profesionales que tenían una sintonía ideológica, un periodista y un informático. En aquellas fechas existía más o menos el correo electrónico pero las páginas webs apenas comenzaban, ni los grandes medios ni las agencias tenían páginas web, ni existían los buscadores. Los grandes medios no tenían páginas webs porque no las necesitaban, no les servían para generar ingresos y además ya tenían el control de la oferta informativa. Fueron las pequeñas organizaciones sociales las que comenzaron a crear sus páginas webs para colgar sus propuestas, acciones o formas de contactar. Como ya he señalado, los periodistas que nos dedicábamos a la información alternativa comenzábamos a acceder a algunas informaciones gracias al correo electrónico pero seguíamos con esa dinámica de buscar un medio escrito en el que colocar nuestros textos. Fue en ese contexto cuando el informático le dice al periodista algo como lo siguiente: «Hoy se puede crear un periódico intangible cuyas noticias las puede leer cualquiera desde cualquier lugar del mundo con solo tener un ordenador y una línea de teléfono. ¿Tú crees que puedes conseguir al menos dos o tres noticias a la semana para mantener ese periódico actualizado?». Nuestra idea era crear una agencia de prensa, es decir, suministrar noticias de ámbito internacional a medios locales. Algunos teníamos experiencia en información internacional alternativa, una información que no era fácil de lograr para los medios alternativos de entonces (boletines de papel o radio libres de barrio). Como estábamos convencidos de la necesidad de incorporar elementos de la luchas globales a la información local, nuestro objetivo era poder ayudar a esos medios locales a conseguir esas informaciones globales. Nunca pensamos que nuestra página pudiera interesar al ciudadano medio, no se nos ocurría de qué forma podía una persona hispanoparlante de cualquier lugar del mundo conocer la existencia de rebelion.org (recordad que no existían los buscadores, el número de internautas era pequeño y se limitaba a los que se comunicaban mediante el correo electrónico). Cuando nos pusimos en marcha comprobábamos cosas que entonces resultaron visionarias:
Que el número de lectores aumentaba cuanto más noticias colgábamos, es decir, nos pedían más contenidos, más frecuencia, más regularidad.
Que firmas de gran prestigio en la izquierda mundial se pusieron a nuestra disposición con una generosidad impresionante.
Que nos creamos un prestigio por el cual muchas organizaciones nos utilizaban como mediadores para ponerse en contacto.
A partir de entonces comenzaron a desarrollarse todo tipo de páginas web de los grandes medios y agencias de prensa, a funcionar los buscadores, multiplicarse el número de internautas y, como consecuencia, aparecer más periódicos alternativos del estilo de rebelion.org.
El espectro de medios alternativos se movía en diferentes grados de lo que yo llamaría democratización participativa y fiabilidad informativa. Me explico. En uno de sus límites surge Indymedia con el máximo grado de democratización participativa puesto que, al menos en sus inicios, cualquiera podía colgar un texto o una imagen; pero con una terrible inseguridad sobre la fiabilidad de su contenido: no había garantías de que ese comunicado del ejército zapatista fuera verdadero o ese artículo de Eduardo Galeano fuese de verdad escrito por él y reciente. En el punto opuesto se encontraba Rebelion.org, el modelo de nuestro periódico no era participativo porque consistía en que un equipo de una decena de personas decidía los contenidos. En cambio, su fiabilidad era mayor en la medida en que nuestro rigor para contrastar los contenidos también lo era.
El siguiente paso en la dinámica del periodismo alternativo en internet fue la aparición de los blogs. La tecnología se popularizó tanto que cualquiera podía manejar las condiciones técnicas para escribir sus propios textos y editarlos en su propia página weg. Como siempre, este nuevo formato tenía sus luces y sus sombras. Su lado positivo es que permitía el seguimiento de un determinado autor. Según fuera su prestigio profesional, su honestidad y su trayectoria el blog sería más seguido y con más valor para mejorar el periodismo alternativo. Muchos periodistas honestos, aunque tenían presencia en medios tradicionales, veían muy limitada su capacidad de informar y, gracias a su blog, lograron más profundización y un análisis más comprometido. Por otro lado, frente a un proyecto informativo global y colectivo que suponían medios como rebelion.org ahora despegaba un formato ideal para la vanidad y el egocentrismo de quien se convertía en la fuente única de información. La cantidad infinita de blogs suponía también una marea de propuestas en internet que no siempre facilitaba diferenciar los autores rigurosos y creíbles de los mediocres. Sin embargo, en un panorama de desconfianza informativa, algunos blogueros lograron un reconocimiento y un prestigio que permitió que fuesen unos referentes en temas complejos.
