La SER, la COPE y RNE, eso es lo que tenemos a nivel estatal en el panorama radiofónico español. Sumemos la Onda Cero de Planeta y ya están todas pero en onda media -la de toda la vida- el triunvirato está claro. Por las mañanas, a primera hora, suelo ir de una a otra, entre […]
La SER, la COPE y RNE, eso es lo que tenemos a nivel estatal en el panorama radiofónico español. Sumemos la Onda Cero de Planeta y ya están todas pero en onda media -la de toda la vida- el triunvirato está claro. Por las mañanas, a primera hora, suelo ir de una a otra, entre sus tres «predicadores», Pepa Bueno, Carlos Herrera y Alfredo Menéndez.
En lo que se refiere a información gana de calle Radio Nacional, no es cierto que tenga ese sesgo descaradamente pro PP, ramalazos sí, pero no la carga doctrinaria con que nos obsequian Pepa Bueno a favor de la socialdemocracia conservadora y Carlos Herrera apoyando una doctrina extraña que pretende sintetizar los valores del catolicismo con los del llamado liberalismo (que no es liberalismo, es interés de preservar) y el resultado final es sencillamente una emisora al servicio de los segmentos hegemónicos más ancestrales que se lo han montado de lujo: están seguros de que no sólo pasarán por el ojo de una aguja sino que entrarán en el cielo mientras Herbert Von Karajan dirige la Orquesta Sinfónica Celestial que entona el Aleluya de Haendel.
Parece que al personal le va la marcha de escuchar no aquello que pasa sino aquello que quiere escuchar. Y le va la «sangre», por eso el periodismo más cercano a lo que es el periodismo -que representa RNE sin ser nada del otro mundo- acaba perdiendo siempre la primera cuota de audiencia. La gana la SER -según los datos de un polémico EGM- a pesar de que, al igual que la COPE, suele ser una mera plataforma de publicidad donde reina el frenesí en la locución para meter con calzador todo lo posible antes de que llegue el toro de la publicidad. La dicción publicitaria es más pausada, toda la información periodística queda a su disposición y bajo el yugo implacable de lo comercial, por muy negativa que pueda ser RNE (a favor del PSOE o del PP) hay un dato claro: mientras las otras dos nos aplastan con cuñas publicitarias, en ese mismo tiempo RNE está ofreciendo información, mala, regular o buena, eso es ya otro cantar, pero información. Y, en mi opinión, no es tan tergiversada a favor del PP como dicen, es lo menos malo que tenemos si hablamos de radio, claro está. El informativo de tarde con Miguel Ángel Domínguez es de una calidad incuestionable a la vista de lo que hay.
En la etapa ZP, Juan Ramón Lucas, en RNE, arrimaba mucho el ascua a la sardina del PSOE, ahora Alfredo Menéndez o lo hace mucho menos a la del PP o nos cuela muy bien el papel que le puedan haber encomendado y haría falta una investigación académica para descubrirlo. «Mientras otros opinan nosotros informamos», afirma Menéndez, opinando también pero lanzando un certero dardo a los dos predicadores citados, la señora Bueno y el señor Herrera. Es cierto, la información es algo muy serio como para dejarla en manos del sector privado y además sin legislar para proteger al receptor en lugar de dejarlo a merced de múltiples intereses que ni se imagina.
Eso sí, todos coinciden en varios temas. Uno, los catalanes independentistas son malos, eso de independizarse llevará a esa zona de España al llanto y rechinar de dientes. Para mí, independizarse es una chorrada de Mas y una bandera donde refugiar todos los encabronamientos interiores. Franco le echaba la culpa de todo a la conjura masónica-marxista y estos del independentismo a España pero si Cataluña se independizara ocurriría que, primero, sus habitantes lo pasarían mal pero, a largo plazo, serían una nación más de la UE lo que ocurre es que el personal ahora, como se ha creído que vive en democracia, piensa que las cosas importantes y sustanciales se logran sin sangre, sin sudor y sin lágrimas (se lo creyó Tsipras y reculó).
En otros dos temas en los que está de acuerdo el triunvirato radiofónico es en decir que España va bien aunque la SER, como tiene que jugar ahora a progre, le añada matices. Y España no va bien, son simples números que celebran que aumenta el turismo, la venta de coches y de casas, o sea, nada que pueda empezar a solucionar el fondo del problema de España, nada que nos distinga radicalmente del franquismo. Por último, unanimidad en ensañarse con Maduro y con Venezuela, ahí hay libertad absoluta. El triunvirato obedece ciegamente los dictados de sus dueños que son, en última instancia, los mercaderes opulentos, sus políticos y la línea oficial propagandística que marca la Casa Blanca.
Y eso es lo que, básicamente, tenemos en la radio doctrinaria española, a eso lo llaman periodismo. No lo es, se acerca RNE pero está lejos aún. Que conste que eso no es periodismo, es propaganda, lo digo para que no piensen mal de los honrados periodistas que trabajan dentro de esa maraña de intereses y que no pueden hablar de estos asuntos porque los echarían a la calle. Hablan los de arriba que ya tienen el favor de las empresas y acuden de vez en cuando a la universidad a vendernos la moto. Los de abajo, que son mayoría, callan para poder comer y además muchos de ellos para comer mal. Las organizaciones profesionales de periodistas a nivel nacional e internacional denuncian una y otra vez esta situación pero, paradójicamente, apenas pueden promover en sus medios algo que es gravísimo y que le hace muchísimo daño a la democracia y vulnera claramente las constituciones porque el asunto no es exclusivo de España, por desgracia. El periodismo está herido, como diría el profesor José Manuel de Pablos. Desde que él lo dijo la herida se ha ido infectando más y más.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.