MUZAFFARABAD, Pakistán, dic (IPS) – El terremoto que el 8 de octubre devastó el norte de Pakistán dejó a los sobrevivientes necesitados de una va de comunicación, tan esencial como los alimentos y el agua. En Cachemira, una radio asumió la responsabilidad de devolverlos a la vida normal. Mohammad Bilal estaba produciendo programas sobre educación […]
MUZAFFARABAD, Pakistán, dic (IPS) – El terremoto que el 8 de octubre devastó el norte de Pakistán dejó a los sobrevivientes necesitados de una va de comunicación, tan esencial como los alimentos y el agua. En Cachemira, una radio asumió la responsabilidad de devolverlos a la vida normal.
Mohammad Bilal estaba produciendo programas sobre educación y entretenimiento para jóvenes en la Corporación de Radiodifusión de Pakistán (PBC por sus siglas en inglés) en la ciudad de Peshawar, próxima a la frontera con Afganistán, cuando repentinamente se vio empujado hacia las profundidades.
«Me ofrecí como voluntario para venir a la radio de Azad Jammu y Cachemira (AJK son sus siglas en inglés), en (la septentrional ciudad de) Muzaffarabad, y ayudar a infundirle vida nuevamente, pero no tenía idea de lo que eso implicaba», cuenta Bilal, sentado en un cómodo sofá rescatado de los escombros, en su oficina improvisada en una tienda de campaña dispuesta en el patio de la radio.
Todo lo que este joven de 25 años saba era que se lo requería para ayudar a las víctimas en lo que pudiera.
El 8 de octubre, día en que un terremoto de 7,6 grados en la escala de Richter golpeó a este hermoso valle de la región himalaya de las divisiones de Cachemira y Hazara, no sólo se cobró una cantidad sin precedentes de vidas humanas (más de 80.000), dejando a más de tres millones de sobrevivientes sin hogar.
También destruyó el incipiente sistema de medios y comunicaciones. Las líneas telefónicas se interrumpieron y los servicios de telefonía celular sucumbieron sin esperanzas de ser restablecidos inmediatamente. Cachemira quedó incomunicada.
Los periódicos no se imprimieron, dado que los periodistas estaban muertos o lastimados, ocupados cuidando a sus familias heridas o enterrando a los fallecidos. No hubo manera de publicar las noticias locales que las personas tanto necesitaban oír.
Las estaciones de radio y televisión colapsaron, igual que decenas de otros edificios a su alrededor.
El gerente general de AJK Televisión, Ejaz Ahmed Niazi, estaba en Islamabad y se trasladó apresuradamente a Muzaffarabad.
«Fui incapaz de ingresar a la ciudad por automóvil debido a los deslizamientos de tierra. Así que empecé a caminar. A medio kilómetro fui informado de que la estación de televisión había sido destruida. Mi corazón se hundió y me sentí como un padre cuando muere su hijo. Una parte de m murió», dijo Niazi, quien inició el canal en 2004.
AJK-TV estuvo fuera del aire por casi tres semanas, para volver a emitir el 3 de noviembre, también desde una tienda en el patio del canal. «Utilizamos un autobús como centro de transmisiones y sala de control, y una tienda como nuestra sala de edición», dijo Niazi.
Veintiséis de los 70 empleados de la radio perdieron la vida en el terremoto, y cuatro estudios sufrieron enormes destrozos.
Pronto Bilal estaba realizando entrevistas en vivo con figuras como el primer ministro, el presidente de AJK y el jefe de inteligencia de la región, o hablando con presidentes de organizaciones no gubernamentales (ONG) locales e internacionales que inundaron el área. «Esto todavía es nuevo y estoy aprendiendo», señaló humildemente.
«Él ha sobrevivido y se las ha arreglado espléndidamente», agregó Sardar Ali, el director en funciones de la estación radial. Con aproximadamente 34 años de servicio a sus espaldas, Ali fue vicecontrolador en la PBC en Islamabad y estaba de vacaciones cuando ocurrió el terremoto. Fue llamado a reportarse a su nuevo cargo el 22 de octubre y estará allí por tiempo indeterminado.
Eso le ocurrió tambin a Tahir Chughtai, habitante de la zona que planeaba reportarse a la oficina central en Islamabad pero decidió quedarse y trabajar en Muzaffarabad. Dos de sus hermanas resultaron seriamente heridas y todava están en el hospital.
«A menudo me pregunto si el temblor de nuestra voz se debe a la emoción de estar aquí y trabajar en semejantes condiciones, o al frío», dijo Chughtai, en una diminuta cabina prefabricada que funciona como estudio y sala de transmisión.
El lugar apenas puede albergar a tres personas y a los inmanejables aparatos necesarios para emitir los programas. El único micrófono existente pasa continuamente de un locutor a otro.
