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La victoria de los medios en la Argentina

Fuentes: Rebelión

La voraz victoria de la derecha que presenciamos parece confirmar una sospecha que todos tenemos y que el gobierno actual se ha encargado de subrayar desde que se iniciara el conflicto con el campo: la política en la era mediática funciona por y para los medios masivos de comunicación. La realidad parece cobrar sentido sólo […]

La voraz victoria de la derecha que presenciamos parece confirmar una sospecha que todos tenemos y que el gobierno actual se ha encargado de subrayar desde que se iniciara el conflicto con el campo: la política en la era mediática funciona por y para los medios masivos de comunicación. La realidad parece cobrar sentido sólo en la medida en que la televisión la decreta como tal, y todo aquello que no está iluminado por las cámaras, simplemente no existe. No sería necesario enumerar la lista de razones por las cuales el gobierno y sus ahora opositores del progresismo parecen conducirse hacia el rotundo fracaso de lo que pudo haber sido una etapa de cambios históricos en la Argentina. Sin embargo, cabe señalar algunos puntos estrictamente políticos como para luego adentrarnos en el campo de las variaciones massmediáticas.

El intento de transversalidad se desmoronó prontamente en cuanto el gobierno pretendió impulsar las retenciones móviles (recordemos que Kirchner asumió como presidente del PJ en Abril de 2008, o sea, en pleno conflicto con la patronal agropecuaria). Frente a esta situación se generó una diáspora de transversales (Pino, Sabatella, CTA, etc) que apretaron a K cada vez más hacia el interior más puro y duro del PJ. En una historia del huevo y la gallina (que en un futuro de repliegue habrá tiempo de discutir), las distancias entre los progresistas de ambos bandos fueron profundizándose al punto de hacerse insoslayables. Atentos a estas típicas disputas de la más clásica vertiente izquierdista argentina, y con la patria gaucha enarbolando las banderas del federalismo, la derecha volvió a sentirse cómoda para entrar abiertamente en escena. Los mismos medios que supieron mimar a Kirchner en la etapa reconstructiva del país, empezaron a atacarlo en la medida en que su gobierno y el de Cristina tocaban intereses que los concernía a ellos o a la clase dominante en general.

El colmo de la manipulación política que llevaron a cabo, de algún modo terminó de cristalizarse en el festejo de la victoria PRO, donde pudo verse a los personajes de la sátira tinelliana (a los falsos De Narvaez y Macri) saltando en el escenario, riéndose y gritando como si fueran cuadros políticos fundamentales en la estructura de ese partido. Es que tal vez realmente lo sean. En esta dirección también es llamativo el espacio que los medios brindaron a un candidato de izquierda como Pino Solanas y nos obliga a reflexionar acerca de la influencia que tuvieron en su destacada performance el día del comicio. Una hipótesis para esta extraña e inédita actitud, es que en realidad Pino resulta el típico candidato de la izquierda testimonial (o como lo llaman en C5N: el voto de moda) y en consecuencia es inofensivo a la hora de disputar un poder que gira hacia la derecha. La confirmación o refutación de esta idea se dará en la medida en que su movimiento logre aglutinar elementos políticos que le permitan convertirse en una opción a nivel nacional o si desde sus bancas apoyan las «medidas progresistas del gobierno» como señalan, o sus propias propuestas ambientalistas, nacionalizantes, etc. El prácticamente olvidado candidato trotskista de estas últimas elecciones Luis Zamora, fue también un protagonista mediático allá por el 2001/2002, al punto tal de que algunas encuestas lo señalaban en su momento como un buen presidenciable. Tal vez en un futuro cercano, directamente Marcelo Tinelli pueda postularse para presidente y ganar las elecciones: encuestadores a medirlo!

Una vez más nos indagamos sobre la opacidad y la transparencia respecto de la realidad que presentan los medios, para confirmar que en verdad ya no importa lo que ocurre por fuera de las pantallas, ni en ningún lugar que no sea captado por las cámaras: los wichíes que son arrastrados a votar, los desnutridos tucumanos, la pandemia y el dengue, parecen sólo elementos del guión de los medios de comunicación de masas destinado a vender más o a manipular la política a su antojo (como lo hace la CNN por estas horas al trocar el término «golpe de estado» por el de «sucesión forzada» en Honduras, del mismo modo que lo hicieron con Chávez en 2002). En contradicción con lo que señalan los estudiosos sobre los efectos mediáticos, aquí pareciera que las líneas editoriales tienen una altísima influencia en la población. La política de la época massmediática, emergente de la disolución de las estructuras e identidades partidarias clásicas, parece sumamente frágil y volátil. En consecuencia, los consensos a futuro deberán incluir a los medios como un factor fundamental para ejercer el poder, o en su defecto, y si se conserva un ánimo progresista en la sociedad, deberemos reformar los medios para lograr fragmentar su influencia y repartirlos entre más voces. La nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual podría ser una buena forma de avanzar en este sentido y casi la última carta del Kirchnerismo para lograr algunos apoyos de la izquierda. Lo que está por verse, es el modo en el cual los medios hacen valer su victoria electoral (que por estas horas resulta la más contundente de todas) y cuánto afecta esto en la posible discusión de la Ley y en la gobernabilidad en general.

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