Hace poco la web Journalism.org publicaba un breve estudio sobre la evolución de la cobertura informativa sobre el mundo árabe en los medios estadounidenses en el último año. Observaba cómo el seguimiento informativo de Egipto y Libia ha caído drásticamente desde los primeros meses de 2011. Otros países en conflicto abierto, entre los que se […]
Hace poco la web Journalism.org publicaba un breve estudio sobre la evolución de la cobertura informativa sobre el mundo árabe en los medios estadounidenses en el último año. Observaba cómo el seguimiento informativo de Egipto y Libia ha caído drásticamente desde los primeros meses de 2011. Otros países en conflicto abierto, entre los que se incluyen Siria, Yemen o Bahréin, ni siquiera han recibido una atención informativa destacable. Mucha menos atención informativa se ha otorgado a los cambios más sutiles de países como Jordania o Arabia Saudí.
Estos datos reflejan la falta de interés de los medios por cubrir la realidad del mundo árabe y sus ciudadanos. De hecho, el pico informativo aplicable a Siria en febrero de este año tiene que ver con la muerte de dos periodistas extranjeros, estadounidense Marie Colvin y el fotógrafo francés Rémi Ochlik, mientras cubrían el conflicto. Se da la paradoja de que su muerte acaparó más atención que la de centenares de civiles sirios. Otro ejemplo similar es Bahréin, donde la mínima cobertura mediática que está recibiendo la revuelta se ha quebrado parcialmente este fin de semana debido a la disputa del Grand Prix de Fórmula Uno.
Los sucesos en Túnez y, sobre todo, en Egipto, fueron capaces de colocar al mundo árabe en el centro informativo mundial agitando la visión orientalista sobre la región. Por ello resulta tan frustrante la constatación de esta falta de continuidad en la cobertura informativa de unos procesos que, como demuestra el caso de Egipto, llevarán tiempo, y que son muy complejos desde un punto de vista político, geográfico, histórico e ideológico. La falta de un seguimiento informativo está dando como resultado una construcción poco rigurosa y estereotipada de la realidad árabe, al tiempo que no es capaz de dotar al lector extranjero de herramientas de juicio crítico en los procesos de transformación de la región.