Lejos de estar a salvo de sonidos exteriores, las transmisiones en vivo son intercaladas con el ruido de los helicópteros. «Si no son los helicópteros, siempre hay un zumbido constante del transmisor para brindarnos música de fondo», relató Chughtai.
Niazi no está satisfecho con la cobertura del terremoto realizada por los varios canales privados de televisión. «Hubo menos noticias e información y más sensacionalismo y acoso», dijo.
«Los medios de afuera no conocían la realidad local; también fueron bastante insensibles a lo que estaban atravesando las personas», agregó.
Por otro lado, dijo que quedó más que satisfecho con la cobertura de la propia AJK sobre lo ocurrido con posterioridad al terremoto.
Recordó como pudieron informar pese a que tuvieron 90 por ciento del personal de la zona ausente o con un estado de ánimo que no era el más apropiado para desempeñar sus tareas. «Y ahora estamos tratando de hacer que la gente salga de su depresión. Son fuertes y sobrevivirán a esto, al invierno y a todo», sostuvo.
No hay estaciones de radio o canales de televisión privados en esta zona. En 2002, la Autoridad Reguladora de los Medios Electrónicos de Pakistán llamó a operadores privados para que presentaran ofertas, pero excluyó a Cachemira y a las áreas septentrionales, donde el conflicto con India en torno a ese disputado territorio ha dominado la vida por muchos años.
Las autoridades flexibilizaron la posición este año y extendieron la posibilidad de presentar postulaciones a esta región. Más de 20 ofertas fueron recibidas entonces, pero luego el terremoto se desató y el proceso se detuvo.
Sin medios de transmitir información a las víctimas del terremoto, 11 radios independientes de frecuencia modulada (FM) en Pakistán se unieron para formar la Asociación de Radios Independientes (AIR).
Esa asociación solicitó a la Unidad Reguladora que otorgara licencias para emisión radial temporales y de emergencia en esas áreas, lo que se hizo por un periodo limitado.
«La radio AJK permaneció en silencio por 12 días después del terremoto. Luego comenzó a transmitir programas desde Islamabad, dado que la potente unidad de transmisión de la radio había colapsado», precisó.
«Nosotros continuamos emitiendo informativos en los cuatro idiomas –urdu, pahari, gojri y cashmiri– y esto continuó hasta el 23 de octubre», explicó Ali. Ese día abrieron su transmisión con un programa de una hora de duración llamado «Línea de ayuda 4309».
«El primer día recibimos 25 llamadas solicitando tiendas, raciones alimentarias y agua, así como para difundir los nombres de las personas desaparecidas. Comenzamos a mantener un registro y establecimos contactos con las ONG que estaban trabajando allí, con el gobierno y con varias agencias de ayuda, e incluso con el ejército», dijo Chughtai.
Al día siguiente, el programa se extendió a dos horas y la radio fue inundada con alrededor de 100 llamadas.
«Las personas estaban desesperadas por comunicarse. Para nosotros fue muy satisfactorio ser capaces de despejar sus miedos, asistirlos diciéndoles dónde y cuándo serían distribuidos alimentos, agua y otros suministros, repetir los anuncios de personas desaparecidas o reunir a familias y ayudarlas a mantenerse en contacto con las agencias responsables», contó.
«También ayudamos a difundir mensajes relativos a temas como la salud y la higiene, el agua y el saneamiento, rehabilitación, etcétera», agregó Chughtai.
Desde el 25 de octubre, la línea de ayuda ha estado transmitiendo 14 horas al día de continuo.
Como Niazi, también Ali está muy satisfecho de cómo están funcionando las cosas en su emisora, a la que describe como una mezcla de radio comunitaria y FM.
«Como es interactiva, con una comunicación de uno a uno, el tono es más personal. Da a los escuchas el sentimiento de que estamos con ellos en sus momentos de dolor y pena. Esta no es la clase de tono que uno encuentra en las estaciones que transmiten en amplitud modulada (AM)», afirmó.
Ali también pudo persuadir a una agencia internacional de ayuda para que distribuyera 1.000 receptores de radio a las víctimas del terremoto. «Se donan tantas cosas, algunas sin utilidad, y estos transistores que cuestan menos de cinco dólares dan a estas personas un medio para permanecer conectadas», opinó.
«No hay una sola persona en esta estación que no tenga una historia de tragedia personal para narrar. Los empleados han comenzado a regresar y pienso que bajo las (actuales) circunstancias, si todavía pueden venir y trabajar, no sólo ser terapéutico para ellos sino realmente encomiable de su parte», agregó Ali con tristeza.
Mientras la línea de ayuda continúa, la radio también comenzó a transmitir más programas, que «son sobre mujeres, óvenes, un poco de música liviana. Las personas tienen que volver a su vida normal y pienso que esta es la mejor manera en que las podemos ayudar», manifestó Ali.