Internet también iba desarrollando la ilusión de una participación ciudadana en la información mediante muchas propuestas: foros, comentarios en las noticias, etc… Una participación que, como hemos comprobado, ha aportado muy poco al conocimiento de la realidad, bien por ser marginal o por la pobreza de muchas de las colaboraciones.
Mientras todo esto iba sucediendo, los grandes medios seguían apareciendo como las propuestas más profesionales, con información más contrastada, con fuentes más fiables, con mayor estructura de corresponsales y enviados in situ. Es verdad que los medios alternativos habíamos logrado sembrar una cierta desconfianza en los grandes medios, habíamos demostrado en muchas ocasiones manipulaciones, desinformaciones e incluso mentiras, pero nunca -y menos todavía los blogs- hacían sombra a los grandes medios en imagen de credibilidad.
En una siguiente fase encontramos el despegue de youtube, lo que supone la implosión del lenguaje audiovisual en internet. En mi opinión, si ya lo audiovisual televisivo supone una simplificación y espectacularización del mensaje periodístico, la imagen en internet acentúa todavía más la simplificación aunque sólo sea porque la noticia de youtube todavía debe ser más breve que en televisión. Por otro lado, el vídeo de youtube difícilmente puede ir acompañado de texto, lo que le hace más dependiente de lo audiovisual. El documental en profundidad de media o una hora de duración que podría distribuirse con éxito en dvd y emisión en televisión es de difícil éxito en la red. Por otro lado, el vídeo en youtube no ayuda a disminuir la incertidumbre informativa, la manipulación e incluso la falsificación burda y la mentira funciona perfectamente en estos vídeos.
Ahora nos encontramos en una fase en la que el protagonismo lo tienen las redes sociales. El debate en torno al papel de las redes sociales es impresionante. Llama la atención el protagonismo que le dan los grandes medios a la hora en considerarlas fundamentales en la movilización de los ciudadanos. Lo hemos comprobado en las movilizaciones árabes, en las de Londres, en el 15M en Madrid.
Como en la mayoría de las cuestiones de internet, hay dos componentes diferenciados en las redes sociales: el relacionado con la vanidad y la soledad de muchas personas y el de métodos de información, catalizadores y dinamizadores sociales. Del primero se habla poco porque conlleva una crítica a las redes que afecta negativamente a los intereses empresariales en torno a ellas y muestra una faceta poco agradable de la mitificada nueva sociedad tecnológica. Pero es importante destacarla y recordar que el uso de las redes obedece más veces a este perfil que al del activismo político. Del mismo modo que en el uso de internet predomina más el entretenimiento o el porno que la búsqueda de información útil.
Intentemos analizar el segundo componente del papel de las redes, el de fuentes de información y catalizadores de la movilización social. Lo primero es reconocer cómo han afectado a los usos de internet como fuente informativa. Es indiscutible que el entramado de estas redes ha desarrollado una relación interpersonal que ha minado la estructura informativa de un medio emisor que se destinaba a un gran sector de la sociedad. Los ciudadanos se han convertido (para bien o para mal) en mediadores de información, de forma que las audiencias ya no se dirigen a un medio (tradicional o alternativo) sino que es a través de sus relaciones en las redes sociales como accede a las informaciones. Me explico, tanto una noticia del New York Times como de rebelion.org o de cualquiera de nuestros blogs tiene un alto porcentaje de accesos a través de las sugerencias o propuestas creadas desde páginas personales de facebook o de twitter. De esta forma se pulveriza la preponderancia del medio cuya influencia ahora se fragmenta en recomendaciones y sugerencias de la comunidad virtual. Eso podría considerarse positivo en cuanto lo que supone de democratizador, pero, por otro lado, fragmenta el modo de informarse del ciudadano que se enfrenta a lo que yo llamaría un centelleo informativo superficial, fugaz y disperso. El centelleo impide conocer en su profundidad las cuestiones complejas y menos todavía ayuda a formarse un conocimiento sólido de los asuntos. En pocas palabras no sabría decir si informa o simplemente difumina la frontera entre información y entretenimiento a favor de éste último.
