Los grandes medios de EEUU están en la picota por haber tomado parte en las intrigas del gobierno de George Bush para desacreditar al ex embajador Joseph Wilson, un crítico de la invasión a Irak, revelando la condición de agente CIA de su cónyuge Valerie Plame, mientras la cadena de noticias CNN convierte al periodismo […]
Los grandes medios de EEUU están en la picota por haber tomado parte en las intrigas del gobierno de George Bush para desacreditar al ex embajador Joseph Wilson, un crítico de la invasión a Irak, revelando la condición de agente CIA de su cónyuge Valerie Plame, mientras la cadena de noticias CNN convierte al periodismo en propaganda, sin transición.
No es la intriga contra Wilson lo que inquieta a la justicia de EEUU, sino que se haya develado la condición encubierta de Plame, en un país donde ‘quemar’ agentes secretos es un grave delito. Por otra parte, CNN ofreció un reportaje corporativo salido de la gerencia de asuntos públicos de la Barrick Gold para difundir las bondades del proyecto aurífero Pascua Lama en territorio cordillerano chileno-argentino, mientras Lucía Newman entregaba «en vivo» desde La Habana nuevas facetas de la maldad sin límites de Fidel Castro y su gobierno. Pero el plato de fondo, con el que abrió el noticiario, fue un reportaje del Pentágono sobre supuestas virtudes de la invasión a Irak, presentada como una cruzada estadounidense de civilización para llevar orden a un país cuyo problema no es la invasión sino la falta de entendimiento entre los iraqueses.
Dificultades de la prensa
El affaire Valerie Plame dejó desempleados a dos involucrados, Judith Miller, ex periodista estrella del New York Times, y Lewis ‘Scooter’ Libby, ex colaborador de George Bush en la Casa Blanca y ex jefe de personal del vicepresidente Dean Cheney. La estrategia de la defensa de Libby pretende que las empresas de noticias entreguen documentos probatorios de que conocían por su cuenta la condición CIA de Plame antes que su identidad fuera revelada públicamente.
Libby fue quien soltó la ‘noticia’ que desenmascaró a Plame, pero su defensa está tratando de invertir el flujo de la información, o sea, que Libby se enteró por la prensa. El fondo del asunto fue el mal cálculo de revelar los vínculos CIA del ex diplomático Wilson, aunque fuera una conexión ‘nupcial’, para desacreditarlo en venganza por haber criticado la invasión y no haber tomado parte en la mentira de las armas de destrucción masiva de Irak.
Wilson concluyó que esas armas no existían como resultado de una investigación que le encargara el mismo gobierno, pero con el propósito contrario. Bush se echó al bolsillo el informe Wilson para mantener la ficción que usó para justificar la invasión ante la alicaída ONU y la opinión pública local y mundial.
Los abogados defensores de Libby citaron a la corte a los representantes legales del New York Times, de la revista Time y a otros tres periodistas, entre quienes se encuentran Tim Russert, de NBC News, y a la Miller, quien fue parte de la intriga pero no publicó nada en el NYT, del que fue despedida en noviembre de 2005.
Miller, quien cultivó la propaganda de guerra y utilizó al NYT para publicar entrevistas a falsos científicos iraqueses que ‘construyeron’ armas de mortandad masiva, adquirió ribetes de heroína del periodismo y de la protección de las fuentes cuando estuvo encarcelada, desde el 6 de julio hasta el 29 de septiembre de 2005, hasta que finalmente entregó a Libby como su fuente informativa.
Invasión bondadosa
CNN ya no hace periodismo sino propaganda. La glamorosa Patricia Janiot abrió el noticiario Panorama Mundial del viernes 17 de marzo con un reportaje de Nic Robertson, sobre la operación ‘Enjambre’, descrita como una ofensiva ‘conjunta’ estadounidense-iraquesa contra los rebeldes del noroeste de Samarra. El reportaje fue propaganda de guerra directa y al hueso, como si la cadena respondiera directamente al Pentágono.
