La agresión contra dos periodistas independientes en Túnez y la detención de un tercero tras las elecciones de la semana pasada deben ser castigadas, ha dicho el viernes 30 Amnistía Internacional. «Al parecer se eligió a estos tres periodistas por haber criticado al gobierno y oponerse a la reelección para un quinto mandato del presidente […]
La agresión contra dos periodistas independientes en Túnez y la detención de un tercero tras las elecciones de la semana pasada deben ser castigadas, ha dicho el viernes 30 Amnistía Internacional.
«Al parecer se eligió a estos tres periodistas por haber criticado al gobierno y oponerse a la reelección para un quinto mandato del presidente Zine El-Abidine Ben Ali», ha dicho Malcolm Smart, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África.
«Se trata de algo muy preocupante, que indica que la represión de la disidencia por parte del gobierno tunecino probablemente no vaya a disminuir.»
La tarde del 21 de octubre, Slim Boukhdhir, periodista independiente ya encarcelado anteriormente por escribir artículos de crítica al gobierno, iba andando por la calle cuando cinco hombres sin uniformar, al parecer todos ellos policías o agentes de seguridad, lo pararon y lo obligaron a subir a un vehículo.
En el vehículo, los hombres obligaron al periodista a cerrar los ojos, lo golpearon y lo insultaron. Luego detuvieron el automóvil, lo arrojaron fuera y lo dejaron inconsciente a patadas y puñetazos.
Antes de que se desmayara, uno de los agresores blandió una navaja y amenazó con apuñalarlo.
Al periodista le quitaron la ropa y el teléfono móvil, así como los documentos de identidad, el dinero y las llaves de su casa, al parecer para que el incidente pareciera un atraco, y lo dejaron tirado en el parque de Belvédère, en el norte de la capital, Túnez.
Un transeúnte lo ayudó a parar un taxi y un amigo lo llevó al hospital. El periodista tenía la nariz rota y presentaba daños en el ojo izquierdo, además de numerosas contusiones en la cara y dolor en el pecho.
Dos horas antes de ser secuestrado y agredido, Slim Boukhdhir había ofrecido una entrevista a la BBC en la que había criticado la falta de libertad de prensa en Túnez.
El jueves, otro periodista y conocido crítico del gobierno, Taoufik Ben Brik, fue detenido cuando se dirigía a una comisaría donde había sido citado para declarar por la presunta agresión de una mujer el 22 de octubre cerca de la escuela de su hija.
El periodista fue llevado ante un juez de instrucción sin asistencia letrada y acusado de «agresión, alteración de la moral pública y daños a la propiedad», según una declaración oficial. Actualmente está detenido en la cárcel de Mornaguia, y será juzgado el 19 de noviembre.
Antes de las elecciones había escrito varios artículos criticando al gobierno del presidente Ben Ali.
Ese mismo jueves, horas más tarde, Lotfi Hajji, corresponsal local del canal de televisión vía satélite Al Yazira, fue insultado durante largo tiempo en el aeropuerto de Túnez-Cartago, al regresar de un viaje a Qatar.
Su agresor desconocido, que se sospecha que es miembro de las fuerzas de seguridad o que actuaba en nombre de éstas, le gritó y lo insultó de forma muy intimidante, acusándolo de oponerse al gobierno. En sus crónicas para Al Yazira, Lotfi Hajji había criticado aspectos de las recientes elecciones presidenciales y legislativas.
Amnistía Internacional ha señalado que la agresión a estos periodistas, todos ellos conocidos críticos del gobierno de Ben Ali, refleja un tendencia más amplia y que dura ya largo tiempo, consistente en someter sistemáticamente a los críticos del gobierno y los activistas de derechos humanos a una opresiva vigilancia policial, a amenazas y a actos de intimidación por parte de agentes de seguridad o de personas sin uniformar que al parecer actúan en su nombre
«Ya va siendo hora de que el gobierno tunecino ponga en orden su casa y cumpla con sus obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos», ha dicho Malcolm Smart.
«El gobierno se presenta a sí mismo internacionalmente como comprometido con los derechos humanos y la buena gobernanza, pero esto, lamentablemente, dista mucho de ser cierto. En la práctica, el gobierno es intolerante con las críticas y permite a sus fuerzas de seguridad y a hombres fuertemente armados que ataquen e intimiden impunemente a quienes lo critican.»