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Las víctimas de Rupert Murdoch

La vida y los crímenes de un Goebbels global

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

La primera muerte que conozco, precipitada por un titular de Rupert Murdoch, fue el suicidio de un escolar en Sydney en marzo de 1964. Elaboro al respecto más adelante. En estos días, las víctimas resultantes de invasiones militares propugnadas por Murdoch se cuentan por miles, aunque no es el único agente de la destrucción. Una de sus antiguas productoras de televisión en Oriente Próximo, Serene Sabbagh, renunció recientemente de Fox por sus «prejuicios y racismo».

Lo que llevó a Sabbagh al límite fue el bombardeo de Qana. «Como madre de tres, contemplaba las imágenes, las imágenes en carne viva de niños arrancados de los escombros y luego cambiaba a Fox News y escuchaba a algunos de sus presentadores que afirmaban que esos pequeños asesinados, esas víctimas inocentes asesinadas, eran escudos humanos utilizados por Hezbolá. Y uno de los presentadores llegó a decir que fueron colocados allí para Hezbolá para ganar apoyo en esta guerra. Fue algo increíble. Para mí, fue el punto de ruptura.»

El 6 de agosto. Serene Sabbagh y una colega enviaron una carta conjunta de renuncia a Fox News: «Ustedes no son sólo un instrumento de la Casa Blanca de Bush, y de la propaganda israelí, ustedes incitan a la guerra sin tener sentido de la decencia, ni del profesionalismo.» Un veredicto que es compartido ampliamente. «Fox News ha tenido reporteros corriendo por el norte de Israel detallando cada ataque con cohetes y cada movilización israelí, pero ha mostrado poco o ningún interés en cualquier cosa que suceda al otro lado de la frontera,» señaló Andrew Gumbel en el Independent británico.

News Corp ha abandonado «el periodismo profesional y se ha integrado a la propaganda sumisa,» escribió otro analista, «un peligroso nuevo capítulo incluso para Fox News«. Toda la organización ha pasado del belicismo a la censura profunda, en la que «aisló intencionalmente los tópicos de discusión. En realidad, no pude encontrar a un solo experto independiente, auténtico, en la política y la historia árabes que haya aparecido en Fox News para discutir las raíces de la escalada de la violencia. Ni uno.»

En las páginas editoriales del periódico bandera de Murdoch en las antípodas, The Australian, el bombardeo de Beirut es presentado como que «Israel le hace un favor a Líbano» y los árabes inquietos son descritos como «nazis». Nada de esto puede sorprender, ya que Murdoch reveló al Hollywood Reporter que sus empresas mediáticas «no me son tan importantes como la difusión de mis creencias políticas personales» (23 de noviembre de 2005). Y esas creencias son peligrosas. El influyente Weekly Standard de Murdoch aboga por la busca del «cambio de régimen en Siria, y un ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes. ¿Para qué esperar?»

No parece importar en las cuentas personales de Murdoch que más de medio millón de civiles hayan muerto o quedado desfigurados como resultado de las guerras que ya ha promovido. En lugar de reconsiderar su política, como otros neoconservadores caducos, Murdoch sigue disparando sin tregua con sus útiles de trabajo: las mentiras, el miedo y la censura.

El meollo del asunto es el siguiente: ¿debe permitir un mundo que enfrenta una serie de crisis que haya un multimillonario no elegido con un orden del día militar, con políticos clave en la palma de su mano, que presida un imperio global de propaganda? Un imperio en continua expansión, que se traga a sus competidores y que incluso bloquea ahora la libertad de expresión en Internet. (Vea: «MySpace Is The Trojan Horse Of Internet Censorship»)

A esto se suma que los acólitos de Murdoch rechazan la realidad incómoda del caos climático y atacan a los verdes como «una amenaza para la prosperidad y el bienestar» del mundo (The Australian 2 de septiembre de 2004). De hecho, la verdadera amenaza para el bienestar del mundo y su gente es Rupert Murdoch, como descubrí hace mucho tiempo.

En estos días, la incitación a la guerra de Murdoch es compulsiva y su desdén por los estragos humanos es calculado y global; pero al comienzo lo que caracterizaba su producción era un desdén casual (y a veces fatal) por las debilidades humanas.

El ascenso al poder de Murdoch comenzó en Sydney en 1964 cuando adquirió un tabloide vespertino, el Daily Mirror. El 12 de marzo, el Mirror colocó en primera plana un artículo sobre la «promiscuidad» entre los alumnos de un colegio secundario de la ciudad, que se basaba en el contenido del diario de una muchacha. El alboroto resultante condujo a que la autora del diario y un compañero fueran expulsados de la escuela. Buen trabajo.

