Vivo en Madrid desde hace más de dos años, donde me pude radicar, no sin dificultades, gracias a la invalorable y desinteresada ayuda de Luis Mosca, Ariel Davrieux, Alberto Bensión y otras luminarias de similar estatura, de esas que, habiendo pasado lo que pasó, conservan intactos sus altos cachés en las conferencias de la ADM […]
Vivo en Madrid desde hace más de dos años, donde me pude radicar, no sin dificultades, gracias a la invalorable y desinteresada ayuda de Luis Mosca, Ariel Davrieux, Alberto Bensión y otras luminarias de similar estatura, de esas que, habiendo pasado lo que pasó, conservan intactos sus altos cachés en las conferencias de la ADM o el Banco Central.
Hace un par de semanas visité a mi amigo M en Barcelona, quien había estado en Uruguay recientemente. M me regaló la Brecha que cubre la muerte de Seregni (6-AGO-2004) en la que hay un artículo dedicado a repasar la atención que los medios extranjeros le prestaron al suceso. Con respecto a los medios españoles, se menciona únicamente la cobertura realizada por El País . Pero no solo se consideró exclusivamente al órgano del PSOE sino que se le dio a entender a los lectores que el trato dado por El País a Seregni había sido «casi familiar». No comprendo cómo se puede decir algo tan alejado de la realidad.Voy a explicar por qué creo que las cosas fueron de otro modo, comparando la cobertura de El País con la del segundo diario más vendido de España: El Mundo. Ambos incluyeron la noticia en la página que todos los diarios españoles suelen dedicar a reseñas de personalidades fallecidas. El Paí s le dedicó un 59% de página, El Mundo un 38%. Y este es el único aspecto que podría llevar a pensar, erróneamente, que el trato dado por El País fue bueno.
Ambas notas están acompañadas por una foto. La de El País, ocupa un 30% del espacio, la de El Mundo, un 9%. La de El País parece corresponder al acto del 5-FEB-1996 y muestra a un Seregni en estado de crispación, energúmeno, con cara de malo, agresivo, muy alejado de El General real. La de El Mundo, en cambio, es la de un Líber de 1971, pícaramente sonriente, irradiando bondad y paz.
Alguien podrá considerar «familiar» el título de la nota de El País : ‘El General’, figura histórica de la izquierda uruguaya. Sin embargo, es el título de El Mundo el mejor que he visto desde el 31 de julio: El Mandela uruguayo. A mí, el título de El País me resulta topiquero. El de El Mundo me emocionó.
La nota de El País no lleva firma y está escrita con una desprolijidad insultante. Se dedica grosso modo a tirar datos de la vida de Seregni sin hilvanarlos, de forma totalmente errática y cayendo en reiteraciones sin sentido. No destaca claramente ninguna de sus virtudes y deja entrever que estuvo preso por sus presuntos vínculos con subversivos. Transcribo un párrafo que expone la calidad técnica del empleaducho sobre el que recayó la tarea del obituario y del redactor que eventualmente lo supervisó: Seregni, aunque era considerado un «traidor» por muchos de sus pares del Ejército, sin embargo, todos los sectores políticos destacan su personalidad, vocación democrática y por su formación militar y estadista por todos los sectores políticos. En esta frase, que ni un niño de escuela redactaría con tanta torpeza, está contenido el único elogio que se puede encontrar en el artículo. En otro pasaje, el anónimo periodista sostiene que Seregni era conocido como «el general» -en minúsculas- por el estamento militar. Así que el lector español estará creyendo que fue entre los militares que Seregni se convirtió en El General. Para que no quepan dudas en torno a su virtuosa prosa, el desconocido escritor nos cuenta que Seregni fue comandante de la I División de Ejército I. Y hay más chapucerías que ahorro al lector aclarándole que un cúmulo tan grande de errores no es normal en los artículos de este diario.
La nota de El Mundo , en cambio, está firmada por Felipe Sahagún -profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Editorial del periódico-. Y lejos de ser encarada como aburridos deberes escolares contiene frases lapidarias que sintetizan muy bien lo que fue El General. Comienza así: En la Historia contemporánea de Uruguay es difícil encontrar un dirigente que haya hecho más por la recuperación de la democracia. Continúa luego, destacando su apoyo a la causa republicana en la Guerra Civil Española y el papel jugado en la transición de 1959. Compara, finalmente, su papel en la transición de 1985 con el de Nelson Mandela en la transición sudafricana. Y todo escrito con un estilo más que decoroso.
