Probar los límites de la libertad de prensa en Filipinas es una aventura peligrosa que puede llevar hasta la muerte, sin que nadie pague por ello. En las últimas dos décadas, tres periodistas filipinos han sido asesinados en promedio cada año. Pero en lo que va de 2004, fueron seis los periodistas asesinados, cuatro de […]
Probar los límites de la libertad de prensa en Filipinas es una aventura peligrosa que puede llevar hasta la muerte, sin que nadie pague por ello.
En las últimas dos décadas, tres periodistas filipinos han sido asesinados en promedio cada año. Pero en lo que va de 2004, fueron seis los periodistas asesinados, cuatro de ellos en los últimos 15 días.
Cincuenta y cinco periodistas fueron víctimas de homicidio desde 1986, y ninguno de sus casos se ha resuelto.
El último periodista asesinado fue Fernando Consignado, de la estación radial católica Radio Veritas, en la meridional localidad de Nagcarlan. Consignado fue hallado muerto el día 12 en su casa, con un tiro en la cabeza. Informes de prensa señalaron que el periodista investigaba irregularidades en proyectos públicos comunitarios en Nagcarlan.
Según Carlos Conde, secretario general de la Unión Nacional de Periodistas de Filipinas, el número de periodistas asesinados en Filipinas este año es superior al de cualquier otro país excepto Iraq.
«Sólo en Iraq, un país devastado por la guerra, ha habido más asesinatos de periodistas este año», señaló.
Esta semana, la Unión Nacional de Periodistas denunció continuas amenazas a la vida de periodistas y lanzó una línea telefónica de emergencia para trabajadores de la prensa acosados.
La última denuncia de amenaza de muerte la realizó Aquiles Zonio, corresponsal del periódico Philippine Daily Inquirer, en la ciudad de General Santos, puerto y capital de la provincia de Cotabato del Sur, al sur de Mindanao.
Poco antes del mediodía del pasado sábado, Zonio recibió en su teléfono celular un mensaje de texto que le advertía que él sería «el próximo en caer». El mensaje terminaba con un «adiós».
«La amenaza contra Zonio es especialmente preocupante tras el asesinato de su colega, Jonathan Abayon, el segundo periodista asesinado en General Santos en el año. El asesino sigue suelto», declaró la Unión Nacional de Periodistas.
La Unión también denunció otras amenazas. En la ciudad de Batangas, informó, colegas del periodista Arnnel Manalo están bajo amenaza desde el asesinato de éste, el 5 de este mes. Los colegas habían trabajado en el mismo caso que podría haber motivado el asesinato de Manalo, según la policía.
El día 16, dos periodistas de la isla de Luzón también denunciaron ante el sindicato amenazas vinculadas con los asuntos en que trabajaban. El sindicato está investigando los casos.
La Unión Nacional de Periodistas recomienda a sus miembros que no ignoren las amenazas. «Grábenla o registren cuándo ocurrió, qué decía exactamente y de qué modo se transmitió», aconseja.
«Si la amenaza fue realizada por vía telefónica, anoten la fecha, la hora, el número telefónico, cualquier sonido de fondo y cualquier característica de la voz del comunicante. Si se hizo mediante un texto escrito, no lo borren», agrega el sindicato.
Aunque los ataques a periodistas concitan ahora mayor atención pública, no se han detenido.
El día 13, un hombre armado no identificado emboscó e hirió de bala al comentador radial Edward Balida en el mercado público de la ciudad de Valencia, en la meridional provincia de Bukidnon. Balida, que trabaja en Radio Mindanao Network, sobrevivió al ataque.
El periodista declaró al Centro para la Libertad y la Responsabilidad de la Prensa que el atentado fue una respuesta a sus comentarios contra el narcotráfico y a favor de la campaña gubernamental contra las drogas.
El superintendente policial Arturo Lomibao, director del Grupo de Trabajo sobre Periodistas recién formado por la Policía Nacional Filipina, declaró que los últimos asesinatos tuvieron diferentes motivaciones, en su mayoría de carácter personal.
«Simplemente coincidió que ocurrieron con pocos días de diferencia», dijo a la prensa, sin brindar más detalles.
La policía declaró anteriormente que le llevaría seis meses determinar si un periodista enfrentaba algún riesgo relacionado con su profesión. Y una vez detectada una amenaza, no puede ofrecer protección adecuada a los «potenciales blancos», admitió la policía, que tiene dificultades para resolver los últimos asesinatos.
El jefe de la Policía Nacional Filipina, Hermógenes Ebdane, declaró que la mejor protección para los periodistas amenazados es la «seguridad estática».
«Si el periodista tiene los medios necesarios, puede contratar su propia seguridad», declaró Ebdane al diario The Manila Times, aunque aclaró que la policía no reniega de su responsabilidad de proteger a las personas.
Algunos oficiales de policía han sugerido que los periodistas deberían armarse, en especial los que trabajan en el interior del país y por tanto corren mayores riesgos, siempre que obtengan primero la licencia correspondiente. Pero a pocos periodistas les gusta esa idea.
«Ni sé cómo disparar un arma», dijo a IPS un periodista político. «Me siento cómodo sólo con mis herramientas de trabajo: un cuaderno, un grabador y una lapicera», agregó.