Ante la situación tan conflictiva por la que aun estamos atravesando, comenzaron a aparecer todo tipo de opiniones y de posiciones controvertidas, por lo cual creemos que se hace necesario seguir en lo posible aportando elementos e ideas para dar continuidad a un debate serio y profundo, que no está cerrado ni mucho menos […]
Ante la situación tan conflictiva por la que aun estamos atravesando, comenzaron a aparecer todo tipo de opiniones y de posiciones controvertidas, por lo cual creemos que se hace necesario seguir en lo posible aportando elementos e ideas para dar continuidad a un debate serio y profundo, que no está cerrado ni mucho menos y que supera el marco de las fronteras de un país determinado, adquiriendo dimensiones prácticamente universales.
En principio, continuamos viendo con cierto asombro, que este gobierno descubre, luego de 5 años y varios más dirigiendo los destinos de una provincia, el peligro que significa la sojistizacion del campo, la llamada «patria sojera», y ahora plantea la necesidad de producir una variedad de alimentos y a un precio adecuado, cuando previamente permitió el avance de dicho proceso negativo y un consiguiente aumento del costo de vida, que no comenzó, como nos quieren hacer creer, con el conflicto del campo.
Al mismo tiempo, con la complicidad de la burocracia sindical amiga, encabezada por el ex miembro de las » 3 A » Hugo Moyano, fijó un techo a los aumentos de salarios, provocando un retroceso en el ingreso real de los trabajadores y un crecimiento en el índice de pobreza, del cual ya se afirma que está superando nuevamente el 30% de la población. Por eso también la destrucción del INDEC, para ocultar esta realidad y mentir abiertamente con cifras dibujadas, aunque ya se ha producido un nuevo «record en la brecha de pobreza», puesto que las familias pobres sólo pueden comprar el 43% de los bienes y servicios que se necesita para superar la línea de pobreza. Y en el 2002, en plena crisis, podía llegar a comprar el 47% de los mismos. Pero aún hay datos más preocupantes;
– el 20% de la población de mayores ingresos recibe el 50,1% de la riqueza producida
– el 20% de la población más pobre sólo recibe el 3,8% de la misma
– el 40,5% de los menores de 14 años son pobres. Es decir 2.250.000 pibes, de ellos, 14,3% son indigentes.
Todos estos sectores de la población cada vez más marginados por el sistema no van a veranear a Punta del Este, no viven en Puerto Madero o en algún country de Pilar. Son tan tontos o distraídos que siguen habitando los barrios más humildes y carenciados de la Matanza, Budge, Fiorito, o Florencio Varela. Es que no se enteraron que ahora estamos mucho mejor y que gozamos de un amplio superavit fiscal.
Nuestra conocida intelectual y luchadora cubana Celia Hart, refiriéndose a esta temática, expresa: «La tierra está llena de comida y de hambrientos … Las protestas populares en nuestra querida Haití son bien tristes y motivo de agonía si es que conservamos un mínimo de vergüenza… Hoy en una situación lamentable, no tiene comida para sus niños, y sin embargo está invadida por soldados incluso de esta misma América que lo primero que debieron hacer los gobiernos que se llaman de izquierda, es retirar las tropas de Haití». Recordemos, con vergüenza, que por iniciativa de Kirchner y el apoyo del Congreso, donde tiene mayoría (incluyendo el voto del «revolucionario» Miguel Bonasso), votaron enviar tropas a ese país hermano, donde están reprimiendo y matando seres humanos que sólo reclaman el derecho a una vida más digna. Hay muchas personas y organizaciones que se dicen progresistas o de izquierda que no dicen nada sobre este tema ni se atreven a denunciar al kirchnerismo.
A la vez, este gobierno «nacional y popular» está complicado con el saqueo de tierras a los campesinos pobres y a los pueblos originarios, además de las concesiones dadas a empresas transnacionales explotadoras de minas, con todo tipo de subsidios y permitiendo un gran daño al medio ambiente. Es realmente admirable la lucha constante pero a la vez solitaria de muchos pueblos del interior contra la destrucción y contaminación de la naturaleza, sin ser escuchados ni por las autoridades provinciales ni por las nacionales. Aconsejamos consultar por esta temática muy importante los serios estudios efectuados por el Grupo Moreno.
Ellos, como otros investigadores, han comprobado fehacientemente que el nuestro no es un país pobre sino un país saqueado, donde grandes corporaciones transnacionales se llevan ciento de millones de dólares cada año.
Por cierto, todos estos nefastos y poderosos actores económicos y políticos y los grandes medios de difusión a su pleno servicio, en su tarea de desinformar a la población solo hablan de los sufridos explotadores y sus reclamos, pero ninguno habla de los explotados, de los peones rurales, sus bajos sueldos y la mayoría trabajando «en negro», salvo los partidos de izquierda y algunas organizaciones populares, ocultando así la verdadera y compleja situación del campo.
