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La palabra mágica-maldita en un editorial del global-imperial

Fuentes: Rebelión

Era de esperar. Son como cuervos ante disputas en las que quieren hincar diente, cuchillo, ganancias y palabras escogidas. Quieren dictar la política, la de todos nosotros, y a todos nosotros. La palabra mágica-maldita es populismo. Una nota sobre ella: como el ser aristotélico, el término se conjuga y define con muchas variantes. Algunas insoportables, […]

Era de esperar. Son como cuervos ante disputas en las que quieren hincar diente, cuchillo, ganancias y palabras escogidas. Quieren dictar la política, la de todos nosotros, y a todos nosotros.

La palabra mágica-maldita es populismo. Una nota sobre ella: como el ser aristotélico, el término se conjuga y define con muchas variantes. Algunas insoportables, criminales incluso. Otras no, en absoluto. Si populismo se entiende como una política o una concepción política que pone en primer plano, de forma documentada y razonable, los intereses esenciales del «pueblo», de las clases trabajadoras o afines no se ve qué puede oponerse desde una perspectiva de izquierdas a esa noción y a esa posición. ¿Allende fue un populista? ¿Lo fue Sankara? Si populismo remite a demagogia, a engaño, a prometer sabiendo que no se va a cumplir, a abono de las peores pulsiones, a derecha extrema xenófoba ocultada o trasvestida bajo ropajes diversos, la crítica es más que pertinente. El uso del global sionista antichavista, en este caso, no crea confusión, está en sus memes y genes: apunta a lo primero y declina con lo segundo.

En el primer editorial del pasado viernes 11 de abril, los del Pais, que diría Paco Fernández Buey, sin importarles un pito helarse en las gélidas aguas de la contradicción más elemental se lanzan a degüello. Contra Izquierda Unida por supuesto, como en los viejos tiempos, cuando Julio Anguita era considerado un idiota, un comunista paleolítico, un trasnochado estúpido, un antieuropeista, un rojo a eliminar fuera como fuese. No esconden esta vez sus cartas ni en el título: «Un gesto de firmeza». Con los ovarios encima de la mesa les hubiera gustado titular. No se han atrevido, casi seguro que lo han pensado. El subtítulo: «Susana Díaz frena un entrega discrecional de viviendas a un colectivo de okupas.» Con K de Kaliningrado.

El desalojo de los okupantes de la Corrala Utopía -que los del País, siempre tan finos, escriben, como indicaba, otra vez con k de Karl Kraus- se produjo por orden judicial que también, admiten, «encomendó a los poderes públicos el alojamiento de aquellas personas que estuvieran en riesgo de exclusión social». Vale la pena remarcar: encomendó a los poderes públicos el alojamiento de personas en riesgo de exclusión.

Sin evaluar cuáles eran aseguran (¿y cómo pueden saberlo?, ¿tienen algún topo infiltrado?) «la consejería procedió a gestionarles viviendas públicas». Se da así la impresión, el paso es inolvidable, como si se tratara de la ley Corcura o la ley de don Opus Dei Jorge Fernández, «de que merece la pena utilizar el método de la patada en la puerta, en vez de aguardar el turno de adjudicatarios de viviendas públicas.» ¿El método de la patada en la puerta? ¡A qué son guays del Paraguay los amigos cañistas del País!

Prosiguen. Resulta un tanto simple, afirman, la visión de Cayo Lara «que divide a las partes de este conflicto político entre los que piensan que los desalojados «tenían que dormir debajo de un puente» y los que, como IU, creen que «tienen que dormir en viviendas siempre que haya viviendas». Ignoro donde Cayo Lara ha hecho esas declaraciones pero supongamos que se ha expresado en esos términos en un momento de agitación e indignación, cuando no estaba exponiendo académicamente las conclusiones de una tesis doctoral sobre la noción de praxeología en la obra de Antonio Gramsci. Admitámoslo y admitamos de paso que hubiera podido matizar más pero que en absoluto ha lanzado un exabrupto ni ha dicho una estupidez.

Viene luego la lección magistral-imperial. El político, es decir, el político institucional, no hay otro para los del global, «ha de buscar soluciones legales, en vez de limitarse a coger lo que haya sin más trámite». ¿Coger lo que haya sin más trámite? ¿Saben de qué hablan? ¿No recuedan el dictamen judicial al que ellos mismos han hecho referencia que hablaba de alojamientos y de tareas de los poderes públicos?

Y ahora viene lo bueno: «Andalucía es una de las comunidades con mayor tasa de paro (más de un millón de desempleados), necesitada de atraer inversiones para reactivar la economía.» Es decir, todo menos ruido, menos rebeldía, menos indignación, menos movilización. A ser serviles, a ser «buenos» chicos y se apiadan un poco de nosotros. Precisamente porque el problema es muy grave, sentencian, «tiene poco sentido suponer que las soluciones vendrán del populismo.» ¿Populismo? ¿Y qué acepción usan? ¿De qué hablan cuando hablan de populismo? ¿No será un espantapájaros que conviene agitar con fuerza cuando la ocasión lo requiere? ¿No serán ellos los verdaderos populistas reaccionarios?

Al final, trompetas y tambores. «Falta por ver hasta qué punto la crisis de los okupas afecta a la estabilidad de la coalición PSOE-IU en Andalucía». Es posible que se resuelva sin traumas, comentan, pero añaden: «sabiendo que Susana Díaz tendría que anticipar las elecciones en caso contrario.» Por si quedara alguna duda: «La presidenta de la Junta de Andalucía ofrece un perfil de audacia y autoridad que acrecienta su papel como valor en alza en el PSOE.» Es de la suyas: es su candidata para sustituir a Rubalcaba y le están dictando la convocatoria de elecciones anticipadas y la ruptura del gobierno con IU.

Por si hubiera dudas: en mi opinión, IU hubiera debido facilitar con su voto un gobierno PSOE en Andalucía, un gobierno en minoría, como tantos otros, pero no hubiera debido participar en el gobierno. Nunca.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.