No sé cuánto tiempo recordaremos las lecciones del coronavirus, pero algunos deberíamos hacer lo posible para que nuestra sociedad no las olvide
EFE
Mucho se está hablando de cómo nos cambiará la vida en el periodo postpandemia. Que si el distanciamiento social, el fin de los actos de masas, el abandono de las ciudades, el teletrabajo… Pero yo quisiera enumerar todos los errores de nuestro modo de vida que han quedado en evidencia. Algunos son muy evidentes, se han señalado mucho y no merecen mayor reflexión, pero otros no tanto. Veamos:
Lo público frente a lo privado: Es evidente que solo el criterio no mercantilista de la gestión de lo público conlleva el mínimo de sentido social y humano para enfrentar una pandemia. La búsqueda de rentabilidad comercial, el ánimo de lucro mediante la especulación y el recorte de los servicios públicos se ha mostrado incompatible con salvar a la humanidad.
La eficacia del centralismo: Supongo que será controvertido, pero mi opinión es que solo un centralismo que escuche y deje participar a todas las voces, pero bajo un mando único, puede lograr redistribuir de forma justa los recursos existentes, planificar de manera eficaz la producción o negociar la adquisición de los recursos que no se tienen y recoger de forma eficiente los datos necesarios para estudiar la evolución de la pandemia. Es evidente que nuestro país no ha sido un ejemplo de ello.
La soberanía productiva: Dos meses después del inicio de la pandemia, España sigue siendo incapaz de producir en cantidad suficiente mascarillas higiénicas de material tan barato que apenas cuesten 10 céntimos. Tampoco tenemos ni los reactivos ni los laboratorios para todos los tests de diagnóstico necesarios. Las políticas de limitación de precios no son del todo la solución, porque el problema de fondo es que se trata de productos que no somos capaces de disponer, como las mascarillas. Descubrimos que tampoco contamos con suficientes trabajadores para recoger las cosechas. También podemos comprobar que nuestro gobierno no dispone de una soberanía monetaria para enfrentar la crisis económica que se avecina.
La elección de lo que se produce: Este asunto tiene relación con el anterior. Nuestras empresas textiles pueden hacer vestidos de moda para todos los ciudadanos pero no mascarillas. Ahora hemos podido saber que tanques como el modelo Leopard 2E que tiene el Ejército de Tierra del Estado español cuestan 10 millones de euros, recursos con los que se podrían adquirir 440 respiradores (a un precio de 23.000 euros cada uno). Cada disparo de este tanque implica un gasto de 3.000 euros, imaginen los tests que se podían hacer. Alguien dirá que no se podía saber que íbamos a necesitar respiradores, tampoco parece muy claro que necesitáramos tanques o misiles y los estábamos fabricando. Efectivamente ha sido fundamental el papel del ejército, concretamente de la Unidad Militar de Emergencias (UME), pero a esa unidad UME solo dedicamos un 0,32% de del gasto de nuestra Defensa, el 99,68% de nuestro dinero para militares no lo hemos usado ni nos servía para esta situación de alarma y pandemia.
Las políticas laborales: Hemos comprobado que profesionales que, sencillamente, ni veíamos, como un barrendero, una cajera o un camionero son fundamentales para nuestra supervivencia. En cambio la ausencia de directivos y altos ejecutivos de empresa durante la pandemia ha resultado imperceptible en muchos sectores. Pero hay algo más. Es evidente que hemos necesitado más personal sanitario para enfrentar esa crisis. Cuando acabe esto, ¿qué haremos con los sanitarios que ya no necesitemos? ¿Los despedimos después de aplaudirles todos los días a las ocho de la tarde? ¿Ya no necesitan comer hasta que venga otra pandemia? Sólo una sociedad de pleno empleo está legitimada moralmente para poder decir que ha reconocido el trabajo de sus profesionales, porque les garantizó su subsistencia con pandemia y sin pandemia.
Lo importante en la agenda de actualidad: Vale la pena recordar por lo que estábamos discutiendo los ciudadanos, los políticos y los medios antes de la pandemia y observar su irrelevancia cuando vino el coronavirus. Como siempre sucede en la vida, las grandes tragedias nos recuerdan lo absurdo de los temas que hasta entonces nos preocupaban.
Los amigos y no amigos en el mundo: Recordemos que nuestros socios prioritarios son los países del resto de la Unión Europea y Estados Unidos, así como la OTAN. Sin embargo, fueron médicos cubanos los que atendieron enfermos en media Europa, mascarillas donadas por China las que llegaron por millones, tropas rusas las que circularon por Italia con material médico y especialistas. Mientras sucedía eso, los países de la UE se peleaban por el dinero del BCE, el presidente Trump decía que había que inyectarse desinfectante para curarse y mantenía las sanciones precisamente a los países que nos estaban ayudando y de la OTAN nadie supo nada, seguía gastando nuestro dinero no sabemos bien en qué.
No sé cuánto tiempo recordaremos estas lecciones, en realidad no sé cuánto tiempo tendremos el coronavirus entre nosotros recordándonoslas, pero algunos deberíamos hacer lo posible para que nuestra sociedad no las olvide. Ya hemos observado lo caro que nos está costando.
Fuente: https://www.eldiario.es/zonacritica/lecciones-coronavirus_6_1021607871.html