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Pakistán

La solidaridad internacional no llega y los medios de comunicación se contradicen

Fuentes: Tercera Información

En el sexto país más poblado del planeta está teniendo lugar el mayor desastre de las últimás décadas, y, aunque la ayuda esté llegando ahora, pasado un mes desde que comenzaran las inundaciones, la emergencia continúa empeorando, con los caudales de ríos desbordados que se dirigen hacia el sur, nuevas zonas inundadas y nuevos desplazamientos […]

En el sexto país más poblado del planeta está teniendo lugar el mayor desastre de las últimás décadas, y, aunque la ayuda esté llegando ahora, pasado un mes desde que comenzaran las inundaciones, la emergencia continúa empeorando, con los caudales de ríos desbordados que se dirigen hacia el sur, nuevas zonas inundadas y nuevos desplazamientos masivos. Las necesidades de urgencia continúan sobrepasando la capacidad de respuesta de las agencias humanitarias y de las autoridades y se prevé el riesgo de que la comunidad internacional no llegue (por negligencia) a abarcar tal escala de emergencia.

Tras la visita del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, a la zonas afectadas, («nunca había visto nada como esto», decía) las donaciones parece que están aumentando levemente. Sin embargo la mayoría de los Estados no está tomando la iniciativa (salvo Japón, casi exclusivamente).

Por fin, a un mes del desastre, desde España, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) anunció hoy una nueva aportación de 2.500.000 euros dirigida a la emergencia humanitaria causada por las inundaciones en Pakistán. Cruz Roja, no obstante, con más lentitud aún, enviará mañana a un primer delegado para apoyar las operaciones de socorro en Pakistán con la prioridad de restablecer el suministro de agua potable.

En Baluchistán, donde ACNUR coordina los esfuerzos de ayuda humanitaria, el número de víctimas de la inundación se ha duplicado durante el último fin de semana, con personas huyendo de la ciudad de Jacobadad, situada en el sur de la provincia de Sindh, hacia los ditritos de Sibi, Nasirabad y Quetta. Baluchistán, una de las provincias más pobres y remotas del país, fue la primera en ser azotada por las inundaciones el pasado 22 de julio (precisamente, el Día Mundial Contra Coca-Cola, empresa que realiza amenazas de muerte en las fábricas de Pakistán). En estos momentos, Baluchistán está lidiando con el desplazamiento de más de medio millón de personas.

En el día de hoy, ACNUR está enviando por vía aérea 32 toneladas adicionales de lonas plásticas, jabón y mosquiteras a Quetta a bordo de dos aviones Hércules C130 del gobierno de Pakistán. Ayer, se enviaron 64 toneladas de tiendas de campaña, lonas plásticas y otros suministros desde nuestro depósito en Peshawar. Estas provisiones tienen el objetivo de ayudar a cubrir las necesidades del altísimo número de víctimas de las inundaciones que se encuentran acampando en los laterales de las carreteras o que han buscado de refugio en las escuelas, estadios y otros establecimientos públicos.

Pero existe un gran reto logístico para hacer llegar la ayuda lo más rápido posible a fin de paliar esta crisis persistente, y la ayuda es insuficiente. Los damnificados aún necesitan todo tipo de ayuda: refugio, alimentos, agua potable y sistemas de salud e higiene. ACNUR demanda que «sus provisiones se están agotando y que necesitan más envíos aéreos y más fondos para cubrir las necesidades».

En muchas partes de la provincia de Khyber Pakhtunkwa, al noroeste del país, ha descendido el nivel de las aguas revelando la magnitud real de la devastación, pero a la vez y por suerte, permitiendo definitivamente poder acceder a las comunidades: otra cosa es que se haga con un verdadero apoyo internacional.

La Agencia de la ONU para los Refugiados cuenta con tres puntos de distribución de material de cobijo en los distritos de Charsadda, Peshawar, y Nowshera. También se han incrementado los equipos de verificación y evaluación de necesidades en las aldeas de pakistaníes y en los asentamientos de refugiados afganos para asegurarse de que la asistencia llegue a las personas más afectadas.

Las últimas estimaciones elevan el número de las viviendas destruidas o seriamente dañadas a unas 893.000, lo que significa que el tema de alojamiento continuará siendo una de las prioridades clave en esta emergencia en los próximos meses.