A todo ello hay que sumarle un proceso de concentración y extranjerización de la tierra, que contó con el apoyo de distintos gobiernos burgueses, incluso con la claudicación de la Federación Agraria , quienes ni quieren hablar de reforma agraria, y nunca denunciaron a los «pools de siembra», pero siguen estrechando filas con la reaccionaria Sociedad Rural.
Al respecto, el próximo paso de los fondos de inversión, es decir el Capital Financiero invertido en el sector agrario, es la aceleración de la producción de biocombustibles, con lo que, como denunció Fidel Castro, se llenarán los autos de combustible y se matará de hambre a cada vez más hombres mujeres y niños. Es que el capitalismo es inhumano por naturaleza, pues sólo le interesa maximizar las ganancias.
Por lo tanto, esto que está ocurriendo no es más que los primeros sacudones de una etapa de cambios, de una «modernización» de una Argentina agroindustrial en situación de dependencia de los intereses de las empresas multinacionales, en sociedad con los grandes grupos económicos locales, pero donde nadie quiere pagar los gastos de instrumentación de este nuevo proceso de desarrollo capitalista, aunque de involución para los pueblos, que como siempre, terminan pagando los platos rotos. Una prueba de ello es el formidable robo a los bolsillos de nuestro pueblo, conocido con el nombre técnico de inflación.
En la actual fase de esta estructura de producción, multiplican también sus ganancias no los trabajadores, sino las grandes corporaciones exportadoras, que cuentan con el visto bueno del kirchnerismo, y algunas de ellas gozan de importantes subsidios, como La Serenísima (perteneciente a la multinacional francesa Danone), o Globocopatel (integrada por capitales brasileños), o la Aceitera Gral. Dehesa, cuyo dueño es Urquía, senador por el Frente para la Victoria.
En todo este periodo, del mismo modo que en su momento el Chile de Pinochet fue el globo de ensayo de la aplicación salvaje del llamado modelo neoliberal, (como luego el golpe del ’76 en nuestro país y el «Plan Cóndor»), hoy nosotros somos por lo menos uno de los globos de ensayo para la actual fase de un «modelo» agro-minero exportador, pero aquí impulsado por gobiernos constitucionales, seudo democráticos, para, entre otras cosas, evitar el posterior costo político que provocan las dictaduras militares. Por lo menos, mientras puedan, y están pudiendo, hasta tanto no se incremente la reacción popular.
Por supuesto, que este fenómeno económico social hay que ubicarlo en el marco mundial de hegemonización del capital financiero y la intensificación de sus inversiones en los agro-negocios, ante el aumento constante de los alimentos, que está causando revueltas populares en distintos lugares del planeta, a las que podemos calificar de guerras contra el hambre.
Por lo que no es hacer futurismo, el enunciar brevemente algunas consecuencias que seguirán dándose en el campo, como por ejemplo:
– Aumento de los fondos de inversión, con explotación depredadora de la tierra, y el consecuente crecimiento de zonas donde avance la desertización. Esto tampoco es nada nuevo, puesto que lo mismo ocurrió cuando éramos una semicolonia inglesa, y ante la necesidad de lana para su industria en pleno desarrollo, desertificaron vastas tierras de nuestra Patagonia, poblándola por muchos años con alrededor de treinta millones de ovejas. Son los mismos intereses que están convirtiendo a Uruguay en una gran pastera, cuya tendencia al monocultivo lleva a ese país al atraso y a una enorme desocupación.
Una prueba de la universalidad de este fenómeno especulativo, y por ende de su extrema gravedad, es que en Europa se multiplicó por cinco la cifra de los fondos de inversión (capital financiero), dedicados a la producción agrícola, mientras que en EEUU la multiplicación fue por siete, considerando así a la tierra como una fuente de altos beneficios a corto y mediano plazo, sin importarles los daños humanos y naturales, como por ejemplo la desforestación en Brasil y Argentina.
– La extensión brutal de la frontera agrícola, en especial en el noroeste argentino y en las islas del Paraná, desplazando a los pequeños campesinos y a los pueblos originarios. Hay que destacar que organizaciones como el MOCASE, vienen desde hace mucho tiempo luchando y denunciando permanentemente estas atrocidades, puesto que estos desalojos se llevan a cabo con la participación violenta de la policía y de grupos de matones a sueldo.
– Se están ya construyendo plantas de agro-combustibles en las zonas cercanas a los puertos del río Paraná. Esto significa a no muy largo plazo un mayor aumento del costo de los alimentos y mayores índices de miseria y hambre para nuestro pueblo, como también ocurrirá en otros pueblos del mundo.
– Una de las primeras pruebas de esta estrategia económico-social mundial que se está al mismo tiempo realizando en las fértiles tierras de Argentina, es el encuentro efectuado recientemente en esta capital de grandes corporaciones empresariales y bancos vinculados al negocio sojero, al que llamaron hipócritamente «Mesa redonda de la soja responsable», el cual provocó el justo repudio de varias organizaciones ambientalistas, entre otras.
