Cada día se va haciendo más público y notorio el hecho de que en nuestra realidad actual, los medios de comunicación constituyen la más poderosa herramienta de dominación -de mucho mayor alcance que las armas- que utilizan las elites dominantes para mantener su poder sobre las grandes poblaciones del planeta. El conglomerado de mega-corporaciones (entre […]
Cada día se va haciendo más público y notorio el hecho de que en nuestra realidad actual, los medios de comunicación constituyen la más poderosa herramienta de dominación -de mucho mayor alcance que las armas- que utilizan las elites dominantes para mantener su poder sobre las grandes poblaciones del planeta.
El conglomerado de mega-corporaciones (entre 10 y 12) que controlan no sólo a los medios de prensa, radio y televisión, sino también al inmenso negocio del entretenimiento y la cultura de masas (que comprende el mundo editorial, el de la música, el cine, la producción y distribución de contenidos para televisión, y maneja en todo el mundo salas de cine, de teatro, sitios de Internet y parques temáticos al estilo de los creados por Disney) es quien elabora los mensajes comunicacionales que nos bombardean diariamente.
En un común acuerdo de objetivos e intereses, estas mega-corporaciones (que no solo manejan lo comunicacional, sino que cubren áreas que van desde la extracción de petróleo hasta la fabricación y venta de armas) nos suministran cotidianamente una «realidad» y una visión del mundo que es la adecuada para mantener el predominio de los grandes capitales acumulados que ellas (y el resto de sus primas y hermanas) representan y el poder político que los acompaña.
Son muchas las formas en que este sistema hegemónico impone en las mentes y corazones de la gente «su» verdad. Es complejo el sistema que se ha desarrollado para el control, y el estudio de sus diferentes facetas implica un esfuerzo para quienes tratamos de combatir este proceso. Facetas que van desde la ocultación o la deformación y falsificación de los hechos, hasta las formas más sutiles de imponer subyacentemente sistemas de valores y creencias, o que llegan hasta presentar e imponer una «realidad virtual» adecuada a los intereses de quienes manejan los hilos del poder.
Y todo esto no constituye mera palabrería teórico-ideológica, es una realidad cotidiana presente todos los días en los mensajes de la comunicación nacional e internacional que recibimos cada vez más abrumadoramente.
Una de las formas que tenemos quienes intentamos una comunicación alternativa de combatir esos efectos, es mostrar, denunciar y señalar esos intentos concretos de manipulación cotidiana.
En esta Semana Santa, un tiempo que la Iglesia Católica propone a sus 300 o 400 millones de fieles en todo el mundo como de paz, recogimiento espiritual y acercamiento, no por ello la manipulación más grosera ha dejado de estar presente en el sistema internacional de medios corporativos. Vamos a ver solo dos ejemplos, que representan a nuestro entender el lado más crudo del sistema.
1) El canal internacional de la Televisión Española (TVE 24 h) tuvo que dar la noticia de los nuevos disturbios producidos en Atenas, a partir del suicidio público de un jubilado que dejó un mensaje sobre su situación personal sin salida económica que lo condenaba a la miseria, y que responsabilizaba al gobierno por ella, como producto de los «ajustes» llevados a cabo. La forma en que se realizó la presentación de la noticia fue insólita desde el principio. Ante las imágenes de los disturbios, el texto de los locutores habló de la «rabia» del pueblo griego «que no se resigna a aceptar la grave deuda del país». Tal como si los disturbios fueran producto de la inmadurez de una gente que no asume con responsabilidad su situación. Por supuesto nada se dijo acerca de que no fue precisamente el pueblo griego quien contrajo las deudas, sino un estamento político en complicidad con la banca y los mercados de valores. Esto se mostró así, aún en el contexto de haberse hecho públicas, simultáneamente, las monstruosas compras de armas realizadas por el estado griego en el pasado inmediato. Armas en su mayoría del mismo origen (Alemania), que los bancos acreedores del grueso de la deuda del Estado Griego. La cereza final de la torta la constituyó el cierre de la noticia, con una reflexión sobre el suicidio como enfermedad producto de la depresión que se da en algunas personas, en un claro intento de despojar al hecho de todo carácter social, calificándolo así como el acto aislado de un individuo desesperado. Es bien comprensible que la televisora oficial del Estado Español, ahora controlada por el Partido Popular de Mariano Rajoy, intente lo posible para no analizar demasiado una noticia que pudiera servir de chispa para convertir el polvorín en que se encuentra España, en un incendio del mismo tipo del que atraviesa Grecia. Lo que no es aceptable, es que para cumplir ese objetivo se utilice la más burda manipulación de la noticia, alterando los hechos con prejuicios disfrazados de «objetividad», escondidos tras una supuesta labor profesional.
2) El otro hecho que también aconteció, tuvo que ver con la publicación en un periódico por parte del escritor judío alemán Günter Grass, de un poema donde denuncia no sólo la política agresiva de Israel en Medio Oriente, sino su hipocresía al atacar a Irán por su supuesta fabricación de una bomba atómica, siendo el país de la región que tiene el mayor arsenal nuclear secreto. La manipulación vulgar en este caso por parte del sistema corporativo de medios, fue que la noticia se difundió (en CNN y otras cadenas) sólo a partir de la acusación de «antisemitismo» al escritor, realizada en forma inmediata por el Consejo Central de los Judíos de Alemania y la Cancillería del estado de Israel. En ningún momento se habló de su trayectoria anterior, de su apoyo al Estado de Israel (que menciona en el propio poema), ni por supuesto se difundió el texto del mismo.
Ambos ejemplos están mostrando hasta qué punto la alteración cotidiana de la realidad no sólo es una práctica cada vez más extendida, sino que está participando del fenómeno de la crisis general de los países centrales. Ya no parecen existir ningún tipo de límites para el uso descarado del poder mediático en sus formas más brutales, en función de proteger al costo que sea los intereses de los centros de poder.
La manipulación feroz nos está mostrando su despiadada cara, cada vez más contraída y deformada por el huracán de la crisis y la progresiva pérdida de dominio de los amos del mundo. Combatámosla haciéndola pública y mostrando sus intenciones ocultas.
Fuente original: www.barometro-internacional.org
rCR