Otra faceta de las redes sobre la que se ha extendido mucho es la de su capacidad de organizar y movilizar. En un primer momento yo siempre pensé que las redes daban una falsa imagen de organización y movilización que, de alguna manera y paradójicamente, podía tener un papel desmovilizador al fomentar ciudadanos que limitaban su activismo al ordenador y el teclado. Parece evidente que no siempre ha sido así, las redes han favorecido la coordinación de acciones en los países árabes, el 15M en España o el 15O en el mundo. La coordinación mediante las redes sociales ha logrado que triunfen determinados boicots a empresas, o lograr financiación para proyectos muy valiosos.
Pero ahora yo incorporo otro elemento pesimista. ¿Han ofrecido las redes suficiente conocimiento para que esas movilizaciones contengan propuestas, ideas y análisis de las situaciones? Como diría el político español Julio Anguita, «antes de llenar la calle de gentes hubiera sido deseable haber llenado de ideas suficientemente maduras la cabeza de esas gentes». Mi percepción es que las redes pudieron llenar las calles de gentes, pero las mismas redes impidieron llenar antes las cabezas de las gentes de algo más o menos elaborado. Es evidente el carácter políticamente precario de los movimientos generados gracias a las redes sociales. Y es evidente también el carácter políticamente primario del ideario de quienes se están movilizando. Basta observar que las redes están promoviendo mentalidades, en mi opinión, excesivamente perezosas. Obsérvese el modelo twitter de mensajes de 140 caracteres, ¿qué profundidad analítica, qué elaboración intelectual, qué reflexión política puede caber en esa extensión? ¿O en los tres o cuatro minutos del vídeo de youtube, o en el comentario de facebook? Las nuevas generaciones no quieren ni oír hablar de reportajes con un texto de cuatro páginas, una conferencia de una hora y no digamos un libro de doscientas páginas. Si observamos, las supuestas revoluciones apoyadas en las redes sociales no han promovido verdaderos cambios en la estructura de poder: ni en los países árabes, ni en Europa ni en Estados Unidos. Son cambios lampedusianos, se cambia algo para que todo siga igual. Como ha dicho el profesor Ramón Reig, existe un extasis cibernético de carácter místico en Occidente -yo añadiría que también en América Latina- que mitifica a las redes y a las nuevas tecnologías para encomendar a ellas las revoluciones.
Otro elemento que no debemos olvidar es la propiedad de los portales y hostings. Facebook de microsoft, youtube de google, twitter es de una empresa californiana. La dependencia de la ciudadanía es absoluta, basta observar la frecuencia con la que nos llegan noticias de los abusos y atropellos que comenten estas empresas expulsando vídeos incómodos de youtube o páginas de facebook en torno a organizaciones o causas que no son del gusto del poder, etc… Es evidente que no puede ser muy fuerte un movimiento organizativo en torno a una página de facebook si de un teclazo microsoft pueda hacerlo desaparecer. La experiencia del gobierno chino es curiosa, allí el gobierno ha logrado desarrollar toda una estructura de redes sociales bajo el control de las autoridades chinas y alternativa a las occidentales.
Por último, las redes también generan incertidumbre que, incluso, contamina los formatos tradicionales. Ahora facebook o twitter sirve como fuente perfecta, cualquier tesis que un medio quiera defender tiene sus correspondientes fuentes informativas en facebook o twitter sin que eso suponga ningún rigor. Es habitual citar a facebook para indicar que se han producido víctimas en una manifestación en el país X, lo cual en términos de rigor periodístico es como decir me ha llamado un tipo por teléfono que no me ha dicho quien era para decirme que han matado a tres personas en el país X, algo que nunca hubiera publicado un medio.
Las redes sociales y el mundo virtual son tremendamente vulnerables a la intoxicación y la manipulación. Ya son muchas las experiencias de campañas destinadas a enviar tropas de internautas a condicionar contenidos mediante páginas de facebook, blogs, participación con comentarios y en foros. El caso de Wikipedia, un proyecto con vocación participativa y democrático, es elocuente. En marzo de 2008 el portal Electronic Intifada [1] , gestionado por el periodista estadounidense-palestino Ali Abunimah, denunciaba que el grupo israelí Comité para la Precisión de la Información sobre Oriente Próximo en América (CAMERA), reclutaba voluntarios para editar la enciclopedia online e impedir así que los «editores antiisraelíes introduzcan todo tipo de prejuicios y errores en muchos artículos relacionados con Israel» [2] . CAMERA recordaba en su convocatoria que «la inmensamente popular enciclopedia online, puede ser editada por cualquiera» aunque «la mala noticia es que eso permite que ‘editores’ anti-israelíes puedan introducir todo tipo de prejuicios y errores en muchos artículos relacionados con Israel». La organización israelí sugería registrarse como editores de Wikipedia y, una vez ganada la confianza de la comunidad de la enciclopedia, comenzar a revisar a favor del gobierno israelí los artículos relacionados con el éxodo palestino y sus causas, Hamas, Hezbollah, los árabes de Israel, la Naqba (el desastre, tal como llaman los palestinos al día de la creación del Estado de Israel) y el derecho de retorno .
