Mi entrevistado José Ignacio López Vigil, un hombre de la radio y la comunicación social en Latinoamérica ha dicho en más de una ocasión: «La responsabilidad social de los medios es ser espacios donde se construyan los nuevos valores ciudadanos.» Con esta máxima abordé al destacado profesional, maestro de radialistas en América y el mundo […]
Mi entrevistado José Ignacio López Vigil, un hombre de la radio y la comunicación social en Latinoamérica ha dicho en más de una ocasión: «La responsabilidad social de los medios es ser espacios donde se construyan los nuevos valores ciudadanos.»
Con esta máxima abordé al destacado profesional, maestro de radialistas en América y el mundo en un intercambio de preguntas y respuestas a través del correo electrónico gracias a las nuevas tecnologías. López Vigil es fundador de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMAR) que este año cumple su aniversario veinticinco. http://www.amarc.org
P ¿Qué impresiones recuerda de la fundación de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias al cumplirse 25 años?
LV: Yo estaba en Managua en 1988 cuando se realizó la tercera Asamblea Mundial de AMARC. Ahí fue que conocí a AMARC. Era una sensación nueva y grata porque intercambiabas con radialistas de todo el mundo. Hasta de Alaska vinieron esa vez. De Australia, de África, de todas partes. A pesar de las lenguas diferentes, había una gran comunicación. AMARC se había fundado en 1983 y todavía estaban frescos y entusiastas los ideales de aquel inicio. Ahora ya son 25 años. Ya es adultez. Confío en que el primer amor, lejos de haberse perdido, haya madurado.
P: ¿Qué fortalezas y debilidades presentan las Radios Comunitarias al arribar al primer cuarto de siglo?
LV: Lo que pasa es que decir «radios comunitarias» es ambiguo porque son realidades muy distintas en continentes como África a las radios canadienses que dieron origen a la articulación del movimiento. En América Latina los nombres han cambiado mucho: radios educativas, populares, participativas, comunitarias… Ahora se emplea mucho el concepto de radios ciudadanas.
Las fortalezas son la juventud que sostiene a muchas experiencias. Fortaleza es también que se ha avanzado en el concepto de radio comunitaria (al menos en América Latina) superando «purismos» (como que en una radio comunitaria no se pueden pasar anuncios comerciales o que no se puede tocar música moderna). Fortaleza es también el trabajo en red que muchas están haciendo.
Creo que la mayor debilidad hoy no es, como se suele decir, el problema económico y de sustentabilidad, sino la desorientación «política» de muchas de estas experiencias. El mundo cambió. Cuando tenían las respuestas, les cambiaron las preguntas.
P: AMARC reúne más de 3500 miembros repartidos en 118 países ¿Qué actividades de bien público y de mejoramiento humano promueve hoy la radio a nivel mundial?
LV: Bueno, la radio, en especial la latinoamericana, ha servido como intercomunicador de grandes zonas de silencio, de teléfono al aire libre, de escuela sin paredes, de sindicato sin tribuna. Nuestras radios han hecho lo más importante: devolver al pueblo silenciado durante tanto tiempo la palabra robada. Nada humaniza más que la palabra. Y nada ciudadaniza mejor que la palabra pública. Y las radios comunitarias han dado la voz a mayorías silenciadas.
P: Según su experiencia ¿Cómo la radio en Latinoamérica pudiera fortalecer la incidencia social del medio en la lucha contra la pobreza y la injusticia?
LV: En la medida en que la gente habla, reclama sus derechos, protesta, opina…se fortalece lo que hoy es más urgente en América Latina, la democracia participativa. De «representantes» estamos ya bastante saturados. Necesitamos que el pueblo ejerza su ciudadanía a través de medios con responsabilidad social. En la lucha contra la pobreza, lo más importante es que las pobres y los pobres asumen su indispensable protagonismo. Y para eso, el camino más directo es la «intermediación social» que puede lograrse a través de la radio.
P: ¿Qué valoraciones UD puede ofrecer a la discusión si la radio es arte o no?
