EL 3 de febrero del 2005, el escritor y comentarista francés Maxime Vivas dirigía una demanda al Mediador de la Unión Europea para que fuera investigado el caso de Reporteros Sin Fronteras, organización ahora abiertamente asociada a las maniobras de la Casa Blanca para intentar desestabilizar al Gobierno de Cuba y a la cual la […]
EL 3 de febrero del 2005, el escritor y comentarista francés Maxime Vivas dirigía una demanda al Mediador de la Unión Europea para que fuera investigado el caso de Reporteros Sin Fronteras, organización ahora abiertamente asociada a las maniobras de la Casa Blanca para intentar desestabilizar al Gobierno de Cuba y a la cual la propia UE ha pagado hasta ahora más de 1 200 000 euros.
En su solicitud, Vivas señala cómo el día primero de febrero del 2005, RSF invitó, en una carta abierta, a la presidencia de la UE, a participar de manera activa en su acción para derribar al Gobierno cubano, retomando la retórica desarrollada por los propagandistas del Departamento de Estado a favor de una llamada «transición democrática».
Escribía entonces el secretario vitalicio de RSF, Robert Ménard: «Nos parece indispensable que la UE otorgue su apoyo a las agencias de prensa independientes, así como a las organizaciones de sindicalistas, bibliotecarios, médicos, economistas, etcétera».
Tanto el vocabulario como su contenido corresponden sistemáticamente a la formulación del proyecto anexionista y beligerante presentado en el informe de la Comisión norteamericana para la «Asistencia a una Cuba Libre» redactado y publicado en el 2004.
Cualquier conocedor del conflicto Estados Unidos-Cuba sabe que las organizaciones enumeradas por Ménard no sólo fueron fabricadas por los servicios especiales norteamericanos, a menudo con fondos de la United States Agency for International Development (USAID) y la National Endowment for Democracy (NED), cuyas actividades conspirativas en beneficio de Estados Unidos fueron ilustradas notablemente en Haití y en Venezuela.
Irónicamente, los grupos enumerados de esa forma por el informe de Powell incluyen a la propia organización de Ménard, que se urge apoyar fuertemente por todos los medios al alcance de la comisión.
En su correspondencia con la Unión Europea, Vivas señalaba además la ilegitimidad de las actividades de RSF, que «pretende intervenir y ser apoyado por Europa, sobre el sistema político, social, cultural, de salud, etc. de un país independiente».
Vivas acusa a RSF de «desviar fondos previstos para otro uso, algo incompatible con las reglas que rigen las relaciones entre estados, incluso las relaciones entre Cuba y Europa, esta última nunca incluyó en sus objetivos el derribamiento de un Gobierno que no representa una amenaza para ella y con el cual mantiene relaciones diplomáticas normales».
La burocracia europea al socorro del lobby anticubano
El 7 de febrero, Vivas recibe de Rachel Doell, funcionaria del mediador europeo, un correo electrónico donde le afirma que su queja «no es del resorte» de este servicio. El día siguiente, el escritor solicita a esa persona que su queja sea orientada hacia un servicio competente.
El 11 de febrero, Joao Sant’Anna, «jefe del Departamento administrativo y financiero» de la UE, informa a Vivas que su queja está registrada bajo el número 0489/2005/DK y que será manejada por el funcionario Daniel Koblentz.
El 9 de marzo, por correo postal, el Mediador europeo Nikiforos Diamandourous informa de repente que «después de un examen amplio» de la queja, valora que no está habilitado para pronunciarse, e invita a Vivas a contactar a la funcionaria Josiane Pailhes en la Comisión Europea, quien podrá, dice, ofrecer «más informaciones sobre el uso por Reporteros Sin Fronteras de fondos entregados por la Comunidad Europea y las reglas que rigen este financiamiento comunitario».
El 14 de marzo, Vivas transmite su dossier a Josiane Pailhes.
Pasan las semanas y los meses…
El 16 de septiembre, seis meses más tarde, preocupado por el silencio de esa burócrata, se comunica con su oficina para obtener explicaciones.
El 17 de septiembre, cuando han pasado siete meses desde que entregó su solicitud, según los requisitos de Nikiforos Diamandourous, Vivas renueva el trámite.
El 20 de octubre, más de ocho meses después de esa misma demanda, y nueve meses del trámite inicial, el escritor recibe un correo electrónico de la abogada Marjorie Fuchs, de la oficina del Mediador europeo.
Aparentando descubrir el caso, la funcionaria pide a Vivas llenar una planilla publicada en la web en la dirección http: //www.euro-ombudsman.euro.int/form/fr/form2.htm.
La funcionaria Fuch es la sexta interlocutora de Vivas desde el principio de esta operación.
Maxime Vivas comentaba entonces: «El dossier circula como una papa caliente, es decir, haciendo círculos sin avanzar una sola pulgada».
Cuando el gato sale de la bolsa
El 27 de octubre último, el gato salía de la bolsa, para retomar la expresión francesa.
