El ejercicio del poder económico y del poder político está siendo cuestionado por todo el orbe. Hay un enorme y creciente número de descontentos con la situación actual que persiste en el mundo que nos tocó vivir: hay hambre, se carece de salud, se emigra buscando mejores formas de vida; la contaminación ambiental está causando […]
El ejercicio del poder económico y del poder político está siendo cuestionado por todo el orbe. Hay un enorme y creciente número de descontentos con la situación actual que persiste en el mundo que nos tocó vivir: hay hambre, se carece de salud, se emigra buscando mejores formas de vida; la contaminación ambiental está causando estragos, la justicia brilla por su ausencia y la manifestación de las ideas se trata de ocultar con represión. Las personas, las familias, los campesinos, los obreros, los estudiantes, las amas de casa, los profesionistas, las organizaciones, los artistas…, ya no aceptan el estado actual de cosas y, como consecuencia se libran batallas de muy diversa índole.
Una de las arenas en las que se batalla con beligerancia y creatividad, es la de la comunicación.
Hay que estar concientes de que los medios de comunicación en nuestro país han excluido al México real de sus pantallas, bocinas y páginas. Lo que vemos en la televisión, lo que escuchamos en la radio, lo que leemos en las revistas de chismes y moda, no tiene que ver con nosotros los mexicanos. Actualmente, casi todo en los medios es espectáculo, todo tiene que ser grandilocuente, glamoroso o sangriento. El número de espectadores atrapados es lo que cuenta, no la calidad o la utilidad de los mensajes. No el servicio al público. Se piensa solamente en la ganancia que los espectadores puedan reportar a los dueños del poder económico y político; ni por equivocación se piensa en el beneficio de los pueblos. Naturalmente hay excepciones, pero son eso, excepciones.
En este contexto y por diversas partes del mundo y de nuestro México, como si se tratara de la planta sagrada del maíz, se han ido sembrando radiodifusoras comunitarias; algunas cuantas han resultado transgénicas y no se sabe aún cuanto daño puedan causar; otras han resultado híbridas y, si al principio sus frutos fueron abundantes, se agotaron rápidamente y cayeron en inercias autocomplacientes; pero muchas otras radiodifusoras comunitarias, consecuencia de la iniciativa y sabiduría locales, han crecido como el maíz criollo y le son de utilidad a los pueblos que se encuentran bajo su sombra y cobertura. Son radiodifusoras sabrosas, nutritivas, que de verdad alimentan, como el maíz, que acompaña a las personas a lo largo de sus vidas.
Otra alternativa en la comunicación comunitaria es la televisión.
En México, son pocas las experiencias en este terreno, por ejemplo, en Guelatao y Tamazulapam, Oaxaca, o en Peto, Yucatán, pero en otras partes de Latinoamérica su desarrollo ha sido extenso y positivo.
Podemos decir que la televisión comunitaria nace como una solución propia que se da en las comunidades para responder a un vacío de comunicación que ahoga las voces locales. Por ello, pienso que la televisión comunitaria debe ajustarse al ritmo de los latidos del corazón de los pueblos.
¿Qué justifica la existencia de la televisión comunitaria? ¿Se necesita alguna justificación?
Los medios de información masivos no atienden las necesidades de comunicación comunitarias, por lo que las comunidades se dotan de sus propios medios: radio, video, prensa, teatro popular, periódico mural, revistas, bocinas, entre otros.
En nuestro país hay experiencia en este terreno, y siendo un observador de estos proyectos, me atrevo a pensar que lo aprendido en la práctica de la radio comunitaria, debe ser lo que inspire el desarrollo de la televisión comunitaria. No se puede negar ni olvidar medio siglo de experiencias que, particularmente en América Latina, han demostrado las bondades de la radio comunitaria: refuerza la identidad, apoya la organización, pone en contacto a los radioescuchas entre ellos mismos, fomenta la participación y la reflexión, proporciona información y entretenimiento con pertinencia cultural.
Aquí debemos hacer una pequeña pausa y hablar del video comunitario. La actividad de video independiente, popular y comunitario, ha sido intensa durante las últimas décadas, a partir de la modernización de los equipos de grabación, y su costo cada vez menor.
El video ha servido para educar, registrar las actividades propias de la comunidad, documentar movimientos sociales, denunciar, recrear la cultura, dar a conocer lo propio, experimentar y mantenerse en comunicación con la familia, como sucede con las videocartas que circulan entre los migrantes. Un caso ejemplar de la producción de video, en Oaxaca, lo encontramos en Ojo de Agua Comunicación. Este tipo de video debe estar presente en la televisión comunitaria pero hay mucho más trabajo que hacer en una estación televisiva, como mantener una infraestructura compleja, una buena organización de las personas y las actividades a desarrollar, definir y cumplir con distintos horarios, armar una programación para todos los días del año, contar con algún estudio o set televisivo para la transmisión diaria. Todo esto además de investigar, escribir guiones, hacer entrevistas, reportajes y producir programas.
