«¡Despertemos¡ ¡Despertemos Humanidad¡ Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal». Berta Cáceres He tenido en mi vida la suerte de conocer mujeres muy valientes, guerreras, comprometidas, luchadoras hasta los tuétanos: en Barcelona, hace poco, en el medio […]
«¡Despertemos¡ ¡Despertemos Humanidad¡ Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal».
Berta Cáceres
He tenido en mi vida la suerte de conocer mujeres muy valientes, guerreras, comprometidas, luchadoras hasta los tuétanos: en Barcelona, hace poco, en el medio de las protestas independentistas, tuve el orgullo de compartir con la «weychafe» (que en mapuche significa guerrera) Moira Millán, coordinadora del movimiento Marcha de la Mujeres Originarias por el Buen Vivir.
Ella misma revela que «nací un día de agosto en un invierno nevado en un pueblito llamado El Maitén, en el Noroeste de la provincia de Chubut, el Lof Pillañ Mahuiza es mi comunidad mapuche».
El pueblo Mapuche, desde la noche de los tiempos, pasando por todas las conquistas del lugar donde vive, intenta preservar su identidad, que comprende sus costumbres y su territorio, la tierra que les da no solo el sustento sino el ser. Esa es la forma que adquiere la dignidad para este pueblo. Mapuche significa literalmente «gente de la tierra». Es decir, no tierra de los hombres y de las mujeres, sino su contrario: son los hombres y las mujeres los que le pertenecen a la tierra, una idea simple pero perturbadora en las mentes de casi todos los políticos de hoy en día.
Al final del siglo IX la nación mapuche fue víctima de genocidio y sus tierras ancestrales ocupadas de una invasión ilegítima de los «huincas» argentinos y chilenos. Huinca es un término proveniente del idioma «mapudungún» que significa «Nuevo Inca», en referencia a las personas de raza blanca, los nuevos conquistadores. Hay que aclarar que los mapuches no son ni chilenos ni argentinos, simplemente porque ambos Estados son construcciones históricas posteriores al «Wallj Mapu», su territorio ancestral.
En los años 90, más o menos, Carlos Menen regala las tierras de donde provienen los ancestros de Moira a un muy conocido paisano mío, Luciano Benetton, que pagando con pocas «perlitas» ocupa ilegalmente casi dos millones de hectáreas de la Patagonia argentina.
Moira me dice que «Benetton creó un estado feudal dentro el estado argentino». «Benetton financia esta situación belicista contra los mapuche para poder seguir robando los productos de la tierra».
La entrega y el saqueo de las tierras patagónicas y de sus recursos nacionales por parte de empresas extranjeras vienen de larga data, al igual que los reclamos y la lucha del pueblo mapuche por recuperarlas.
Desde el 2015, varias familias de la provincia de Chubut realizaron recuperaciones de tierra ocupadas por Benetton y declararon, mediante un comunicado público firmado por los Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen y el Movimiento Mapuche Autónomo del Puel Mapu (MAP): «Nosotros, los Mapuches, seguimos siendo una inmensa mayoría sin tierra, con la única alternativa de ser peones, empleadas domésticas y obreros, es decir, mano de obra barata y explotada por la oligarquía criolla y el empresariado transnacional». Y sostenían que «la única manera de frenar el ‘asesinato planificado’ desde el poder económico y del estado (ecocidio y etnocidio), es mediante el control territorial efectivo de nuestras comunidades movilizadas».
La respuesta de la Compañía de Tierras del Sur Argentino (compañía de Benetton) fue una denuncia penal por usurpación. Desde entonces la violencia, las amenazas y los intentos de desalojo han sido permanentes.
La actuación de la gendarmería, en las tierras que el italiano reivindica para sí, desde el inicio del año, fue de más represión todavía, contra la comunidad Pu Lof (entre ellos mujeres y niños), desaparecieron a Santiago Maldonado con la directa responsabilidad de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, su jefe de gabinete Pablo Noceti y del Estado. El gobernador de Chubut, Mario Dan Neves también fue cómplice del accionar represivo avalando el ingreso de la gendarmería al predio y demonizando a los mapuches a través de una campaña mediática que comenzó el año pasado, mientras apretaba al juez Otranto para que encarcele a los dirigentes considerados sin ninguna prueba como «terroristas».