En 2009 se supo que la red de ferrocarriles alemanes había destinado 1’3 millones de euros en relaciones públicas ocultas, es decir, en colocar información positiva de la compañía en foros de internet y redes sociales.
Otro caso de intoxicación informativa fue el caso del blog de una lesbiana siria que informaba sobre el país y resultó ser un hombre estadounidense que no se había movido de su país.
Qué hacer
El dilema es que debemos incorporarnos a algo que no nos gusta para poder cambiarlo. Es verdad que, cada vez más, en Europa la discusión del periodismo se hace en torno a los artilugios, los formatos y los lenguajes, sin entrar en los principios del rigor, la veracidad, el periodismo comprometido con valores o el avance en la democratización de la información. Pero sería un suicidio ignorar todos los formatos y los artilugios. Es como si, llevados por nuestro pacifismo o nuestro ecologismo, no utilizáramos el avión para venir aquí a reunirnos, o los gobiernos progresistas renunciaran a los ejércitos mientras los imperialistas se estuvieran rearmando.
Pienso que debemos
Denunciar el control de cada vez más prestaciones de internet por grandes empresas del Norte.
Proponer a los gobiernos progresistas el desarrollo de infraestructuras que impidan la dependencia tecnológica de estas empresas.
Denunciar la simplificación de los mensajes ideológicos y políticos sacrificados en el altar del formato fácil de las nuevas tendencias.
Reivindicar la necesidad de un periodismo riguroso, analítico, con suficiente atención a los antecedentes y contextos. Que explique el mundo, que oriente al ciudadano y que transmita valores.
Denunciar el modelo tradicional en manos de un oligopolio de grupos empresariales que han convertido la libertad de expresión y el derecho a la información en un privilegio para su exclusividad. E impedir que los nuevos escenarios tecnológicos no reproduzcan ese privilegio.
Formar y cualificar a nuevas generaciones de periodistas en los conocimientos y principios necesarios al servicio de un modelo periodístico más democrático y con valores humanísticos.
Exigir a los gobiernos iniciativas y legislaciones que permiten avanzar en ese modelo periodístico y que logre superar la estructura mercantil y oligopolista que hoy domina el panorama de los medios de comunicación.
Por último quiero terminar quiero compartir mi esperanza en un periodismo mejor. Los ciudadanos se están viendo desbordados por la masificación de datos, la superficialidad, el ritmo febril en la transmisión de informaciones, la fetichización de las tecnologías. Como resultado: caos, desorientación, sensación -fundada- de estar enterrados en la paja y abrumados por el ruido. Lo que comenzó como una orgía feliz de información al instante, variada y gratuita se ha convertido en una pesadilla, en una losa informativa que, al final, no logra informarnos. Mi impresión es que el ciudadano despertará de esa pesadilla y buscará formas de sacudirse toda esa información inútil y no deseada. Querrá que alguien le interprete el mundo, descubrirá que un reportaje de diez páginas, al final, es más útil y clarificador e incluso le robará menos tiempo, que cien textos breves que no le llevarán a ningún lado. Mi tesis es que, al final de la borrachera de la información low cost, como la denomina Ignacio Ramonet [3] , pasaremos la resaca con análisis interpretativos, elaborados por periodistas que «se mojen», que demuestren que son humanos, que se indignen ante cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo, como dijo el Che a su hija en su carta de despedida de Cuba. Mi deseo es que consigamos que la red y las nuevas tecnologías estén al servicio de ese periodismo y no al contrario.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es «Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa» . Península. Barcelona, 2011
[1] http://www.electronicintifada.net/
[2] Citado en Serrano, Pascual. Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Península, 2009
[3] Ramonet, Ignacio, La explosión del periodismo, Madrid, Clave Intelectual, 2011
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.