Todo esto corrobora una vez más que el peronismo que presentó en su momento la alternativa Braden o Perón, ya hace rato que se quedó con Braden. Ni siquiera se atrevieron a derogar la llamada ley Videla, es decir una ley de la dictadura militar, que liquida de hecho el Estatuto del Peón de Campo, lo que hace que hoy día aún existan formas de servidumbre en especial en las grandes unidades productivas, donde el trabajo en negro es lo más común. (supera en general el 70% de los trabajadores rurales).
Por todo lo expresado es imprescindible manifestar una total oposición y repudio al accionar de los dos sectores burgueses en pugna y reafirmar la continuidad en la lucha por una alternativa unitaria, obrera y popular, que hay que impulsar a todo nivel, pero en especial desde los cimientos: barrios, pueblos, empresas, sindicatos de base, centros estudiantiles, culturales, organizaciones de campesinos pobres y de pueblos originarios, etc..
Esta actitud clasista y unitaria, nos exige no dejarnos presionar políticamente con el argumento del temor ante un posible golpe de estado, reciclando, a veces involuntariamente, la vieja y falsa alternativa «Alfonsín o caos», que ahora sería gobierno K o caos.
Sabemos los problemas de la izquierda y sus inconsecuencias en el camino de la unidad, pues aún perduran falsos hegemonismos o esquemas sectarios, pero ello no nos debe llevar a abandonar dicho objetivo de confluencia de fuerzas en la búsqueda de cambios profundos, revolucionarios, por la liberación y el socialismo, ya que los problemas aquí enunciados, entre otros que afectan seriamente a nuestro pueblo, no tienen solución dentro del sistema capitalista, sino rompiendo con él.
Se puede partir por una serie de puntos básicos, útiles para abrir un debate entre todas las fuerzas populares, como por ejemplo y a modo de sugerencia:
-tener presente en principio que la cuestión esencial sigue siendo en nuestro país, y en muchos otros países, el problema de la tenencia de la tierra. La tierra es ante todo poder para los que la poseen. Si no se le quita este poder a la vieja y nueva «oligarquía», en realidad burguesía agraria, seguirán manejando los destinos del país, en sociedad con los demás grupos monopólicos.
Por lo tanto, será necesario considerar la necesidad de una reforma agraria, entregando la tierra a quienes la trabajan e impulsando formas cooperativas entre los campesinos pobres, en las comunidades indígenas y con los trabajadores rurales, en especial en los grandes latifundios. Todo esto implica también todo tipo de ayuda financiera y de provisión de maquinaria agrícola, entre otros aspectos a analizar. En definitiva, se trata de avanzar en formas de propiedad social de la tierra, pues es increíble que «en un país hecho de pan», haya hombres, mujeres y niños que se mueren de hambre.
– Nacionalización del petróleo, las minas y todas nuestras riquezas naturales, con la participación en la dirección y el control de los trabajadores, sin desestimar también la participación de otras organizaciones populares.
– Es imprescindible la nacionalización del comercio exterior, que no puede estar en manos de los monopolios, destinando los beneficios acumulados al desarrollo del conjunto del país y de su pueblo, fijando prioridades al respecto.
– No al pago de la injusta e ilegal deuda externa, comenzando a pagar la deuda interna.
– Por supuesto que no puede estar ausente la lucha contra la ley videlista que afecta al peón rural y por un salario igual o superior a la canasta familiar para todos los trabajadores. A la vez, disminución de la jornada de 8 horas, sin caída del salario contribuyendo concretamente a la eliminación de la desocupación, y terminar con el trabajo en negro. Conjuntamente hay que detener el proceso inflacionario para no deteriorar los ingresos de los trabajadores, sino no está muy lejos la posibilidad de que se produzcan fuertes estallidos sociales.
– Detener de inmediato el desalojo de sus tierras de los campesinos pobres y los pueblos originarios, por parte de la «patria sojera».
– No a la ley antiterrorista, que en realidad debe llamársela ley terrorista contra el pueblo. Libertad y desprocesamiento a todos los luchadores populares. Aparición con vida de Julio López.
– Retiro inmediato de las tropas de Haití y solidaridad con todos los pueblos del mundo que luchan por su liberación.
Esta primera y breve enumeración de algunos puntos, no pretende más que comenzar a motivar un intercambio de opiniones entre todas las organizaciones populares, quizás como primeros pasos para atrevernos a construir con amplitud de miras, un sólido «Bloque histórico», como nos decía un gran pensador y luchador como Antonio Gramsci, y como fue el sueño de tantos batalladores por la causa mundial de los trabajadores y de todos los oprimidos y explotados.
No olvidar nunca que sólo puede liberarse una clase dominada cuando es capaz de edificar unitariamente su propio poder, capaz de derrotar y reemplazar al poder dominante y pasar así a estar en condiciones de cumplir la noble y gran tarea histórica de crear una nueva sociedad, económica, ideológica, política, cultural y moralmente superior.