Robertson, periodista incrustado en las fuerzas del Pentágono, presentó el mayor ataque aéreo en tres años de invasión como una operación ‘terrestre’ en que los estadounidenses se quedaron en la retaguardia para que el trabajo sucio lo hiciera el nuevo ejército de Irak armado por los invasores. O sea, los espectadores de la cadena mundial de noticias deben entender que la guerra de Irak es un conflicto armado de iraqueses contra iraqueses, donde los gringos sólo son observadores casi neutrales que contemplan con una sonrisa virtuosa cómo los nativos se maten entre ellos, sin tomar parte.
Robertson mostró cómo la gente más pobre de Irak expresa su «alegría» ante el rol humanitario de los estadounidenses armados que describió como miembros de una fuerza de paz conjunta. Mostrando la nueva impronta de turista de los soldados invasores, el reportero incrustado se esforzó en presentar unas mujeres tratando de sonreír, pero sin dientes y sin entusiasmo que mostrar, mientras permanecían acurrucadas y asustadas junto a sus chozas semi derruidas. Unos cuantos niños sucios intentaban agarrar alguna dádiva de los soldados norteamericanos en una conmovedora pintura de iraqueses felices y ‘agradecidos’ de la amable presencia estadounidense. Todo el mundo aparecía contento.
Aunque la conductora Janiot es colombiana hizo lo que pudo por darle más color al comportamiento de ‘nuestras tropas en Irak’, en la óptica propagandística que el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, quisiera imponer a todos los medios de comunicación del mundo. Hasta ese instante todo lo que se sabía de ‘Ejambre’ era un comunicado oficial del Ejército que habló del despliegue de 1.500 soldados y 50 aviones en un ‘área donde se sospecha que opera la insurgencia’. Nadie informará sobre las mujeres y niños muertos por el «fuego amigo» del bombardeo masivo, pero esos detalles de cerca de 200.00 las víctimas civiles no son relevantes para CNN ni para la gran prensa de EEUU, como tampoco interesan los 2.313 estadounidenses muertos y los cerca de 10.000 lisiados para el resto de sus días.
Más «productos» CNN
La corresponsal bonaerense de CNN, Carolina Cayyazo, hizo su propio show, ataviada con casco y tenida minera, para demostrar las virtudes del proyecto Pascua Lama de la transnacional canadiense Barrick Gold, un negocio que se propone destruir los glaciares para sacar oro de la cordillera de Los Andes. La explotación comenzó a instalarse en el país virtual creado por un tratado minero chileno argentino concebido a fines de la década anterior por los abogados de Barrick y suscrito por los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei Ruiz Tagle. La tardanza en ponerlo en marcha se debió al bajo precio del oro en los últimos cinco años.
El proyecto en Chile fue autorizado por la Comisión Nacional del Medio Ambiente en los últimos minutos del gobierno de Ricardo Lagos, partidario acérrimo de la entrega de los recursos naturales al capital foráneo so pretexto de favorecer el flujo de la inversión extranjera, pero todavía está en entredicho porque la Barrick ocultó que destruiría los glaciares, truco que también repitió en Argentina, un detalle que CNN soslayó en su informe.
La tercera noticia de fondo fue la ardorosa defensa de Lucía Newman de un tal Guillermo Fariña de Cuba, un sujeto que enviaba «informes periodísticos» a Miami pero que está en dificultades porque ya no tiene acceso a Internet y tampoco puede cobrar en la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana. No tiene dinero para ir «a despachar» a un cyber café.
Newman mostró material de archivo con Fidel Castro diciendo que pronto en Cuba habrá Internet para todo el mundo, en especial para los niños, pero, claro, menos para el pobre Fariña. Todo esto se explica porque el perverso Fidel no permite la libertad de expresión ni le da entrada al país a las empresas de diarios SIP. Un montaje como para llorar, no por Fariña sino por la defunción del periodismo que antaño ofreció CNN.