Así terminó la historia, en lo que interesaba al Mirror, pero no para los que estuvieron involucrados. El estudiante de 13 años, nombrado en el diario, Digby Bamford, fue hallado colgando del tendedero de su patio trasero, se había suicidado. La noticia fue «excluida» del consumo público. Incluso los periódicos rivales guardaron el secreto, hasta que un periodista descontento de Murdoch avisó a una revista independiente. La autora del diario de «sexo escolar» fue examinada por un doctor del Departamento de Bienestar Infantil y se estableció que era virgen. Durante una entrevista, años más tarde, recordé a Murdoch de este evento y su reacción fue incisiva: «¿Usted nunca comete errores?» Por cierto los cometo. Muchos. Después de comprar News of the World en Londres en 1971, Rupert descubrió otro diario, mientras hacía campaña contra un popular programa de la televisión de la BBC, «Top of the Pops». Su diario acusó a sus estrellas de «promiscuidad» con jóvenes bailarines del público. Una de ellas fue Samantha MacAlpine, de 15 años, cuyo «libro forrado en cuero», según la redacción de noticias de Murdoch, «bien podría hacer estallar el escándalo en la BBC.» Samantha MacAlpine se suicidó el día después de la aparición del artículo.

News of the World trató de protegerse con el titular: «ESTA MUCHACHA FUE UNA VÍCTIMA AHORA ESTÁ MUERTA», pero el juez de instrucción señaló que el diario de Samantha era «pura fantasía, sin ninguna conexión con la realidad.»(como gran parte del periodismo de Murdoch).Un oficial de Scotland Yard acusó al diario de ser «lúdicro e irresponsable.» Como es el estilo de Murdoch, ninguna parte de la evidencia de la encuesta judicial fue comunicada a los lectores. También suprimieron la declaración del patólogo forense de que, a su juicio, Samantha había muerto siendo virgen.

Hace dos semanas, cuando el joven australiano Jack Thomas apeló contra la condena por recibir fondos de Al Qaeda y tener un pasaporte falso, fue absuelto por la Corte de Apelaciones de Victoria.

FURIA DESPUÉS DE QUE YIHÁD JACK SALE LIBRE, intituló The Australian, aunque la furia se limitó en gran parte a la sala de prensa de Murdoch. Un jurado había absuelto previamente a Jack Thomas de dos asuntos más sustanciales. La Corte de Victoria invalidó su condena por acusaciones menores, porque las declaraciones policiales habían sido tomadas del acusado mientras estaba encarcelado en Pakistán sin acceso a un abogado y sometido a ataques. (Un interrogador de USA dijo a Thomas que aplastaría sus testículos, violaría a su mujer y que colocaría sus pechos en un torno). Cuando los jueces de apelación liberaron a Thomas, como tuvieron que hacerlo bajo las leyes australianas, los medios de Murdoch llamaron a la indignación pública y exigieron «modificaciones rápidas para asegurar que ningún juez pueda cometer el mismo error.» Uno de los primeros pasos en la campaña del Tercer Reich por conquistar los corazones y las mentes del pueblo alemán fue atacar a los jueces. Otro paso fue la consolidación de los medios. Un tercer paso fue echar leña al fuego del miedo.

En respuesta a las críticas por su ataque contra el aparato judicial, The Australian replicó: «¿Qué será necesario para que los apólogos del señor Thomas tomen en serio la amenaza del terror? ¿Que atacantes suicidas se detonen sobre los tranvías de Melbourne? ¿Un ataque al estilo del USS Cole contra el ferry de Manly?» Y, seguro, al escribir estas líneas, otro misil de Murdoch dio en la primera plana: SYDNEY SERÁ ATACADO.

Después de entrevistar a 572 ciudadanos, el Daily Telegraph decidió que «la mayoría de los australianos cree que estamos trabados en una guerra perdida contra los terroristas islámicos y que un ataque en nuestro suelo es inevitable.» No revela cuántos citan la beligerancia compulsiva de Murdoch como factor en la escalada del terror. El mismo día, Jack «Yihád» Thomas es arrestado en la playa, le encajan una «orden de control» recién introducida y lo mandan a casa, donde sus movimientos serán restringidos. Las voces que lo cuestionan son sólo «un lobby civil libertario que cree que John Howard [Primer Ministro de Australia, N.d.T.] es una mayor amenaza para nuestro modo de vida que Bin Laden,» según el World de Murdoch. No, la mayor amenaza es el control de la información desde arriba. «El fascismo debería ser llamado de modo más adecuado corporativismo,» dijo Mussolini, «ya que es la fusión del poder del Estado y de las corporaciones.» Cuidado con el Goebbels global.

Richard Neville no es un novato. Vive en Australia, el país que lo formó. En los años sesenta armó un buen lío en Londres y publicó Oz. Para contactos, abra su tonificante sitio en la Red: http://www.richardneville.com.au/

http://www.counterpunch.org/neville09012006.html

Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.