LV: En la palabra radialista se encuentra todas las letras de la palabra «artista». Porque la buena radio es arte, claro. Y un arte delicado porque trabaja con un sentido (el oído) que es caprichoso, que se aburre pronto, que no tolera las palabras rebuscadas ni las sofisticaciones ni las tonteras. El oído es muy exigente y nos obliga a ser artistas de la palabra.
P: En uno de los capítulos de su libro «Manual urgente para radialistas apasionados» UD revelaba la cantidad de radio receptores por habitantes que existían en algunos países de América ¿pudiera actualizar esos datos?
LV: No puedo actualizarlos porque, hasta dónde sé, no se cuenta con estadísticas fidedignas. CIESPAL, por ejemplo, no las tiene. Lo que sí sabemos es que siguen y siguen aumentando las radios, especialmente en FM. Y radio ilegales, no porque sean piratas, sino porque no les dan las licencias a las que tienen derecho.
P: ¿Sigue siendo un defensor de la radio interactiva?
LV: Por supuesto. No es pensable una radio que no sea participativa, interactiva. La radio es comunicación. Y la comunicación, si no es de doble vía, no es. La moda actual de buscar un software para que automatice la programación es matar a la radio. Convertirla en un equipo de sonido al viento. La gracia de la radio está en la interacción con un público que más que público es interlocutor.
P: He visto en la Internet varias agrupaciones que se denominan «Capítulos en defensa de la humanidad» ¿Puede la radio comunitaria asumir uno de estos capítulos?
LV: No conozco estos capítulos. Pero una radio sensible a la injusticia que padecemos en la humanidad tiene que asumir su papel. La radio no es espectadora, sino actora. Como tal, tiene que participar en la construcción de un mundo donde a nadie le sobre y a nadie le falte.
P: ¿Qué significan las nuevas tecnologías para la radio y como pueden contribuir a un desarrollo local sostenido?
LV: Hablar de la revolución digital sería no acabar nunca. Asistimos a la mayor transformación tecnológica nunca vista por la humanidad. No se compara a nada anterior. Para la radio es una oportunidad maravillosa para repensarse de forma «multimedial».
Las nuevas tecnologías significan la posibilidad real (nunca antes ni sospechada) de construir una verdadera sociedad del conocimiento. El Internet es un cerebro colectivo. Confiemos en que USA nunca logre lo que desea, que es privatizar el Internet.
P: ¿Hábleme de la Radioteca? (http://www.radioteca.net/quienes.php)
LV: La radioteca es un portal libre de intercambio de audios. Vamos bien, tanto por la cantidad de audios subidos como por la gran cantidad de audios que están bajando los radialistas de lengua latina especialmente.
Se decía que a las radios sólo les interesaban las noticias. Noticias y más noticias. Esto es falso. El mejor argumento es el uso que están dando a la Radioteca.
En la Radioteca buscamos programas con perspectiva ciudadana y con vigencia. Y nos están llegando tantos que no damos a basto para digitalizarlos y subirlos.
P: ¿Pudiera contarnos algunos de sus actuales proyectos y sueños futuros?
LV: Un sueño que acabo de concluir es la producción de la serie (100 capítulos) titulada Otro Dios es Posible. Es una serie «herética». La ficción literaria es la segunda venida de Jesucristo a la tierra para conocer qué han dicho y hecho en su ausencia y en su nombre.
El otro sueño en que ando empeñado es potenciar tanto Radialistas como Radioteca y lograr que estos portales crezcan y sirvan cada vez más a los radialistas, especialmente de nuestra Patria Grande.
P: ¿Se imagina a José Martí en la era de la Internet y las computadoras?
LV: Martí hubiera disfrutado estas enormes posibilidades. Las hubiera aprovechado al máximo. Todo buen revolucionario se maravilla antes el «poder ciudadano» que se puede construir desde estas tecnologías. Pero somos tímidos, somos miopes. Martí, con sus luces largas, se hubiera empleado a fondo para optimizar el uso del Internet.