Vivimos en la paradoja de que cuando más sencilla, abundante y rápida es la información, su reproducción y su difusión, más difícil se está haciendo la supervivencia del periodismo, tal y como lo habíamos entendido mayoritariamente hasta ahora. Solo en España se han perdido más de seis mil puestos de trabajo de periodistas. Es evidente […]
Vivimos en la paradoja de que cuando más sencilla, abundante y rápida es la información, su reproducción y su difusión, más difícil se está haciendo la supervivencia del periodismo, tal y como lo habíamos entendido mayoritariamente hasta ahora. Solo en España se han perdido más de seis mil puestos de trabajo de periodistas. Es evidente que el modelo de negocio se está desplomando. De ahí que llevemos años escuchando el discurso alarmista de quienes dicen que el periodismo se acaba. Lo que ha sucedido es que los dos privilegios de los medios, el acceso a la información y la capacidad posterior de difusión, los han perdido a favor de la ciudadanía. Y en su discurso catastrofista confunden el fin de sus empresas con el fin del periodismo.
El periodismo surgió para resolver la escasez de información, en la medida en que era escasa era valiosa y, en consecuencia, suponía un poder poseerla y un negocio su distribución. Eso se les ha acabado y ahora, aplastado el ciudadano por un exceso de información, el periodismo debe ser otra cosa. Y eso, más que un problema puede ser una oportunidad.
Al periodismo de izquierdas no le preocupa la palabra crisis, siempre estuvo en crisis, nunca tuvo grandes ingresos por publicidad, nunca recibió préstamos de grandes inversores, nunca logró el apoyo de las grandes distribuidoras para por poder llegar a todos los puntos de venta, nunca disfrutó de muchas licencias de emisión. La novedad de la crisis es para los grandes emporios que han visto que muchos de sus ingresos por publicidad han desaparecido y los multimillonarios beneficios de sus accionistas se han volatilizado.
Desde hace unos pocos años, en España están apareciendo numerosos ejemplos de medios que, paradójicamente, existen gracias a esta crisis del periodismo. No me refiero a medios alternativos, puestos en marcha con la buena voluntad y el tiempo libre de algunos militantes como fue el caso de rebelion.org. Estoy hablando de hacer periodismo, con investigación, reportajes y remuneración de los profesionales. De modo que ahora se podría decir que es más viable el periodismo de un grupo de profesionales autogestionados que pretender que un gran periódico logre pingües beneficios para sus directivos y accionistas. Están apareciendo nuevos proyectos periodísticos que para funcionar y ser rentables no necesitan hacer millonarios a sus directivos ni a sus capitalizadores en Bolsa, ni devolver grandes préstamos bancarios. Basta con lograr los ingresos mínimos para que sobrevivan sus trabajadores. Lo que sucede es que conseguirlo, y además cubrir los gastos corrientes del periodismo con la que está cayendo, no es poco.
Pero para que todo ello exista, los nuevos medios deben contar con sus lectores: mediante la transparencia de sus cuentas, escuchando sus propuestas y críticas, dándoles voz… Pero los ciudadanos deben aprender que el periodismo deben hacerlo los periodistas no las empresas. Y que para que exista ese periodismo el medio debe cubrir unos gastos y los periodistas tienen que comer. O dicho de otra forma, que deben apoyar a esos nuevos medios que ya no pueden ni quieren vivir de anunciantes ni de grandes empresas. Deben ayudar a su difusión, a conseguir informaciones, a rentabilizar su funcionamiento para que hagan un periodismo libre. No podemos seguir queriendo leerlos gratis en internet y que nos regalen un DVD el domingo o una cubertería como hacían los otros. Esto supone un importante cambio de mentalidad ciudadana que todavía sigue pensando que periodismo libre es que no hay que pagar por verlo en internet o deben darle un regalo por comprarlo en el quiosco. Hacer periodismo cuesta dinero y alguien debe pagarlo, los anunciantes han huido y ya sabemos qué tipo de medios apoyaban, el Estado actual no está por la labor, por tanto, solo quedamos los ciudadanos.
Fuente original: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4207