UNICEF declaraba que «es el peor desastre natural que se recuerda», y calcula que 6 millones de niños se han visto afectados por las inundaciones y unos 2,7 millones de ellos necesita ayuda inmediata, para salvar vidas. Sun embargo su ayuda no llegó hasta el pasado 12 de agosto. UNICEF delimita claramente la primera oleada de víctimas durante el desastre, y anuncia que el mundo está a tiempo de evitar una segunda oleada mucho más grave.

El Banco Mundial generará una mayor deuda en Pakistán, ya que resultará difícil o imposible negarse a su fórmula solidaridad+deuda, que ya en 2005 fue de 2005 40 mil millones de dólares estadounidenses, y ahora, el «préstamo» alcanza los 900 millones de dólares (700 millones de euros). Algo que La Vanguardia ha titulado frívolamente como «donación», y subtitulado como «crédito». el BM tampoco ha detallado cómo se utilizará este dinero para ayudar a la población.

El País citaba a la ONU afirmando la existencia de algunas decenas de afectados por cólera. Sin embargo, Público señalaba la posibilidad (también con la ONU como fuente) de que 140.000 personas estaban en riesgo de sufrir cólera o malaria. Pero la ONU ha desmentido en varias ocasiones la existencia de brotes de estas enfermedades. Las paradojas informativas demuestran la filtración aleatoria a los medios de comunicación y la inoperancia de los mismos. En cualquier caso, la Organización Mundial de la Salud está distribuyendo kits médicos para prevenir los brotes.

Pero si sumamos el total de las ayudas hasta la fecha de hoy, Pakistán no ha recibido ni una cuarta parte de lo que solicitó con respaldo de Naciones Unidas. Si además, esa ayuda llega, como sucedió en Haití, con intereses, podemos afirmar que Pakistán vive en absoluto caos y sin posibilidades de de celebrar el Ramadán o el 63 años de Independencia.

Pese a ser un país que ha vivido un fuerte desarrollo en los últimos años, y el derecho humano a la vida, el diario El País no dudaba en acusar a su «mala imagen azotada por el terrorismo y por la corrupción de sus líderes», como una de las principales causas de que la ayuda no empiece a llegar antes.

La crisis de gobernabilidad ha azotado efectivamente al país, y aunque pueda tener una reputación de refugio de integristas islámicos, Occidente (EE.UU. y Gran Bretaña, fundamentalmente), apoyó firmemente las dictaduras habidas en el territorio, siempre en nombre de la lucha contra el terrorismo. Pero los pakistaníes son en su ayoría musulmanes moderados, conservadores que cumplen con los rituales de su fe. El Ramadán, además, es visto como una sinrazón por parte de numerosos medios de comunicación.

Los medios de comunicación de EE.UU. consideran a menudo el extremismo en Afganistán y Pakistán como «la guerra de Obama».

La actriz y activista Angelina Jolie simplificó lo sintomático de la acción de los medios de comunicación: «Es difícil para la gente: ven Haití, ven otros sucesos, y están hartos cuando se produce el desastre siguiente». Sin embargo, la ONU afirmó que este desastre supera en gravedad al tsunami de Indonesia en 2004, el más grave de las últimas décadas.

En Birmingham, Reino Unido, el pasado sábado 7 de agosto, un manifestante escandalizado por la inadecuada respuesta del presidente de Pakistán, Asif Ali Zardarial, ante el sufrimiento de su pueblo, le lanzó un zapato. El presidente recibió también abucheos, y la Pakistan Press Foundation informaba de la orden explícita de no emitir las imágenes. Más tarde, activistas armados del Partido Popular de Pakistán atacaron algunas oficinas de medios de comunicación en Karachi y atacaron a su personal, obligando a bloquear sus transmisiones.

Los medios paquistanís también están demandando un uso transparente de la ayuda que va a recibir su gobierno. El próximo 19 de agosto, el ministro de asuntos exteriores pakistaní, Shah Mahmood Qureshi, tiene previsto asistir a una sesión plenaria de las Naciones Unidas sobre las inundaciones en Pakistán, donde se decidirán por fin las políticas internacionales de apoyo.

Fuente original: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article17644