Yo estimo que la necrológica de El País se procesó más o menos como sigue. Un jefe de sección, a principios de agosto, cuando las almas escasean en Madrid, preguntó: ¿Quién está sin hacer nada? A lo que un becario de la sección deportes alzó una mano. El jefe de sección se dirige al becario: Mira, se murió este tío, haz el favor de escribir la necrológica correspondiente. El becario: Pero es que no lo conozco. El jefe: no importa, busca en Internet. El becario: ¿De dónde saco la foto? El jefe: Aquí tienes el número de Julio Sanguinetti, llámalo y pídele que te elija la más apropiada.
Quiero cerrar mis comentarios tratando de interpretar por qué un medio de izquierda vio en la nota de El País un espíritu positivo cuando debiéronle resultar chocantes muchos aspectos de la misma. Creo que en el fondo del asunto está la creencia errónea de que El País es un diario de izquierda y, en consecuencia, se asumió de antemano que homenajearían a Seregni como a uno de los suyos.
Para empezar, El País es claramente un diario no-plural. Tiene una línea editorial muy definida y quien discrepe con ella no trabaja en el diario. Alguna vez puede incluir en sus páginas la opinión de una personalidad de izquierda. Pero muy rara vez. Su línea la marcan: 1) su defensa cerril del expresidente Felipe González, ocultando implacablemente la historia corrupta de su gobierno y las aberrantes acciones paramilitares que España conoció entonces; 2) los columnistas, donde brillan los inconfundibles Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio M. Sanguinetti; 3) su apoyo descarado a la desestabilización de Venezuela (*nota1) cerrando filas con el expresidente Carlos A. Pérez y el megaempresario Gustavo Cisneros; 4) la declarada afinidad ideológica con el ultra reaccionario y elitista José Ortega y Gasset (*nota2).
El Mundo, por otra parte, sin estar a la izquierda ni ser menos españolista que El País, es más plural y más transparente. Sus columnistas no son liberales por fuera y gorilas por dentro. Los de derecha lo expresan abiertamente y los más volcados al centro o centro-izquierda también. Su línea editorial se puede definir con una sola palabra: anti-Felipe González, lo cual no quiere decir, en absoluto, que estén a la derecha del expresidente.
Lo más increíble con respecto a este equívoco en torno al simulado progresismo de El País es que confunde a connotados personajes de la izquierda. Tal es el caso, por ejemplo, de Ignacio Ramonet quien, en la edición de abril de 2004 de Le Monde diplomatique , sostuvo, en relación con el 11-M, que el Partido Popular, para engañar a la opinión pública, se había valido de su influyente red de medios cómplices (los diarios El Mundo y La Razón , etc.) y que enfrentado con la información oficial estuvo, entre otros, El País. Nada más falso. Los cuatro diarios madrileños sacaron ediciones vespertinas el mismo 11-M. El único, repito, el único que tituló con letras gigantes en portada que la autora del atentado era ETA -la versión que convenía a Aznar- fue El País . Así que aun siendo un órgano «socialista», cuando Aznar llamó, allí estuvieron para seguirlo.
Creo que la memoria del general Líber Seregni, con sus virtudes y con sus defectos, merece estas aclaraciones, esta distinción entre homenajes hipócritas y homenajes verdaderos. Y la izquierda uruguaya debe darse cuenta que El País es la cara mediática de un gran grupo económico español para el que trabajan Julio M. Sanguinetti y Felipe González y cuyos intereses y los de un gobierno uruguayo progresista serán, muy probablemente, contrapuestos.
Nota1
* El periodista Maurice Lemoine entiende que la campaña anti-Hugo Chávez que perpetró El País durante el golpe de estado de abril de 2002 merece un premio a la desinformación ( Le Monde diplomatique/el Dipló, AGO-2002).
Nota 2
** El premio periodístico que anualmente otorga El País se llama «José Ortega y Gasset».
(*) Alejandro Pareja es emigrante uruguayo.