Para acabar de desprestigiarlo, el lobby norteamericano de la Unión Europea otorgaba el controvertido Premio Sajarov a RSF y a las «Damas de Blanco», una agrupación habanera cuya característica es el culto al billete verde.
Detrás de ese verdadero complot para regalar más dinero y cables de prensa favorables a esos grupitos, se encuentra una red de carácter mafioso que va desde Miami hasta París, desde Praga hasta Madrid y que reúne a individuos tales como Ménard, el agente CIA, Frank Calzón, los terroristas Luis Zúñiga Rey y Carlos Alberto Montaner, así como políticos reclutados por Bush, del nivel de corrupción de José María Aznar.
¿Quién presentó la candidatura de RSF a este premio Sajarov? El eurodiputado francés Jean-Marie Cavada, del Grupo Liberal. Cavada, es un ex periodista francés cuyo último capítulo de una larga carrera en esa profesión se reveló como un total desastre. Nombrado director de Radio France, la cadena nacional, actuó de manera tan repugnante con el personal de varias salas de redacción que no tuvo otra alternativa que retirarse antes de tiempo.
Comparaba la radio nacional con «un supermercado» que debía «realizar ganancias de productividad» pues, decía, «la radio es un producto».
Sus ex empleados -supuestamente representados y defendidos por RSF y Ménard- recuerdan bien cómo los calificó de «imbéciles y descerebrados», al abandonar sus funciones para acomodarse en un confortable sillón de eurodiputado.
En cuanto a las «Damas de Verde», sobra señalar que la candidatura cayó de las oficinas del Partido Popular español, de la cueva misma del diputado Jorge Moragas, portavoz oficioso del embajador norteamericano en Madrid, Eduardo Aguirre.
El 2 de diciembre último, en un nuevo sobresalto del dossier RSF presentado a la UE por Vivas, más de un mes después de la atribución del Premio Sajarov, el Mediador Nikiforos Diamandarous dirige un nuevo mensaje a Maxime Vivas.
Dice Diamandarous: «Usted me dirigió una queja contra la Comisión Europea acerca del no tratamiento de su queja del 14 de marzo del 2005 (…) He informado al Presidente de la Comisión Europea de su queja, invitándole a comunicarme un aviso sobre este tema antes del 28 de febrero del 2006. Cuando reciba este aviso, yo se lo transmitiré invitándole a presentar sus observaciones (…) El dossier será entonces examinado por la jurista responsable de este caso, la Sra. Marjorie Fuchs»…
Así que el caso está ahora dentro de la competencia del Mediador que se declaraba «no competente» en marzo.
La confesión de Montreal
En un artículo titulado Preguntas inquietantes para Reporteros Sin Fronteras, publicado el 30 de abril en el influyente diario La Presse, de Montreal (Canadá), el periodista Marc Thibodeau confirmaba cómo Ménard tuvo que confesar en una asamblea pública que RSF recibe parte de su presupuesto «de organizaciones americanas estrechamente asociadas a la política extranjera de Estados Unidos».
«El secretario general de RSF, Robert Ménard, quien hacía una estancia en Québec esa semana, declaró en el curso de un debate en la Universidad de Québec, en Montreal, que su organización disponía de fondos de la USAID, agencia de ayuda internacional del Gobierno norteamericano, y de la National Endowment for Democracy (NED)», informaba el periodista.
Unos días antes, el 18 de abril, en un foro de Le Nouvel Observateur, de París, Robert Ménard había hecho una primera confesión acerca de lo que negaba desde siempre cuando un participante anónimo citó un artículo publicado el 11 de marzo por la periodista norteamericana Diana Barahona, donde decía que RSF recibía dinero de la llamada Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés).
«Absolutamente», contestó Ménard, y añadió: «Recibimos dinero de la NED y esto no nos crea problema alguno».
En un foro similar en el mismo sitio web, semanas antes, Ménard había reconocido de repente que conocía al operativo CIA, Frank Calzón, que pretendía hasta entonces desconocer.
En realidad, a Ménard no le quedaba otra alternativa que confesar.
En el curso de sus solicitudes de informaciones, una representante de la NED ha confirmado a viva voz a Barahona que una cantidad de 39 900 dólares estadounidenses fue entregada a RSF el 14 de enero de este año, mientras la representante de RSF en Washington, Lucie Morillon, no tuvo otro remedio que confirmarle que el grupo recibió una cantidad de 125 000 dólares del Cuba Solidarity Center, organización fachada de la CIA, oficialmente financiada por la USAID. ¡Además de la existencia de un contrato secreto firmado con Otto Reich!
Al reclamar una investigación de la Unión Europea sobre un personaje y una organización supuestamente consagrada a la defensa de los periodistas que viven, en gran parte, de la desinformación contra Cuba, Maxime Vivas ha puesto el dedo sobre una situación bochornosa que deshonra a la Unión Europea.
Lo demuestran las maniobras, trabas y piruetas burocráticas con las cuales se niega a reconocer la presencia en su inmensa y vertiginosa maquinaria, de un importante lobby cuyas actividades obedecen a las orientaciones, no del contribuyente europeo, sino del Departamento de Estado de la Administración de George W. Bush.