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Cien años después

La teoría de la relatividad en el global-neoliberal y sabiondo

Fuentes: Rebelión

Sabido es que al aplicar la electrodinámica de Maxwell -tal y como se suele entender normalmente hoy día- a cuerpos en movimiento aquella conduce a ciertas asimetrías que no parece ser inherentes a los fenómenos. Piénsese, por ejemplo, en la acción electrodinámica recíproca de un imán y un conductor […] Ejemplos de esta especie, junto […]

Sabido es que al aplicar la electrodinámica de Maxwell -tal y como se suele entender normalmente hoy día- a cuerpos en movimiento aquella conduce a ciertas asimetrías que no parece ser inherentes a los fenómenos. Piénsese, por ejemplo, en la acción electrodinámica recíproca de un imán y un conductor […] Ejemplos de esta especie, junto con los intentos infructuosos de descubrir algún movimiento de la Tierra con relación al «medio lumínico» obligan a sospechar que ni los fenómenos de la electrodinámica ni los de los de la mecánica poseen propiedades que se correspondan con la idea de un reposo absoluto. Indican más bien, como ya ha sido demostrado para magnitudes de primer orden, que las mismas leyes de le electrodinámica y de la óptica son válidas en todas los sistemas de referencia para los que son ciertas las ecuaciones de la mecánica. Elevemos esta conjetura (cuyo contenido llamaremos de ahora en adelante: «Principio de Relatividad») a la categoría de postulado e introduzcamos además otro, cuya incompatibilidad con el primero es solo aparente, a saber: que la luz se propaga siempre en el vacío con una velocidad c independiente del estado de movimiento del cuerpo emisor. Estos dos postulados bastan para obtener una teoría simple y coherente de la electrodinámica de los cuerpos en movimientos basada en la teoría de Maxwell para los cuerpos estacionarios. La introducción de un «éter luminífero» resultará superflua en tanto en cuanto la concepción que aquí vamos a desarrollar no requiere un «espacio absolutamente estacionario» provisto de propiedades especiales, ni necesita asignar un vector velocidad a un unto del espacio vacío en el que tienen lugar los procesos electromagnéticos.

Albert Eistein (1905)

Cualquiera, señala un conocido y reconocido colaborador del global-imperial-antichavista-macrista-felipista-y-sionista, cualquiera decía, medianamente enterado, él parece ser un ejemplo, «sabe que el mundo del siglo XX», sus descubrimientos mas trascendentes, el cambio, afirma, «sobre verdades que parecían inalterables, los misterios del subconsciente, la eterna historia del mundo entre poderosos y débiles y la revolución contra ideas fijas mediante la teoría de la relatividad» (retengan esto último por favor), los protagonizaron «tres hombres de raza judía (no puede ser casual, es el pueblo elegido por la inteligencia y la capacidad de supervivencia, y quiero imaginar que nadie sería más crítico que ellos, que estas mentes geniales, con las impunes barbaridades del sionismo) llamados Freud, Marx y Einstein». Habrá diferentes criterios, prosigue, «sobre quienes alimentaron el alma de tanta gente», pero resulta diáfano en su opinión «que un tal Picasso, literatos asombrosos que exigirían una lista excesiva para una crónica de periódico, pioneros de esa cosa maravillosa llamada cine como Keaton y Chaplin, o músicos que expresaban multitud de sentimientos compartidos con sus composiciones o con esos milagros que pueden crear unas voces», hicieron, ciertamente, «más soportable o ilusionante el siglo del horror», el de las dos guerras mundiales, y algunas barbaries más, «más devastadoras que testifica la historia del universo» [1].

La cosa sigue, pero yo no prosigo. Basta con este paso para el comentario.

Sin negar la buena intencionalidad cultural del fragmento citado, ¿cómo alguien que se dice y se piensa informado puede escribir en diciembre de 2015 de «la revolución contra ideas fijas mediante la teoría de la relatividad»? ¿Una revolución contra idea fijas? ¿En eso consistió la teoría de la relatividad? ¿Esa es su singular seña de identidad? ¿Podemos afirmar sin más una tontería intelectual de ese calibre (¿acaso una broma?) un siglo después de la formulación de la teoría de la relatividad general? ¿Se imaginan que una cosa así hubiera sido publicada en un diario como rebelión? ¿Qué dirían de nosotros? Una más que probable lista de adjetivos sería la siguiente: burros, ignorantes, estúpidos, zafios, paleomarxistas imbéciles, lysenkistas, estalinistas que no saben escribir la «O» usando canutos ad hoc, etc etc.

Pero ellos, los del global neoliberal y sin entrañas, están a salvo de toda crítica, son así de listos, así de sabiondos. Basta leer, por ejemplo, sus «informadas» y «respetuosas» editoriales sobre Venezuela y el presidente Maduro.

Por lo demás, y además, uno puede escribir la conjetura-burrada de siempre, mil veces repetida, con algún toque crítico al sionismo eso sí (¡qué menos!), sobre la «raza» judía (¿qué «raza» será esa?), el pueblo elegido, su gran inteligencia y su singular capacidad de supervivencia, etc, y no pasa nada, nada. Dicho está y, por ello, verdad será. Abonando caminos trillados mil veces refutados en honor del «pueblo elegido». ¿Por quién?

Pues eso: ¡tan verdadero como la teoría de la relatividad einsteiniana y la revolución contra las ideas fijas! La divulgación científica básica, elemental, es más necesaria que nunca. Para la tercera cultura [2] escribió Francisco Fernández Buey.

Nota:

[1] El País, 12 de diciembre de 2015, p. 30.

[2] FFB, Para la tercera cultura, Vilassar, El Viejo Topo, 2014.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.