Así ve el diario La Vanguardia la petición para el Estado Palestino en la ONU, «El objetivo de Abas no es otro que el de romper el statu quo en que, desde hace diez años por lo menos, se hallan enrocadas las negociaciones entre palestinos e israelíes, y no sólo por culpa de estos últimos, […]
Así ve el diario La Vanguardia la petición para el Estado Palestino en la ONU,
«El objetivo de Abas no es otro que el de romper el statu quo en que, desde hace diez años por lo menos, se hallan enrocadas las negociaciones entre palestinos e israelíes, y no sólo por culpa de estos últimos, ni mucho menos. Prácticamente desde que se desvaneció toda posibilidad de acuerdo, en el 2001, cuando Arafat rechazó la mejor opción que desde siempre y hasta ahora ha brindado Israel. Un error histórico.» (Editorial, 26/9/2011)
Esta mentira histórica es lo que se conoce como «el mito de la oferta generosa», generosamente alimentado por los principales medios de comunicación (1). Según dicho mito, la culpa de que el «proceso de paz» (otro mito) no llegue a buen término es de los palestinos, que rechazaron una oferta muy generosa y razonable del gobierno israelí en las negociaciones de Camp David, en julio de 2000. Esta mentira, ya convertida en un mantra, se ha ido repitiendo hasta la náusea por políticos y periodistas; el último caso lo tenemos en el ridículo discurso de Netanyahu en la ONU,
«Estas personas me dicen constantemente: Solo haz una oferta amplia, y todo funcionará. Ustedes saben, hay sólo un problema con esa teoría. Nosotros la hemos intentado y no ha funcionado. En el año 2000 Israel hizo una oferta de paz amplia que reunía prácticamente todas las exigencias palestinas. Arafat la rechazó.» (2)
Pero La Vanguardia habla del año 2001, cuando hubo otras negociaciones, en la ciudad egipcia de Taba, donde la parte israelí hizo una oferta muy distinta. Veamos ambos casos: (3)
La «generosa» oferta de julio de 2000
Según esta propuesta, y por sólo citar la cuestión territorial,
1) Cisjordania quedaría rota en dos trozos, de hecho casi tres porque una lengua de tierra israelí penetraría muy profundamente en territorio palestino, casi cortándolo.
2) Jerusalén Este quedaría bajo soberanía israelí.
3) El valle del río Jordán, es decir, las tierras más fértiles, también bajo soberanía israelí.
Resumiendo, una Palestina irreconocible y miniaturizada, convertida en una serie de islotes inconexos, sin su centro histórico y sin recursos hídricos. Ningún dirigente palestino en su sano juicio aceptaría algo así, y en efecto Arafat lo rechazó.
La oferta de enero de 2001 en las negociaciones de Taba
Como demuestra el análisis de contenido de la referencia (1), los medios de comunicación hablan mucho menos de Taba que de Camp David, tal vez por dos circunstancias. La primera es que la oferta de Taba, a diferencia de la otra, se acerca mucho a las peticiones palestinas. Ni trocear Cisjordania, ni quedarse con las tierras fértiles ni Jerusalén Este. Y la segunda es la razón por la que estas negociaciones no fructificaron: el dirigente israelí abandonó las negociaciones.
No fue Arafat sino Ehud Barak quien impidió el acuerdo. La excusa oficial fue que tenía que preparar la campaña electoral, y eso es lo que pone la declaración final conjunta (4). La realidad probablemente fuese que Barak había sido demasiado «generoso», tanto que Ariel Sharon, quien ganaría las elecciones, ya declaró por anticipado que no iba a cumplir dicho acuerdo (5).
Así que La Vanguardia miente al decir que la paz se malogró por la actitud intransigente de los palestinos y se alinea con las tesis sionistas, colonizadoras y criminales. Entonces, ¿qué credibilidad puede tener este diario cuando dice estar a favor del estado palestino? Pues la misma que el gobierno israelí, que dice justamente lo mismo.
Referencias:
(1) http://www.fair.org/index.php?
(2) http://elrejunteil.wordpress.
(3) Los mapas respectivos pueden encontrarse aquí, http://www.monde-diplomatique.
(4) http://www.mfa.gov.il/MFA/
(5) La Vanguardia, 29/1/2000, p.8
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.