Todo empezó con un desquite. Un empresario afín al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan se hizo con el diario Sabah, el principal del Grupo Ciner, gracias a una polémica maniobra empresarial. Así que había que crear otro periódico. Fatih Altayli, un periodista curtido que, en sus 26 años de carrera, ha pasado por los consejos […]
Todo empezó con un desquite. Un empresario afín al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan se hizo con el diario Sabah, el principal del Grupo Ciner, gracias a una polémica maniobra empresarial. Así que había que crear otro periódico. Fatih Altayli, un periodista curtido que, en sus 26 años de carrera, ha pasado por los consejos de redacción de los principales medios de comunicación de Turquía, fue el encargado de crear de la nada Habertürk, un diario que debía convertirse en referencia y ser solvente, a pesar de las negras nubes de la crisis financiera que se venía encima.
No era una apuesta fácil. En Turquía existen más de 30 diarios generalistas: los hay de izquierdas y de derechas, religiosos y laicos, militaristas y anticastrenses, nacionalistas turcos y kurdos. La mitad venden más de 100.000 copias.
«Decidimos aprovechar las nuevas tecnologías para reducir gastos. Utilizamos un formato más pequeño y un papel más fino; contratamos a menos gente pero mejor pagada», explica Altayli, antes de apuntar: «El objetivo de este periódico era escapar de la polarización que existe en la prensa y la política turca». Como muestra, señala dos páginas contiguas en las que escriben una mujer sin velo y otra con la cabeza cubierta. «¿Ves? Cuando cierras el periódico ambas partes se besan, que es lo queremos».
Se lo jugaron todo y salió bien: en sus tres meses de vida, Habertürk se ha convertido en el quinto mayor rotativo del país, con unas 250.000 ventas diarias. En definitiva, toda una historia de éxito empresarial y periodístico.
Con precedente
De todas formas, este nuevo diario tenía un precedente. Un año antes, también en medio de turbulencias económicas, un grupo de intelectuales y periodistas se embarcó en la creación de un diario «realmente independiente»: Taraf, que, al contrario que Habertürk, no contaba con el apoyo de un grupo empresarial sino solo de una casa editorial. Si bien Taraf no ha conseguido tantas ventas (anda por las 40.000) sí que se ha consolidado como uno de los rotativos más respetados por su su defensa a ultranza de la democracia y la continua revelación de documentos que han puesto en aprietos al Ejército. «Hemos tenido problemas a causa de nuestros artículos. Anunciantes ligados al Estado o a los militares nos han retirado la publicidad, pero nosotros vamos a continuar así, porque si Taraf deja de ser independiente, entonces ya no merecerá la pena», explica la subdirectora Yasemin Çongar, otra periodista bregada en grandes rotativos turcos que ha perdido el miedo a las amenazas. No en vano, Taraf acumula más de 100 juicios por supuestas ofensas a la identidad nacional, a las Fuerzas Armadas…
Estos periodistas no esconden los inconvenientes de la prensa turca. «El mayor, como en otros países de Europa, es que los dueños de los periódicos tienen intereses en otros sectores y por ello mantienen ciertas relaciones con el Gobierno, grandes empresas, militares y apoyan sus intereses a través de sus periódicos», critica Çongar. El paradigma es el emporio Dogan, que con sus ocho periódicos agrupa al 35% de los lectores turcos. «En Taraf tenemos la suerte de que esto no es así, lo que acarrea problemas financieros pero también da mayor libertad».
Bajo precio
Para Altayli, el problema es el bajo precio de los diarios, unos 20 céntimos de euro, que solo cubre la mitad de los gastos de producción, por lo que dependen en gran medida de la publicidad: «Nosotros hemos reducido los costes y vendemos un poco más caro, para no depender tanto de los anunciantes». Solo Habertürk fue capaz de desvelar un caso de corrupción de Koç (el mayor grupo industrial del país), el resto no pudo porque necesita su publicidad».
La mayor parte de los periódicos turcos generan pérdidas o, como mucho, cubren sus costes, pero aún así se mantienen a flote, ya sea porque sus dueños los necesitan para cumplir objetivos políticos o por una simple cuestión de prestigio y honor. «Este periódico no es para generar beneficios, sino que mantenerlo vivo es un prestigio y un orgullo para sus periodistas», afirma la subdirectora de Taraf.
Probablemente los periódicos de Turquía no son los mejores del mundo aunque abunden en número, algo que reconocen sus periodistas. Eso sí, la entrada de dos nuevos rotativos al mercado en plena crisis económica ha supuesto un soplo de aire fresco.