Sobre el tema Moira reafirma: «No hay ninguna duda, fue el gobierno que primero desapareció a Santiago Maldonado por mano de la gendarmería y después plantó el cuerpo en el rio de la comunidad mapuche Pu Lof Resistencia Cushamen. La táctica fue ‘liberarse’ de su crimen, porque la desaparición forzada no prescribe, es un delito de lesa humanidad y los funcionarios de turno tenían que blanquear el hecho que lo habían asesinado. Así crean toda una campaña mediática para señalar como responsables a los jóvenes weychafe de la comunidad mapuche. Pero a mí también me señalan como responsable, porque en entrevistas que me hicieron con antelación al descubrimiento del cuerpo de Santiago había pronosticado lo que pasó después en realidad. Espero que el pueblo argentino aproveche la oportunidad de no aceptar la manipulación de los pueblos y rebelarse. En el momento que el caso de Santiago hizo que el pueblo argentino mirara al sur de su país y al fin permitió que se enterara de la lucha del pueblo mapuche, espero que sea la razón porque esta pseudo-democracia dictatorial, artilugio de la partidocracia para poder mantener el modelo extractivista caiga por su propio peso, porque su política aberrante y asesina ya no cabe en la conciencia del pueblo argentino. Hay que seguir adelante con la luz de la verdad, contrastar el montón de mentiras, seguir con la lucha de los pueblos originarios, en manera articulada y con la sabiduría de los pueblos en unidad. Definitivamente hay que sacarse de encima este gobierno criminal».
La lucha de Moira y de su pueblo ya ante del descubrimiento del cuerpo de Santiago había enfurecido el Estado argentino y ella fue amenazada de muerte.
«Los funcionarios del Estado saben que el problema no soy yo, es la lucha de mi pueblo que represento, un mundo completamente distinto que rechaza estructuralmente este sistema. Lo único que lograran demostrar, si consuman mi asesinato, es que la mística mapuche que afirma que por cada uno que cae diez más empezaran la lucha es verdad. Nuestra lucha no quiere llegar a poseer la tierra o a crear un nuevo Estado, nosotros queremos emplazar la relación armónica entre la tierra, la «mapu», y los pueblos, la reciprocidad con la naturaleza. Nosotros rechazamos este sistema de muerte, esta progresiva destrucción y contaminación, somos el pueblo más pobre que vive en el territorio más rico de América del Sur y reclamamos el Buen Vivir entre los pueblos. Sabemos que es posible un nuevo futuro, un mañana distinto al presente y es nuestro derecho. El sistema nos está matando porque necesita abortar la esperanza, necesita que nos resignemos al sistema de muerte. Pero nosotros tenemos miles de años demostrando que sí, ¡otro mundo es posible! Además en los últimos tiempos logramos generar empatía para nuestro pueblo en Argentina, logramos que las feministas de ‘Ni una menos’ hagan su encuentro nacional a Chubut, va a ser un Puerto Madryn. La lucha de mi pueblo es el tema principal, me nombran como referente del movimiento y creo que eso asusta al estado».
Otra denuncia que formula Moira es que Santiago Maldonado es el primer «blanco» desaparecidos, pero solo en la provincia de Chubut existen 145 mapuches desaparecidos, uno de ellos es Eduardo Cañulef, que era el peón de Benetton. Este trabajador rural reclamó mejor condiciones laborables y el multimillonario lo desapareció.
«Nunca vi a tu conterráneo en el banquillo de los acusados, esto ocurrió en el año 1996 y su madre murió reclamando el paradero de Eduardo. Tenía 28 años y nadie hizo una manifestación por él. En Argentina claramente la vida indígena no vale tanto como la vida del blanco. Esto no significa que no me solidarice con la familia Maldonado y reclamo con ella que se haga justicia. Pero también quiero justicia para mi pueblo, quiero que Benetton pague por las aberraciones que cometió contra el pueblo mapuche. También necesitamos que despierte el pueblo italiano y tenga conciencia de lo que hacen los multimillonarios de su país, que matan pueblos originarios y destruyen el ecosistema. Porque Benetton no produce solo ropa, es un extractivista y en el territorio que ocupa ilegalmente hay yacimientos auríferos».
Yo, como hermana blanca, concluyo prometiendo apoyar la lucha de los pueblos indígenas, principalmente de la mujeres indígenas y, como escribió Moira, quiero escucharlas deseosa de conocer sus pensamiento, no quiero convertirlas, ni etiquetarlas, ni estudiarlas, ni extraer utilitariamente sus saberes, me uno a esta Revolución de pensamiento, y seré, tierra, semilla, viento, agua y fuego.
Ida Garberi es corresponsal en Cuba de Cubainformacion
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