La televisión comunitaria, al igual que la radio comunitaria, debe tomar en cuenta algunas condiciones insoslayables, condiciones indispensables para su integración en el marco comunitario. Un estudioso del tema, Alfonso Gumucio-Dagron, nos dice que son indispensables los siguientes elementos.
1. Participación comunitaria
Pensando en los pueblos indígenas de Oaxaca, ninguna estación televisora debe ser impuesta sobre la comunidad, sino que debe ser el resultado de una necesidad sentida, fruto del acuerdo en la asamblea y con el respaldo de las autoridades. Más aún, la comunidad debe ser partícipe en todo el proceso de gestación, instalación y gestión de la televisión comunitaria. Uno de los aspectos que distingue a la televisión comunitaria de la televisión comercial, es esa capacidad de integrar a la comunidad, de convertirse en portavoz de las expresiones auténticas de los habitantes de los pueblos, en busca de cambios sociales y el mejoramiento de las condiciones de vida. Sin esta condición, no puede hablarse de televisión comunitaria.
2. Contenidos locales
La diferencia más visible entre la televisión comercial y la televisión comunitaria son los contenidos locales. Una televisión comunitaria que no produce suficientes programas con contenidos locales, no representa ninguna ventaja sobre la televisión comercial. La función de la televisión comunitaria es ocuparse de los aspectos de salud, educación, medio ambiente, organización social, producción y derechos, entre otros temas que son parte de la vida cotidiana. Es también una responsabilidad de la televisión comunitaria fortalecer y difundir la música local, las fiestas y tradiciones, la producción cultural y artística, la memoria de los ancianos, los juegos de los niños, y otras actividades lúdicas.
3. Tecnología apropiada
Hay que darle su justa dimensión a los asuntos tecnológicos. En este sentido se tiene que contar con el equipo necesario: ni tan barato y frágil que dure poco, ni tan caro y sofisticado que obligue a depender de refacciones caras y personas especializadas. No considerar con la seriedad suficiente este aspecto ha hecho fracasar varios proyectos. Lo apropiado en una televisión comunitaria es una tecnología cuya relación costo-beneficio sea razonable, cuyo manejo esté al alcance de técnicos, y cuya gestión pueda ser asumida por miembros de la comunidad. Debe adquirirse suficiente equipo como para cumplir con los planes de producción, y como para evitar que el equipo permanezca ocioso y sin uso durante largos periodos.
4. Pertinencia cultural y lengua
El gran reto de la televisión comunitaria es desarrollar una propuesta estético-televisiva y cultural que se convierta en uno de los sustentos principales de su legitimidad en el seno de la comunidad, que satisfaga los deseos y expectativas de una audiencia crítica y comprometida con su medio de comunicación. De ésta y sólo de esta manera, el auditorio se va a sentir identificado con la televisora de su comunidad. La televisión comunitaria planta sus raíces en la cultura local, esto no significa la negación de otras culturas, pero sí la afirmación de una identidad propia, identidad que con frecuencia es negada por los medios masivos de alcance nacional. El principal rasgo distintivo de esa pertenencia a la cultura local es el uso y valoración del idioma o idiomas indígenas de la región. El mundo percibido por cada cultura se encuentra aprehendido en el idioma que se habla. Con las palabras se designa todo lo existente en los mundos real e imaginario.
5. Convergencia
La televisión comunitaria no debe verse en soledad, aislada de otras influencias y otros medios. Debe crear alianzas con organismos no gubernamentales, con cooperativas, con proyectos de desarrollo, con escuelas y bibliotecas públicas, con grupos de jóvenes y de mujeres, y con todos los demás actores locales. De igual manera es indispensable que las televisoras comunitarias construyan redes y fortalezcan su contacto con proyectos de comunicación similares. La convergencia con nuevas tecnologías que usan el potencial de difusión de Internet, es otro aspecto que debe tomarse en cuenta. Internet se ha convertido en una fuente de información, pero sobre todo en un instrumento que facilita la constitución de redes virtuales.
Aquí en Oaxaca hay una sensibilidad especial con respecto a los medios de comunicación. Durante la crisis del 2006 nos dimos cuenta del papel que juegan y de lo que son capaces; pueden mostrar la realidad o negarla; pueden mentir descarada y cínicamente o informar con honestidad; pueden incitar a la violencia o trabajar para la paz; pueden amedrentar o animar a la manifestación organizada; pueden ser totalmente intrascendentes o sustentar acciones específicas para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
Debemos recuperar la experiencia social que vivimos en Oaxaca; buscar y exigir espacios o crear nuestros propios medios para expresar lo que pensamos y sentimos con respecto a este mundo que nos tocó vivir.
¿Y la ley? Hagamos lo que esté a nuestro alcance para que los medios comunitarios sean legales, porque legítimos, posibles y reales ya lo son.
Sembremos medios comunitarios para que nos acompañen y alimenten, como el maíz, en todos los aspectos de nuestras vidas. Sembremos medios comunitarios para la libertad de los pueblos indígenas de Oaxaca.